Carta del Editor MH, 24/11/2024
Enrique Bohórquez López-Dóriga
Cité en el final de mi Carta anterior una frase, empresarial y aplicable a cualquier ámbito social, que me impactó: “Decir lo que hacemos y hacer lo que decimos”. Empiezo a escribir esta Carta y envío lo que tengo escrito al -para mi hasta ahora no utilizado- ChatGPT, que me lo devuelve de la siguiente manera:
“El lema “Decir lo que hacemos y hacer lo que decimos”: Este lema, extraído de una conferencia de inversores, se resalta como una filosofía de coherencia y transparencia. Hay que admirar esta postura, que sugiere que podría ser una manera de recuperar la confianza en las instituciones y en la gestión económica. Este principio de integridad se contrapone a la desconexión entre lo que se promete y lo que realmente ocurre en la política y la economía española. En resumen, el texto utiliza una mezcla de crítica política, reflexiones sobre la gestión económica, y referencias literarias para mostrar un panorama desalentador sobre la situación actual en España, proponiendo la necesidad de una reforma que reduzca la burocracia, aumente la transparencia y fomente la eficiencia en la gestión pública. La figura de Trump y su relación con Elon Musk se presenta como un contraste de “valentía” frente a lo que se considera cobardía política en el ámbito español”.
El camino que podemos y debemos seguir en Melilla: ser conscientes de que no son las políticas públicas las que contribuyen a aumentar a la vez la riqueza y la igualdad, sino factores inherentes al propio funcionamiento del mercado, el crecimiento de la riqueza y su igualación
Lo leo y siento como si alguien hubiera leído lo que he escrito, alguien con Inteligencia Artificial, opinara sobre lo que escribí y le envié. Escribí yo después que es posible que las grandes acciones tecnológicas, como Nvidia, hayan perdido parte de su brillo. Desde el 28 de agosto, cuando la compañía informó que sus ganancias y ventas trimestrales se duplicaron, Nvidia ha caído un 7%, lo que marca una desaceleración en su impresionante crecimiento del último año. Para saber más le pregunto al Chat GTP a qué se dedica la famosa Nvidia, la estrella de la Bolsa.
La respuesta: “Nvidia es una empresa tecnológica especializada principalmente en el desarrollo de unidades de procesamiento gráfico (GPU), que se utilizan en una variedad de sectores, desde los videojuegos hasta la inteligencia artificial (IA), el aprendizaje automático, el análisis de datos, la automoción y la computación científica. Es conocida por sus tarjetas gráficas GeForce, que son populares en el mercado de los videojuegos, y sus soluciones profesionales como las series Quadro y Tesla, dirigidas a estaciones de trabajo y servidores. Además, Nvidia ha expandido su enfoque hacia áreas como la conducción autónoma con su plataforma Nvidia DRIVE y la infraestructura para IA mediante su plataforma Nvidia DGX, que se utiliza en centros de datos para acelerar el entrenamiento de modelos de aprendizaje profundo. La compañía también tiene presencia en el sector de los sistemas integrados y el software, con tecnologías como CUDA, que permite a los desarrolladores aprovechar el poder de las GPUs para tareas computacionales generales”.
Los algoritmos del Chat, como los de Facebook, descubrieron que la indignación generaba implicación así que, en busca de la implicación del usuario, los algoritmos tomaron la terrible decisión de extender indignación
Lo leo, entiendo poco, lo vuelvo a leer y voy entendiendo más cómo una empresa tecnológica proveedora de otras grandes empresas es más fuerte que ellas. Y me autopregunto: ¿esto qué le importa a Melilla y a los melillenses? Me auto respondo: mucho, aunque pueda no parecerlo. Esto nos indica el camino que podemos y debemos seguir en Melilla: ser conscientes de que no son las políticas públicas las que contribuyen a aumentar a la vez la riqueza y la igualdad, sino factores inherentes al propio funcionamiento del mercado: el crecimiento de la riqueza y su igualación forman parte de la lógica del capitalismo liberal.
Introduzco esta última frase en ChatGPT y me dice: “Esta afirmación refleja una perspectiva centrada en la idea de que, dentro de un sistema capitalista liberal, el crecimiento económico y la distribución de la riqueza son procesos que se regulan principalmente a través de las dinámicas del mercado, sin necesidad de intervenciones significativas del Estado o políticas públicas. Desde esta visión, el mercado, al fomentar la competencia y la innovación, generaría crecimiento económico, lo que, a su vez, beneficiaría a diferentes estratos sociales de forma equitativa, ya que la expansión económica tiende a crear empleos, aumentar los ingresos y mejorar las condiciones de vida en general. Además, en una sociedad capitalista liberal, se cree que las fuerzas del mercado tienden a reducir las desigualdades a largo plazo, ya que se valora la movilidad social y el acceso a oportunidades basadas en el mérito. Sin embargo –aquí viene el sesgo de lo políticamente correcto del Chat, que es lo económica y socialmente erróneo, en mi opinión – es importante señalar que este punto de vista ha sido objeto de debate. Críticos del capitalismo liberal argumentan que las políticas públicas son esenciales para garantizar que el crecimiento económico no se traduzca solo en beneficios para los más acomodados, y que la riqueza se distribuya de manera más justa. También señalan que el mercado por sí solo puede generar desigualdades significativas si no existen mecanismos para corregir fallas del mercado, como la concentración de poder económico, el acceso desigual a recursos, o la explotación laboral”.
El sello distintivo de la IA es la capacidad de una máquina de aprender y actuar por sí misma (Nexus, de Yuval Noah Harari). Inteligencia y consciencia son cosas muy diferentes
Tengo pendiente encontrar, comprar y leer un libro, “Más ricos y más iguales: una nueva historia de la riqueza en Occidente”, de Daniel Waldenstrom, lleno de datos, del que me han hablado mucho y cuyo título, con el que coincido, es suficientemente explicativo.
En fin, los algoritmos del Chat que, como los de Facebook, por citar otro ejemplo, descubrieron que la indignación generaba implicación así que, en busca de la implicación del usuario, los algoritmos tomaron la terrible decisión de extender indignación. El sello distintivo de la IA es la capacidad de una máquina de aprender y actuar por sí misma (Nexus, de Yuval Noah Harari). Inteligencia y consciencia son cosas muy diferentes. En los humanos, inteligencia y consciencia suelen ir juntos, pero es un error extrapolar lo que hacen los humanos y otros mamíferos a todas las entidades posibles.
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¿Inteligencia? Artificial
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