Carta del Editor MH, 17/9/2025
Enrique Bohórquez López-Dóriga
«Esto no puede pasar aquí”, es el título del libro, junto con Babbit, más famoso del escritor norteamericano Sinclair Lewis, que fue el primer ciudadano de los Estados Unidos de América que recibió el Premio Nobel de Literatura. “¿O sí?”, es el añadido moderno al título de un libro que fue publicado en el ya lejano 1935. Un añadido que, tras la victoria de Donald Trump, convirtió a “Esto no puede pasar aquí”, en un bestseller en EEUU y en el Reino Unido, considerando la obra de Lewis como la novela que predijo la aparición de Donald Trump.
‘Eso no puede pasar aquí’ es un libro universal que denuncia que la manipulación es un mal que dormita entre nosotros y que no puede tomarse a la ligera porque…eso sí puede pasar aquí
Berzelius Windrip es Donald Trump (o Pedro Sánchez, si volvemos la vista a España), el personaje central ficticio de la novela. Sinclair Lewis -un escritor muy inteligente y bastante gamberrete- nos comunica la filosofía del senador Windrip, que aspira a ser elegido presidente. La expone en 15 puntos, cada uno aún más disparatado que el anterior, para llegar al colmo del disparate en el punto 15, que dice: “Inmediatamente después de la toma de posesión del presidente, el Congreso introducirá enmiendas constitucionales que estipularán: a) que el presidente tendrá la autoridad para gobernar; b) que el Congreso sólo tendrá un papel de asesor: informar al presidente sobre cualquier legislación necesaria, pero sin actuar hasta que se lo autorice el presidente; y c) que se eliminará inmediatamente de la competencia del Tribunal Supremo el poder de invalidar cualquier acción del presidente, de sus asesores nombrados o del Congreso, dictaminando qué es inconstitucional o iniciando cualquier otra actividad judicial”. Y un delirante apéndice final: “el partido no considera los 15 puntos como obligatorios o no modificables, excepto el número 15.
Esto no puede pasar aquí, pensaba el pueblo estadounidense en el año 1935, cuando Sinclair Lewis público el libro con ese título, con, según la contraportada de la edición española del libro, “la visión de una América en la que un candidato a la presidencia de los EEUU llega al poder cargando contra los emigrantes, la prensa libre y la gente de la cultura, y anuncia que, con él, América volverá a sus raíces y a ser grande otra vez, en un contexto de crisis económica, desempleo y creciente desigualdad social”.
¿Nos suena? El libro -según su acertada contraportada- “va más allá de presentarnos a un personaje demagogo y populista, nos muestra cómo son las personas que anhelan tal líder, cómo piensan, lo que desean, sus preocupaciones…en definitiva, cuál es el caldo de cultivo para ese tipo de discursos. ‘Eso no puede pasar aquí’ es un libro universal que denuncia que la manipulación es un mal que dormita entre nosotros y que no puede tomarse a la ligera porque…eso sí puede pasar aquí”.
Aquí y acullá, la línea entre protección y represión se borra. La falta de libertad, la dictadura disfrazada de democracia, la represión para “protegernos”, sí puede pasar, está pasando, con distinta intensidad, en China, en Estados Unidos, en todas partes, España incluida.
De hecho, eso -la dictadura- sí ha pasado en muchos lugares del mundo, en los 90 años transcurridos desde que Sinclair publicó su libre. Pasó en Alemania, Italia, Rusia, España…por citar solo algunos de los países más cercanos. Pasó también en Estados Unidos, donde Donald Trump ejerció como el 45.º presidente entre 2017 y 2021, y se convirtió en el 47.º presidente a partir del reciente 20 de enero de 2025.
También ocurrió eso, y sigue ocurriendo –la dictadura- en la España actual, con Pedro Sánchez como presidente del país. Leo lo del punto 15 del candidato Windrip, que resumí en un párrafo anterior, con sus apartados a) solo el presidente tiene autoridad para gobernar; b) el Congreso no pinta nada; c) el Tribunal Supremo, cualquier Tribunal que no esté presidido por un esclavo funcional de Sánchez, no podrá tomar decisión alguna que no guste y sea aprobada por el presidente Sánchez.
Aquí y acullá, la línea entre protección y represión se borra. Esa es una de las expresiones del magnífico artículo de Gonzalo Fernández en nuestro periódico del pasado domingo, “Control digital, crédito social y vigilancia algorítmica, el copiado modelo chino”. Con una “conclusión: aunque Occidente – la democracia- se presenta como la antítesis de China -la dictadura- ofreciendo libertad frente a autoritarismo, la convergencia es evidente. El crédito social chino es centralizado y vertical; en Occidente, fragmentado y en parte privatizado. Sin embargo, ambos transforman al ciudadano en objeto de puntuación, vigilancia y manipulación. La gran diferencia no está en el “qué” sino en el “cómo”. En Pekín se hace en nombre de la “armonía social”, en Washington y Bruselas en nombre de la seguridad, la salud o el mercado. El dilema del siglo XXI ya no es entre libertad o seguridad, sino entre ser ciudadano o ser un simple dato. Eso, la falta de libertad, la dictadura disfrazada de democracia, la represión para “protegernos”, sí puede pasar, está pasando, con distinta intensidad, en China, en Estados Unidos, en todas partes, España incluida.
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La dictadura sí puede llegar aquí
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