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Informe sobre inmigración de UPyD

Pocos temas son tan suculentos para el populista como la inmigración: azuzar el miedo hacia el extranjero, que viene a robarte el trabajo, el dinero, la atención sanitario y casi hasta la casa, puede encontrar numerosos adeptos en tiempos de penuria económica. Pero, ¿son ciertos los clichés que agitan xenófobos como Marine Le Pen o Geert Wilders? ¿Es el inmigrante realmente un lastre? ¿Qué impacto real tienen sobre nuestra sociedad? La Comisión Europea desmonta con un estudio la falacia del “malvado” inmigrante que pretende ocupar un lugar que no le pertenece.

Integración
Durante la campaña electoral Francisco Sosa Wagner, Jefe de Delegación de UPyD en el Parlamento Europeo, afirmó sin cesar que “todo lo que no hagamos los demócratas por integrar a los inmigrantes lo harán los xenófobos por expulsarlos”. Hoy, a la luz de este estudio, no podemos sino reafirmarnos en nuestra convicción de que no debemos dejarnos llevar por el entusiasmo de quien agita el miedo al inmigrante como excusa para llevar a cabo políticas xenófobas, discriminatorias y, en definitiva, antidemocráticas.
¿Hay demasiados inmigrantes?
Uno de los principales argumentos que se oyen hoy en día tiene que ver con el “exceso” de inmigrantes en los Estados Miembros, a los que les iría mejor con menos –o con ninguno, a ser posible. Poco tiene que hacer este argumento si lo contrastamos con cifras, como hace el estudio. “La Unión está encogiendo”, afirma el texto. Y es que, si tras la Segunda Guerra Mundial la población de la UE de los 27 era el 14,5% de la población mundial, hoy sólo alcanza el 7% con sus 500 millones de habitantes. Es más: según EUROSTAT, si se mantienen la tendencia, en 2050 habrá 58 millones de personas menos de las que había en 2010.

Europa encoge, pero también envejece. No sólo hay cada vez más personas mayores de 65 años, sino que también hay menos personas jóvenes. No hace falta ser un genio matemático para saber el impacto que una población cada vez más envejecida tendrá sobre nuestro sistema de pensiones y de salud público… o para entender que la llegada de nuevos inmigrantes equilibrará la balanza de contribuyentes y dependientes.
¿Te roba el inmigrante el trabajo?
Este es otro de los grandes tópicos que varía entre Estados. Por lo general, es directamente proporcional al porcentaje de desempleo, así que el estudio considera que esta percepción tiene más que ver con factores socioeconómicos que con la inmigración en sí: en 15 de los 23 Estados Miembros analizados se empezó a dar esta correlación a partir de 2008, año de inicio de la crisis.

También es falaz que sólo se necesite mano de obra cualificada. Es cierto que se aspira a tener una economía basada en el conocimiento, pero ello no quiere decir que no haga falta cubrir puestos que requieran menos formación que otros y que, en muchos casos, los propios ciudadanos de los Estados Miembros no quieren desempeñar. Advierte el estudio sin embargo del peligro de generalizar en este sentido, puesto que el perfil del inmigrante varía de forma importante entre los distintos Estados Miembros.

La presunción de que los inmigrantes son siempre mano de obra poco cualificada es también errónea, pues el estudio explica que los países con políticas de inmigración menos restrictivas en sectores específicos que requieren una alta cualificación tienen un mayor número de patentes, así como un impacto positivo en la productividad de aquellos entornos laborales más heterogéneos.
¿Es el inmigrante un lastre para el Estado del Bienestar?
Al acceder a ayudas relativamente comunes del Estado –desempleo, ayudas a la vivienda, ayudas por hijos…-, se tiende a percibir al inmigrante como alguien que lastra el sistema público. Estas ayudas tienen sin embargo un coste relativamente bajo si se compara con el sistema público de salud y el de pensiones: en general, la mayor parte de la población inmigrante es de media más joven que la de los Estados Miembros y desarrolla una actividad económica, así que la mayoría son contribuyentes netos al Estado del Bienestar.

Avalancha de solicitantes de asilo
Los Estados Miembros del Mediterráneo claman contra una supuesta marea humana de solicitantes de asilo y refugiados. La realidad sin embargo es tozuda, y las cifras muestran una vez más que las apariencias engañan. Es cierto que hay más solicitantes de asilo, pero ni están saturando Europa, ni se concentran sólo en los Estados del sur. De hecho, el número de refugiados en el mundo se ha mantenido relativamente estable desde los años noventa. No ha ocurrido lo mismo con los desplazados internos, que se han disparado hasta los veintiún millones. Además, las dificultades para atravesar las fronteras hacen que muchos refugiados no estén tanto en Europa como cerca de ella. Es más: según EUROSTAT, el 57% de las solicitudes de asilo que se produjeron el año pasado fueron para Alemania, Francia y Suecia, Estados Miembros que no se encuentran precisamente en la periferia de la Unión.

Suele creerse que los inmigrantes que tratan de llegar a Europa cruzando el Mediterráneo en pateras buscan beneficiarse del sistema de asilo para integrarse en el mercado laboral europeo, pero la realidad es que mucha gente ignora el perfil que tiene este tipo de población, puesto que provienen de países que no son habitualmente aquellos de los que provienen los demandantes de asilo.

Inmigrantes en las escuelas
¿Es malo que mi hijo comparta pupitre con el hijo de un inmigrante? ¿Se verá afectada la calidad de la enseñanza del centro escolar? Los acérrimos defensores del “sí” empezarán a bombardearnos con estadísticas que muestran que, efectivamente, los menores de origen inmigrante tienen un rendimiento menor, independientemente del tipo de centro al que acudan. Una cosa es que los datos sean ciertos, y otra muy distinta es que se estén interpretando como deben: el bajo rendimiento no se debe al origen de esos niños, sino a los recursos materiales de los que disponen.

El estudio analizó datos del informe PISA del año 2009 y observó que, por lo general, los hijos de familias con un entorno multicultural tenían un mejor rendimiento; cuando este no era el caso, el motivo estaba principalmente en las características socioeconómicas de la familia. Es decir: que los hijos con uno o ambos progenitores de origen inmigrante rindan menos no tiene que ver con su procedencia, sino con el nivel socioeconómico un porcentaje importante de ese tipo de familias.

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