Categorías: Opinión

La dignidad, el salario y la pensión

Las tres cosas enunciadas tienen o deben tener gran valor, el orden es lo de menos, de derecha a izquierda o al revés, incluso, comenzando por la palabra central.

Quiero contribuir un poco a favor de todo lo manifestado en su magnífico escrito publicado hoy en defensa del FUNCIONARIO, por el amigo columnista melillense Juan J. Aranda y si lo han leído el conjunto de funcionarios y empleados públicos en general de nuestra ciudad, supongo que coincidirán conmigo y sobre todo con él en ese análisis tan acertado e inequívoco.

El empleado público, entre ellos el funcionario (cuando digo funcionario y empleado público, claro está no hago distinción entre mujer y hombre, ahí estamos todos representados). Son, somos o hemos sido eso durante todos los años que permanecemos en activo, servidores públicos por y para la ciudadanía, que como muy bien dice Aranda, hemos tenido que opositar en su día a diferentes pruebas ¡abiertas a todos los españoles en general que reuniesen los requisitos exigidos en las convocatorias!, en mi caso particular recuerdo que siendo muy joven, con 18/19 años comencé a prepararme los exámenes de las oposiciones para “Cartero Urbano”, ya estaba trabajando de sol a sol en KIRA, así que quedaban escasas horas diurnas libres. Salía de la tienda a eso de las 20,30 y a las 21 ya estaba en la academia que tenían montada dos funcionarios veteranos de la Posta (Luís Rivas y Antonio) en los bajos del edificio principal de Correos en Melilla (ese que ahora ya no es tal).

Antes de acudir cada día a esas clases, previamente el día anterior nos habían mandado estudiar algunos temas de los textos (temario de Legislación Postal y Geografía Postal incluidas todas las conducciones postales españolas por tren, aire y mar), además de la cultura general y claro, todo eso ¿cuándo lo preparabas y estudiabas? Hincando los codos y sacrificando horas de sueño, de paseos con la novia, es decir, muchos domingos sin salir y repasando en casa o en la suya. Recuerdo, incluso, que cuando me echaba a dormir ya muy cansado, casi no podía pegar ojo, repasaba mentalmente las diferentes cuestiones.

Aprobé en 1970 y como tantos otros, el deber y el trabajo funcionarial nos alejó de familia, novia y amigos, yo que no había cruzado “el charco” nada más que una vez con 16 años hacia Almería (cuando bautizaron a mi sobrina Mari Carmen, hija de mi hermano Paco, funcionario policía, también alejado de Melilla) y desde allí a Cómpeta (Málaga) para visitar a la familia de mi padre. Me destinaron a Manresa (Barcelona) a más de 1000 kms. de distancia, en una pensión o casa particular de una señora “maestressa” y comiendo donde podíamos, entre una cosa y otra casi no nos llegaba el sueldo (solo comimos bien, cuando nos enteramos algunos, que en el cuartel de la Guardia Civil podíamos comer buena comida casera caliente y por la mitad de precio que donde lo hacíamos anteriormente).

La dignidad de ser funcionario y servir al pueblo, nos la daba también el SALARIO, muy escaso siempre por cierto, recuerdo que el primero mío fueron unas 3.600 ptas, era muy escaso y un sueldo base muy precario, que sumado con los trienios simplemente era la paga que nos daban entonces en julio (por el “glorioso”, desdichado 18 de julio) y la de diciembre (nos la daban el mismo día 25 que además trabajabas y sin tiempo a comprar las viandas de Navidad). Durante mucho tiempo por mí conocido, los Carteros y otros funcionarios postales trabajábamos todos los festivos y algunas guardias dominicales, todo un “chollo”. Si en aquellos tiempos ganábamos poco, ahora, de unos años para acá (más o menos 5) los empleados públicos han visto devaluado su salario con una pérdida de poder adquisitivo de un 25%. En el 2010 sufrimos un recorte del 5% por culpa de esas crisis financiera ajena a nosotros, pero, con culpables muy claros (poder financiero y político). En el 2012 nos suprimieron la paga extra, después de muchos años de lucha para conseguir una PAGA DIGNA va el gobierno PPopular y te la quita, y por si fuera poco, desde el 2011 sueldo “ultracongelado”.

El salario diferido también se ha recortado, a saber: Acción social, seguros de accidente, planes de pensiones, etc. Es injusto que el conjunto de trabajadores del país estén percibiendo salarios similares a los de hace 10 años (no solo los funcionarios) pero, afrontando los precios actuales. Si no crece el salario la economía no se impulsa, hay mucho menos consumo y las empresas se resienten.

Hay que apostar por esa dignidad salarial perdida y me consta, que los sindicatos de clase mayoritarios trabajan en ello; alguno dirá, ¡jopé y defiende a los sindicatos! Pues sí, ovejas o garbanzos negros, por desgracia, los hay también en otros muchos estamentos públicos y privados, estos no representan a todos los colectivos. Nicolás Redondo (ejemplo de sindicalista) decía “que los sindicatos no solo se significan por lo que consiguen, sino también por lo que impiden que hagan de negativo contra los trabajadores” y yo siempre he dicho “que quien te pisa la mano, se queda con ganas incluso, de pisarte la cabeza”, ¡Sindicatos SÍ, corruptos y vendidos sindicalistas NO!
Hay que apostar por empleados públicos respetados y motivados, la negociación colectiva debe garantizar ese empleo de calidad y las condiciones salariales. No solo para los empleados públicos, para todo el conjunto de trabajadores hay que reclamar la actualización salarial a precios reales y actuales, un salario justo debe crecer al ritmo que los precios, dignifica el trabajo y recompensa a todos. Es tremendamente injusto que reduzcan nuestros salarios, quienes han sido culpables de la crisis y que ganan entre sueldos, comisiones, dietas grandes cantidades de dinero (no incluyo lo que “algunos” se apropian indebidamente, “joder”, ¿es que no tienen bastante?), luego incluso cuando acaban voluntariamente o no su andadura política, las grandes multinacionales les esperan “con los brazos abiertos y les llenan aún más los bolsillos, ¿por qué será?, son incorregibles estos “defensores de lo Patrio”.

Me olvidaba de los sufridos pensionistas, yo entre ellos, también congelados, copagos medicinales (algunos, incluso, mueren por no poder pagarse las medicinas, es una presunta forma de exterminio de esa “casta”, ¿a quién le he oído yo recientemente esa palabra?). Nos dirá Fátima (no la Virgen, la otra, la Ministra del paro) que no es verdad, que nos han subido el 0,05%, muchas gracias amiga y se las trasladas también a Mariano ¡Faltaría más! Termino, y defiendo al conjunto de trabajadores, a los que no tienen empleo por desgracia, o por culpa de quienes solo hacen política para enriquecerse ellos y sus amiguetes (banca, cajas, multinacionales, “Gürteles, Nóos, preferentes, Eres, paraísos fiscales, financiaciones irregulares y contrataciones en B”, pensiones millonarias de directivos y otros muchos chanchullos) y por supuesto, al conjunto de empleados y empleadas del Servicio Público en general. Por cierto, el coste de estos en España es muy inferior a la media de la Unión Europea, y por debajo de la mayoría de países Comunitarios, que no se engañe nadie. Apostar por Servicios Públicos y sus servidores es apostar por uno mismo, por la calidad y a menor precio.

Las tres cosas enunciadas tienen o deben tener gran valor, el orden es lo de menos, de derecha a izquierda o al revés, incluso, comenzando por la palabra central.

Quiero contribuir un poco a favor de todo lo manifestado en su magnífico escrito publicado hoy en defensa del FUNCIONARIO, por el amigo columnista melillense Juan J. Aranda y si lo han leído el conjunto de funcionarios y empleados públicos en general de nuestra ciudad, supongo que coincidirán conmigo y sobre todo con él en ese análisis tan acertado e inequívoco.

El empleado público, entre ellos el funcionario (cuando digo funcionario y empleado público, claro está no hago distinción entre mujer y hombre, ahí estamos todos representados). Son, somos o hemos sido eso durante todos los años que permanecemos en activo, servidores públicos por y para la ciudadanía, que como muy bien dice Aranda, hemos tenido que opositar en su día a diferentes pruebas ¡abiertas a todos los españoles en general que reuniesen los requisitos exigidos en las convocatorias!, en mi caso particular recuerdo que siendo muy joven, con 18/19 años comencé a prepararme los exámenes de las oposiciones para “Cartero Urbano”, ya estaba trabajando de sol a sol en KIRA, así que quedaban escasas horas diurnas libres. Salía de la tienda a eso de las 20,30 y a las 21 ya estaba en la academia que tenían montada dos funcionarios veteranos de la Posta (Luís Rivas y Antonio) en los bajos del edificio principal de Correos en Melilla (ese que ahora ya no es tal).

Antes de acudir cada día a esas clases, previamente el día anterior nos habían mandado estudiar algunos temas de los textos (temario de Legislación Postal y Geografía Postal incluidas todas las conducciones postales españolas por tren, aire y mar), además de la cultura general y claro, todo eso ¿cuándo lo preparabas y estudiabas? Hincando los codos y sacrificando horas de sueño, de paseos con la novia, es decir, muchos domingos sin salir y repasando en casa o en la suya. Recuerdo, incluso, que cuando me echaba a dormir ya muy cansado, casi no podía pegar ojo, repasaba mentalmente las diferentes cuestiones.

Aprobé en 1970 y como tantos otros, el deber y el trabajo funcionarial nos alejó de familia, novia y amigos, yo que no había cruzado “el charco” nada más que una vez con 16 años hacia Almería (cuando bautizaron a mi sobrina Mari Carmen, hija de mi hermano Paco, funcionario policía, también alejado de Melilla) y desde allí a Cómpeta (Málaga) para visitar a la familia de mi padre. Me destinaron a Manresa (Barcelona) a más de 1000 kms. de distancia, en una pensión o casa particular de una señora “maestressa” y comiendo donde podíamos, entre una cosa y otra casi no nos llegaba el sueldo (solo comimos bien, cuando nos enteramos algunos, que en el cuartel de la Guardia Civil podíamos comer buena comida casera caliente y por la mitad de precio que donde lo hacíamos anteriormente).

La dignidad de ser funcionario y servir al pueblo, nos la daba también el SALARIO, muy escaso siempre por cierto, recuerdo que el primero mío fueron unas 3.600 ptas, era muy escaso y un sueldo base muy precario, que sumado con los trienios simplemente era la paga que nos daban entonces en julio (por el “glorioso”, desdichado 18 de julio) y la de diciembre (nos la daban el mismo día 25 que además trabajabas y sin tiempo a comprar las viandas de Navidad). Durante mucho tiempo por mí conocido, los Carteros y otros funcionarios postales trabajábamos todos los festivos y algunas guardias dominicales, todo un “chollo”. Si en aquellos tiempos ganábamos poco, ahora, de unos años para acá (más o menos 5) los empleados públicos han visto devaluado su salario con una pérdida de poder adquisitivo de un 25%. En el 2010 sufrimos un recorte del 5% por culpa de esas crisis financiera ajena a nosotros, pero, con culpables muy claros (poder financiero y político). En el 2012 nos suprimieron la paga extra, después de muchos años de lucha para conseguir una PAGA DIGNA va el gobierno PPopular y te la quita, y por si fuera poco, desde el 2011 sueldo “ultracongelado”.

El salario diferido también se ha recortado, a saber: Acción social, seguros de accidente, planes de pensiones, etc. Es injusto que el conjunto de trabajadores del país estén percibiendo salarios similares a los de hace 10 años (no solo los funcionarios) pero, afrontando los precios actuales. Si no crece el salario la economía no se impulsa, hay mucho menos consumo y las empresas se resienten.

Hay que apostar por esa dignidad salarial perdida y me consta, que los sindicatos de clase mayoritarios trabajan en ello; alguno dirá, ¡jopé y defiende a los sindicatos! Pues sí, ovejas o garbanzos negros, por desgracia, los hay también en otros muchos estamentos públicos y privados, estos no representan a todos los colectivos. Nicolás Redondo (ejemplo de sindicalista) decía “que los sindicatos no solo se significan por lo que consiguen, sino también por lo que impiden que hagan de negativo contra los trabajadores” y yo siempre he dicho “que quien te pisa la mano, se queda con ganas incluso, de pisarte la cabeza”, ¡Sindicatos SÍ, corruptos y vendidos sindicalistas NO!
Hay que apostar por empleados públicos respetados y motivados, la negociación colectiva debe garantizar ese empleo de calidad y las condiciones salariales. No solo para los empleados públicos, para todo el conjunto de trabajadores hay que reclamar la actualización salarial a precios reales y actuales, un salario justo debe crecer al ritmo que los precios, dignifica el trabajo y recompensa a todos. Es tremendamente injusto que reduzcan nuestros salarios, quienes han sido culpables de la crisis y que ganan entre sueldos, comisiones, dietas grandes cantidades de dinero (no incluyo lo que “algunos” se apropian indebidamente, “joder”, ¿es que no tienen bastante?), luego incluso cuando acaban voluntariamente o no su andadura política, las grandes multinacionales les esperan “con los brazos abiertos y les llenan aún más los bolsillos, ¿por qué será?, son incorregibles estos “defensores de lo Patrio”.

Me olvidaba de los sufridos pensionistas, yo entre ellos, también congelados, copagos medicinales (algunos, incluso, mueren por no poder pagarse las medicinas, es una presunta forma de exterminio de esa “casta”, ¿a quién le he oído yo recientemente esa palabra?). Nos dirá Fátima (no la Virgen, la otra, la Ministra del paro) que no es verdad, que nos han subido el 0,05%, muchas gracias amiga y se las trasladas también a Mariano ¡Faltaría más! Termino, y defiendo al conjunto de trabajadores, a los que no tienen empleo por desgracia, o por culpa de quienes solo hacen política para enriquecerse ellos y sus amiguetes (banca, cajas, multinacionales, “Gürteles, Nóos, preferentes, Eres, paraísos fiscales, financiaciones irregulares y contrataciones en B”, pensiones millonarias de directivos y otros muchos chanchullos) y por supuesto, al conjunto de empleados y empleadas del Servicio Público en general. Por cierto, el coste de estos en España es muy inferior a la media de la Unión Europea, y por debajo de la mayoría de países Comunitarios, que no se engañe nadie. Apostar por Servicios Públicos y sus servidores es apostar por uno mismo, por la calidad y a menor precio.

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