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“La alegría de los pacientes es nuestra alegría y su triunfo es el nuestro”

El oncólogo del Hospital Comarcal de Melilla, Eduardo Triguboff, apunta que más del cincuenta por ciento de los cánceres se podrían prevenir modificando hábitos alimenticios, tabaquismo, sedentarismo o la exposición al sol.

El 4 de febrero la Organización Mundial de la Salud (OMS) apoya a la Unión Internacional de lucha contra el Cáncer en la promoción de formas de disminuir la carga mundial del cáncer.

El lema de este año es la equidad en todos los rincones del mundo para que la posibilidad de tratamiento y curación sea igual a nivel mundial y al alcance de todos. En Melilla, el facultativo especialista en Oncología Eduardo Alberto Triguboff Ginsberg lidera un equipo de profesionales que atiende en la actualidad a más de tres mil personas en la ciudad. Con él hemos mantenido una entrevista para conocer la situación de la asistencia de la sanidad pública con respecto al cáncer.

– ¿Cuál es la situación actual del cáncer en Melilla tras finalizar 2022?

–  En Melilla se está dando, que es lo que venimos comentando a nivel de oncólogos que, como resultado de la pandemia, están llegando cánceres más avanzados. Es decir, con diagnósticos más tardíos, lamentablemente. A diferencia de otros años que más precozmente recibíamos los pacientes con cáncer, en estadios más tempranos, por decirlo de otra manera. Lamentablemente esto se va a ver durante, creemos, los próximos cinco años como consecuencia de lo que pasamos estos dos últimos años por la pandemia .

– En números, ¿cuál es la incidencia del cáncer en Melilla?

– Estamos en la media española. En el hombre el más frecuente es el de próstata, seguido del de pulmón y del colorectal. En el caso de la mujer: mama, colorectal y pulmón. Un cuarto puesto que tenía el cáncer de pulmón en la mujer pasó a ser un tercer puesto debido a que, si bien en el hombre se redujo el hábito tabáquico, en la mujer está aumentando.

– Entonces, son los hábitos los que provocan el cáncer o la predisposición genética…

– La predisposición genética ocupa de un dos a un cinco por ciento a nivel del cáncer. También  está la edad, pues vivimos más y, por tanto, estamos más expuestos a padecer la enfermedad. El 95% de los cánceres aparecen de forma espontánea y más del cincuenta por ciento se podrían prevenir modificando hábitos alimenticios, el tabaquismo, el sedentarismo o la exposición al sol. Y, contribuyendo con el diagnóstico precoz. Es decir, participando en las campañas que se hacen de detección de cánceres de cervix, mama, próstata, colorectal, etc. Si la gente hiciera caso a las cartas que enviamos de citas para hacerse las pruebas, los diagnósticos serían más tempranos y eso, por supuesto, daría lugar a un mayor supervivencia y, realmente, curación.

– Pero; los porcentajes de participación son muy bajos, ¿por qué?

– Es algo que lo estamos viendo a través del INGESA y de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC). Intervienen factores culturales, religiosos, “de a mi no me va a tocar”, “no voy a hacer caso porque le puede tocar al vecino pero a mi no”. Lamentablemente pasa eso: reciben la carta, la rompen y la tiran.

– ¿Y el miedo?

– Obviamente el miedo sigue; pero, se sigue estigmatizando la palabra “cáncer”, así como al término “cuidados paliativos”. La gente le sigue teniendo miedo al cáncer a pesar de que esa palabra abarca un montón de enfermedades distintas y que, desde el 2010 a la actualidad, se han obtenido avances que se escriben con letras mayúsculas directamente. Es decir, el perfeccionamiento de los tratamientos tiene como resultado de que ya no es un tratamiento dirigido a un cáncer, sino es un tratamiento a una persona que está padeciendo un determinado cáncer que ya es propio de esa persona y que lleva un tratamiento muy específico: de quimioterapia, inmunoterapia, molecular, biológico, radioterapia… que da muchas posibilidades de cura. Quizás, el impacto golpea a todos; pero esa frontal es el primer impacto y, obviamente, se sale adelante porque uno  se entera de la gente que va muriendo; pero no de la cantidad de gente que ya hay curada aquí en Melilla.

– En el aspecto humano, ¿cómo es la consulta de estos pacientes cuando llegan? ¿están concienciados de esa enfermedad o es usted quien tiene que transmitirles su situación?

– Hay compañeros que aún les cuesta transmitir al paciente que tiene cáncer. Entonces, un determinado porcentaje de pacientes llega a la consulta sin saberlo. Se lo intentas decir de una forma que no sea chocante porque hay que tener en cuenta que en el momento que tu le nombras la palabra “cáncer” es como que al paciente se le derrumba el futuro. De un momento a otro se le cayeron todos los sueños, todas las inquietudes que tenía, todos los proyectos que tenía para mañana. Y no, es una enfermedad con la que hay que luchar, es una enfermedad que hay que combatirla codo a codo donde nosotros podemos aportar lo científico pero el paciente tiene que aportar sus ganas de vivir y sus ganas de luchar y de superación. Y la pueden superar por completo, así como en su momento se pensaba que con el VIH iba a morir toda la gente que, sin embargo, se transformó en  una enfermedad crónica, hay cánceres avanzados que muchas veces se transforman en enfermedades crónicas y el paciente termina falleciendo a los cien años por vejez, no por cáncer.

– ¿Cómo hay que actuar en comunicación?

– Decir la realidad tal cual es: “mire, usted tiene un cáncer, pasa esto, hay que hacer esto…”, darle todas las alternativas y mostrarle al paciente que no se termina el mundo. Cuando yo terminé la especialidad en 1987 era escasamente lo que existía. Por ejemplo, un diagnóstico de melanoma sabías que se te iba a morir a los seis meses y, ahora, un diagnóstico de melanoma sabes que, prácticamente, se puede curar. Cánceres colorectal y de mama en casi un noventa y cinco por ciento se curan. En cánceres de pulmón depende del estadio y de qué tipo. Actualmente con quimioterapia e inmunoterapia tienen una esperanza de vida muy larga e, incluso,  muchos llegan a curarse.

– ¿Cuál es el censo de los pacientes que trata aquí?

– Siempre teniendo en cuenta que venimos de una pandemia, las cifras no pueden ser tan exactas. Así como el número de casos detectados a nivel mundial, o en España según el Instituto nacional de Estadística, son datos que habría que ver de tres a cinco años porque estos datos están sacados en base al año 2019. En los años 2020 y 2021 son datos… medios… tomados con pinzas. En el año 2022 le podría decir que en primera visita aquí, en Oncología, tuvimos 446 pacientes y en la consulta de revisión tuvimos 2.682 pacientes. Eso implica que son 3.128 pacientes. En las revisiones son pacientes que, sobre todo, llevan de cuatro a ocho años ya de supervivencia de un cáncer y que la palabra cáncer no los mató, sino que vienen a revisiones porque se tienen que hacer los controles; pero van por la calle, pasean, se van a veranear… como cualquier persona normal.

– ¿Cuál es el papel de las asociaciones que colaboran en la asistencia a los pacientes con cáncer?

– Yo le puedo hablar del papel de la AECC porque estoy dentro de ella. Es muy importante su papel: le brindamos ayuda psicológica, social y un piso cuando tienen que ir a Málaga para recibir radioterapia. Durante la pandemia, que había restricciones y ese piso era insuficiente para la cantidad de pacientes, se les pagaba los hoteles para que pudieran ir a radioterapia. También se les brinda ayuda para fisioterapia, prótesis, cama ortopédica… para lo que necesiten. Inclusive, en algunos momentos, y a determinadas familias… porque hay que tener en cuenta que, cuando se diagnostica el cáncer y lo sufre el paciente, hay una desestructuración de la familia también. Entonces, les brindamos ayuda económica y alimenticia.

– Por último, en el plano humano, ¿cómo es vivir con esta enfermedad como médico? ¿lleva toda la vida laboral dedicada a esta especialidad?

– Sí, ya llevo treinta y cuatro años de oncólogo y creo que ni se me ocurre pensar en otra especialidad. Mi interés, cuando terminé mi carrera de médico, era seguir con la investigación y como se complicaba seguir con esa investigación, pensé que lo más cercano, en ese momento, en  esa época que yo vivía, era la Oncología. Así es como uno se va metiendo cada vez más y va empatizando tanto con la persona y con la enfermedad. Vivimos una lucha codo a codo, de un lado y del otro del escritorio, lo vivimos a la par. Por suerte, he dado con un equipo sensacional y trabajamos todos en conjunto, somos una familia aquí dentro del Hospital, en la Unidad de Oncología, donde creo que nos sentimos todos muy humanos y comprendemos muchísimo a la familia y al paciente. Creo que convivimos con ellos la enfermedad y el triunfo de ellos… la alegría de los pacientes es nuestra alegría y su triunfo es el nuestro.

Rosa Mª Martínez

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“La alegría de los pacientes es nuestra alegría y su triunfo es el nuestro”

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