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La caspa, la casta y la rasta

Ahora, en nada de tiempo, el término “casta” está en desuso. Yo creo que es porque antes venía bien cuando iba dirigida a los políticos de la etapa anterior, que yo les hubiera llamado “de la caspa”. Los de la “rasta”, como buenos protestones, emergieron con la excitación y el revuelo en las plazas públicas, con la intención de establecer unas nuevas fuerzas políticas.

Claro que ante la maraña de: “… La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece…”, esa razón no parece tan “fermosa”, que digamos, ya que deben esperar que reverdezca la que han plantado, antes de que se seque y se mustie, que es lo que aparentemente, junto a la derechona, representaban hasta la saciedad, al can del dueño de la huerta. Aunque tampoco hay que remontarse a Valle Inclán, con su “Esperpento”, porque la situación tan ridícula y grotesca, a que nos han llevado todos ellos, la estamos soportando, con estoicismo y resignación, como siempre, claro.

Buscando el quid de la cuestión sobre la actuación de los rojos, azules, amarillos y morados, en los últimos días, lo que se puede ver, o se intuye, es que los que tienen la pasta gansa, de una u otra forma, han controlado el poder político desde que al dictador se le olvidó de respirar, y además sin querer ceder nada de lo que heredaron de su privilegiada y “casposa casta”. Hay quien cree que ese poder ya les viene concatenado desde el 18.07.1936, y refrendado el 1.04.1939, cuando “…desarmado y cautivo el ejército rojo…”.

Que el PSOE haya calificado de “chantaje” la propuesta de un acuerdo de gobierno junto a Podemos, ilustra muy bien que pudo haber dicho “ofensa”. Porque los mandamases socialistas, y no digamos algunos de sus barones, han tomado como tal que los de un partido nuevo, y sin pedigrí, en el manejo de los asuntos de Estado, hayan tenido la osadía de ponerles condiciones. Porque creían que los de Iglesias estaban llamados a poner sus votos a su disposición para sustituir a Mariano en La Moncloa; y así gobernar en nombre de una supuesta unidad de izquierdas, que el PSOE sería el único encargado de gestionar.

Ahora, desde todos los frentes, critican a Podemos con furia y ensañamientos, por las “formas”, pero no debemos olvidar que antes, legislatura tras legislatura, tanto el PP, como el PSOE, perdían sus vergüenzas, no toreras, hasta escandalizarnos a todos. Eran como los lobos de una manada, con insultos alitosos, agrediéndose sin límites, casi siempre subiendo disimuladamente el tono, para ocultar que no estaban tan en desacuerdo en lo fundamental, como los aforamientos y puertas giratorias. Ahora resulta que decir lo que uno espera obtener en una negociación es un atentado, o que es una humillación para el PSOE, que Pedro Sánchez, por “una sonrisa del destino que tendrá que agradecer”, hubiese sido Presidente con sólo 90 diputados.

Iglesias y los suyos, en pocas palabras, ya le dijeron que si querían el cambio, que cuenten con los que quieren cambiar, porque ellos han entrado en la escena para eso, y no para otra cosa, o sea, para que Mariano levante su culo de la poltrona “monclovita”, y se largue a su plaza de Registrador de la Propiedad. Y los de PP naranja, dicen que mientras a la cabeza del PP azul, siga siendo ese Registrador, que nanay, y que no cuenten con ellos. Y ahora voy yo y me lo creo. Aunque claro que para seguir controlando el poder, los más listos de la“casta”: la gente del dinero, los del PP y PSOE, (por ese orden), estarían muy satisfechos si ambos relevos se produjeran. Pero creo que lo tienen un pelín complicado, porque veremos cómo salen del atolladero con ese 40% que se comenta que le han dejado para junio.

Friedrich Martin Niemölle escribió: “Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron a por los judíos, no pronuncié palabra, porque yo no era judío. Cuando finalmente vinieron a por mí, no había nadie más que pudiera protestar”.

He citado a Nimölle porque era un pastor luterano, alemán, antinazi y sobre todo, poeta. Dice un amigo que cuando se habla de estos temas hay que hacerlo con mucha profundidad. Yo le he contestado que quien quiera algo más profundo, se ponga una lavativa de agua calentita, y que un gastroenterólogo le practique una colonoscopia. Él, como siempre, se ríe. Y yo, no te jode.

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