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La estabilidad de los datos en una inestabilidad social insoportable

Francisco Robles

Ante la imposibilidad de contrastar con unas referencias fiables, por la decisión del gobierno de no seguir recogiendo los datos con la frecuencia anterior, se puede concluir que -tanto en Melilla como en España-, los datos disponibles –incidencia, hospitalizados e ingresados en U.C.I.-, hablan de un estancamiento o de un franco descenso de la actual de la actual ola epidémica.

Por ello, se comprende que tanto el gobierno –por un claro interés socioeconómico- como la población española –se hacía ya insoportable la situación-,  hayan decidido darle la espalda a la epidemia, en un intento de darle normalidad a sus vidas y en definitiva a España.

Ello, que posiblemente sea una actitud no carente de bases, tiene un claro riesgo, y es que si llegamos al verano –época pletórica de viajes y relajación de costumbres- en esta situación de incidencia, se pueda originar un repunte mayor al que los dispositivos asistenciales no puedan  darle respuesta.

Seguimos en una situación mundial similar a la que vio nacer la actual pandemia, por lo que es preciso que la O.M.S. tenga mayores capacidades y que su funcionamiento sea verdaderamente independiente, y no lo será realmente mientras dependa económicamente de los países donantes.

Y en España debería de afrontarse una iniciativa en el mismo sentido, ya que la actual dependencia orgánica del Ministerio de Sanidad, en definitiva, del gobierno, hace imposible la independencia real del organismo técnico competente en materias tan vitales, por ello es imprescindible la creación de una Agencia de Salud Pública, ajena al poder político.

Dos apuntes fuera de la epidemia, uno sobre el reciente DIFAS2022 tan brillantemente celebrado en España como en nuestra ciudad –con un amplio apoyo de la ciudadanía, mal que les pese a algunos-, a pesar de los contínuos recortes en los recursos; cuando se cuestiona el futuro del modelo socioeconómico de Melilla, parece olvidarse la fuerza tractora del capítulo de empleo público, en el que destacó más que destaca, el componente de las F.F.A.A., que llegó a rondar los 15.000 efectivos –y no hablo de la época de la Guerra de África-, pero que actualmente está entre 3.000 y 4000.

Si la iniciativa privada es imprescindible para el desarrollo de Melilla, la pública es fundamental, o sea, es el fundamento de aquella, por lo que cuidado con demonizar  a los empleados públicos; creo que debería de irse en el sentido contrario, más en la actual situación con el vecino país, e incentivar su aumento –civiles y militares- en Melilla, como forma de garantizar nuestra existencia libre de los cambios de intereses del vecino país.

El otro apunte es la celebración del acuerdo, de conceder la Medalla de Oro de la Ciudad al tristemente fallecido Javier Imbroda, más vale tarde que nunca y bien está si bien acaba, pero que nadie –y menos los que lo atacaron-, quieran rentabilizar un hecho tan merecido como justo. Dejémoslo estar ya el tema.

Destacado:

La celebración del acuerdo de conceder la Medalla de Oro de la Ciudad al tristemente fallecido Javier Imbroda, más vale tarde que nunca y bien está si bien acaba, pero que nadie –y menos los que lo atacaron-, quieran rentabilizar un hecho tan merecido como justo.

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