La Semana. MH, 17/02/2025
Por: J.B.
Durante decenios, Europa (ahora la Unión Europea y antes los países de Europa) ha sido un adolescente consentido, mantenido/ayudado/protegido por un padre protector: los EEUU. En los últimos años, el adolescente se ha puesto en manos de dos padres (apareció China, un padrastro con aires de grandeza y con ganas de poder superar a la, hasta hace poco, nación dominante) y pretendía seguir viviendo sin preocupaciones, acudiendo al padre uno o al padre dos cuando fuese necesario.
Los adolescentes actuales (los niños en general) tienen una tendencia clara a pensar que todo lo que reciben es una obligación de sus padres. No suelen agradecer todo lo que estos hacen por ellos (salvo honrosas excepciones). Si suspenden, la culpa es de los profesores o de los padres, por no apuntarles clases de refuerzo o no ayudarles con sus tareas; Si tienen que ir o volver de algún lugar o actividad, los padres, creen ellos, tienen la obligación recogerlos y/o llevarlos; Si necesitan dinero, se lo exigen a sus padres; etc… Una gran mayoría de los adolescentes usan tres frases (en muchos casos, no tienen otra conversación adicional con sus progenitores durante el día), que definen su egoismo y falta de implicación, para relacionarse con sus padres: ¿Qué hay de comer?, ¿Qué hay de cenar? Y ¿Eres muy pesado/a?
Europa (ahora la Unión Europea y antes los países de Europa) ha sido un adolescente consentido, mantenido/ayudado/protegido por un padre protector: los EEUU
Trump (ya he dicho en otra ocasión que no me gusta demasiado, sobre todo por su vena dictatorial y narcisista) puede gustar más o menos, pero quiere (al menos eso dice y parece ser) lo mejor para su país. Los demás países le importan poco o nada. Se llevará bien con quien le trate bien y mal con los que hagan lo contrario. Si a su país le ponen aranceles, él los pondrá; si tiene que ponerlos para que su industria supere a la de otros países, lo hará; si cree que debe proteger a los trabajadores estadounidenses ante lo que él considera una “invasión de inmigrantes”, lo hará; si le viene mejor llevarse bien con Rusia y dejar tirada a Ucrania, lo hará; Si tiene que dejar a Europa sin defensa, lo hará….
Trump hace lo que haría cualquier padre de familia: se preocupa primero por los suyos e intenta llevarse bien con los demás (pero no es un objetivo de cada padre, ni de Trump).
Pero Europa y sus habitantes no son sus “hijos”, no son estadounidenses y, por tanto, Trump no quiere que sea su adolescente consentido. Se ha hartado, probablemente con razón, de pagar la defensa de Europa (aporta el 68% del gasto total en defensa de la OTAN, un 3,38% de su PIB en 2024), se ha hartado de ser el padre consentidor y de que la desagradecida Europa le compre a China y le ponga aranceles.
Trump hace lo que haría cualquier padre de familia: se preocupa primero por los suyos e intenta llevarse bien con los demás (pero no es un objetivo de cada padre, ni de Trump)
Europa debe dejar de comportarse como un adolescente y debe pasar a hacerlo como un adulto. Debe asumir su defensa (si EEUU aporta a la OTAN el 3,38% de su PIB, Europa en su conjunto debe hacer, al menos, lo mismo), debe invertir en I+D, debe ser también un lugar de producción (protegido con aranceles si es preciso). La dependencia de EEUU (sobre todo para la defensa) y China (en todo tipo de productos, e incluso recientemente en automóviles, que eran uno de los bastiones productivos europeos) es pan para hoy y hambre para mañana.
¿Queremos ser actores principales en el panorama mundial o comparsas?
Es difícil, porque Europa (la Unión Europea) es una amalgama de países que tiran en direcciones distintas (cuando no opuestas), pero se debe empezar ya. Paso a paso se debe ir limitando la dependencia de los dos gigantes.
No se trata de enfrentarse a EEUU o China (la táctica habitual de nuestro mentiroso gobernante, Pedro I, que explota como nadie eso de buscar un enemigo común), se trata de, poco a poco, irnos desligando de la dependencia y siendo cada vez más autónomos.
La situación actual, con la entrada de Trump, nos ha puesto en una disyuntiva: desarrollo o insignificancia. ¿Queremos ser un continente dormitorio/parque de atracciones? ¿Queremos ser actores principales en el panorama mundial o comparsas?
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