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José Félix Moreno: “El ejército lo ha sido todo para mí, con una vida intensa y feliz”

José Félix Moreno, en la toma de posesión como Director del Centro de Historia y Cultura Militar

El coronel José Félix Moreno Belmonte ha pasado recientemente a la reserva activa, tras 47 años de profesión en el Ejército, y su último puesto ha sido el de Director del Centro de Historia y Cultural Militar de Melilla (CHCM), en el que ha permanecido 5 años. Sin embargo, con motivo de la pandemia del coronavirus no ha podido tener el reconocimiento que realmente se merece, después de tantos años de servicio en las Fuerzas Armadas, pero como homenaje a su dilatada trayectoria ofrecemos esta entrevista que gentilmente ha concedido a MELILLA HOY, en la que repasa su vida militar, desde su inicios en 1974, cuando entró en la Academia General Militar, hasta la actualidad. El melillense, de 64 años de edad, nos habla también de su pasado como deportista y de su etapa como presidente de la Federación Melillense de Balonmano durante 8 años. El primer destino del melillense como oficial de Infantería fue en 1980, en Lanzarote (Canarias), para posteriormente ocupar otros puestos a medida que iba ascendiendo, pasando por cuerpos como La Legión o Regulares, hasta llegar a coronel de la USBAD y del CHCM.
Nació en Tauima (antiguo Protectorado Español), dado que su padre también era militar, pero con tan solo dos meses su familia se trasladó a Melilla, donde pasó su infancia, por lo que es melillense de pura cepa. También pasó los primeros años de su vida en Sidi Ifni, El Aiún (Sáhara) y Villacisneros.
En Melilla ha sido capitán, comandante y teniente coronel del Tercio Gran Capitán I de La Legión, y teniente coronel Jefe de la Plana Mayor de Regulares, hasta su ascenso a coronel, que le tocó crear la USBAD y finalmente fue nombrado Director del CHCM.
-¿Cuántos años ha estado en el ejército?
En las Fuerzas Armadas he permanecido 47 años, pero ahora, como se suele decir, por imperativo legal paso a otra etapa de mi vida en la que toca ya dedicarle más tiempo a la familia y a las aficiones.
-¿Por qué decidió hacer vida militar?
Lógicamente, cuando estás en contacto con una profesión, como pasa en otras familias de médico, abogado y demás, siempre hay una tendencia a aficionarte o tener una cercanía mayor con la profesión que estás viendo desde pequeño, que en este caso ha sido la de mi padre, pues desde mi infancia he estado ligado al ejército y a sus destinos militares, aunque el tema de la medicina también me ha gustado. De hecho, cuando me presenté a la Academia Militar, como hasta un mes después no sabía si ingresaría en la misma, me matriculé en medicina, en Sevilla, por si acaso no entraba en el ejército.
-¿Qué destacaría de toda su trayectoria miliar?
Ha sido muy importante, ya que he vivido con mucha intensidad mi profesión. He sido feliz y he disfrutado bastante, con sus momentos muy buenos y menos buenos, porque ha habido de todo. Melilla ha sido, por así decirlo, volver a mis orígenes porque aunque yo nací en Tauima, a los dos meses mi familia se vino a Melilla, y mi identidad es con la ciudad. De hecho, mis padres fallecieron hace poco aquí, donde residen mis hermanos, tíos y primos. Tengo una vinculación muy grande y en los períodos en los que he estado fuera de Melilla, por destino o formación, siempre he vuelto en verano o en vacaciones. Aquí he tenido una gran suerte profesional porque he podido estar destinado en todas las unidades más prestigiosas de nuestro ejército, como son La Legión y Regulares. También he formado parte de una serie de proyectos locales, que tuvieron una gran repercusión a nivel nacional, como fue la creación de la Unidad de Servicio y Base Discontinua. En Melilla y en Ceuta se hizo el prototipo, pero aquí fue donde se hizo de forma decidida.
-¿En qué ciudades ha residido por su profesión o circunstancias familiares?
He residido por mi infancia y juventud, por este orden, en Tauima, Melilla, Sidi Ifni, El Aiún (Sáhara) y Villacisneros, de donde me fui a la Academia Militar, aunque en aquellos tiempos sí se podía decir que era viajar, pues tardé tres días en llegar. Por entonces, no había teléfonos móviles, pues te despedías de la familia y cuando llegabas al destino mandabas un telegrama, informando de que estás bien y te has presentado en Zaragoza, pues no había otra forma de comunicación. Luego, mi período de formación se desarrolló en Zaragoza y al elegir el arma de Infantería también estuve en Toledo, que es donde está la Academia de Infantería. Posteriormente, los destinos que he tenido han sido Lanzarote, Toledo, León, Granada, Madrid y Melilla, que es donde he desarrollado la mayoría de mi carrera profesional durante 30 años, 13 como teniente coronel de la I Bandera del Tercio Gran Capitán I de La Legión, 7 como teniente coronel Jefe de la Plana Mayor de Regulares, 3 como Jefe del proyecto nacional de la Unidad de Servicios de Base Discontinua (USBA) Teniente Flomesta y 5 años como Director del Centro de Historia y Cultural Militar. Todos los destinos de Melilla han sido de libre designación, es decir, no ha sido por antigüedad, sino que entre los que piden el destino a las vacantes, el mando decide por motu propio a quién destina.
-¿Se ha podido despedir oficialmente del ejército mediante algún acto militar?
Desafortunadamente no ha podido celebrarse ningún acto oficial por la situación del coronavirus. Incluso con mi personal estoy pendiente de despedirme, pues el pasado mes, cuando se produjo el cese, estábamos en plena vorágine de restricciones y de hecho la despedida, quitando el mando directo, ha sido a través del correo electrónico, en el que además de expresar mi gratitud por el tiempo que han estado conmigo y el buen trabajo que han desarrollado, llegará el momento en el que podremos reunirnos y darnos un brazo de despedida. La situación ha sido bastante fría y extraña al final de mi vida profesional por estas circunstancias del maldito bicho, pero bueno hay que saber amoldarse a la situación.
-¿Qué ha significado para usted el ejército?
El ejército lo sido todo todo para mi en la vida y una gran satisfacción, aunque muchas veces cuando comienzas la formación (son 5 largos años duros), en ocasiones no tienes las ideas claras de si al final, cuando terminas el período de formación y sales de oficial de la Academia, realmente te va a llenar por completo, pero yo puedo decir que para mí ha sido una enorme satisfacción. He disfrutado en todos y cada uno de los destinos en los que he estado, aunque hay momentos duros, sobre todo yo que soy muy friolero como buen sureño. Recuerdo unas maniobras en Chinchilla, en pleno invierno, en las que lo pasé mal. Por entonces, era teniente coronel del Tercio y hacía una oleada de frío tremenda, a once grados bajo cero. Para mí, ha sido una gran satisfacción en cada uno de los puestos en los que he estado, siempre he intentado aportar mis conocimientos, ideas e inquietudes, y empaparme de la lógica idiosincrasia especial de cada unidad o centro, tratando de impulsarlo y mejorarlo en la parte que te corresponde como profesional de las Fuerzas Armadas.
-¿Qué condecoraciones ha recibido?
Tengo la Cruz, la Plata y la Encomienda de San Hermenegildo, tres Cruces al Mérito Militar con Distintivo Blanco y cuatro felicitaciones en la hoja de servicio. También estoy en posesión del curso de profesor de educación física, de oficial especialista en carro de combate y otra serie de cursos, como el de Derecho Internacional Humanitario.
-¿Cuáles han sido sus mejores recuerdos en el ejército?
Lo que más me ha llenado de satisfacción es, sin lugar a dudas, ser teniente coronel de la I Bandera del Tercio, ser el primer Jefe de la Unidad de Servicio y Base Discontinua en Melilla, que hoy en día se llama Teniente Flomesta, y mi último destino como Director del Centro de Historia y Cultura Militar.
-¿Y los peores?
En cuanto a situaciones desagradables no tengo ninguna, pues he disfrutado mucho de mi profesión, aunque ha habido momentos menos buenos en cuanto a ejercicios y maniobras, además de tomar decisiones un tanto complicadas, pero no tengo ningún recuerdo negativo. Quizá a nivel personal me afectó bastante que cuando falleció mi padre yo estaba de maniobras en Córdoba y no pude estar a su lado en sus últimos momentos. Eso para mí fue un recuerdo bastante negativo, se encontraba bien de repente, pero falleció.
-También se ha dedicado al deporte. ¿Pero cómo surgió la posibilidad de convertirse en el presidente de la Federación Melillense de Balonmano?
La verdad que el deporte lo he practicado desde joven. En el balonmano me inicié con 12 años, en el antiguo Sáhara Español, y yo pertenecía al equipo del Estudiantes. Posteriormente, en la Academia Militar, siempre fui muy aficionado a diferentes tipos de deporte. En Zaragoza participé en la ligas de balonmano y de rugbi, y a nivel profesional he practicado pentalón militar. Recuerdo que competí, en el último año ya como capitán, en el Campeonato Militar de la Región Sur, de Andalucía, Ceuta y Melilla, que se celebró en Melilla. También he hecho carrera de orientación y esgrima. Luego he compaginado el deporte militar y civil, así que en Granada jugué en la Primera División de Balonmano, con el Universitario, y conseguí un tercer puesto en el Campeonato de España de Tiro, en la modalidad de Fusil. Y con el Club Ebidem Melilla también he jugado, además de pertenecer a su Junta Directiva, pero el hecho de entrar en la Federación Melillense de Balonmano fue un compromiso personal con mi antecesor, Fernando Chozas, con el que me une muy buena amistad y le tengo un gran cariño. Me involucró en el tema de acceder a la presidencia de la Territorial, donde estuve 8 años.

Antonio Calderay

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