Carta del Editor.
MH, 14/12024
Enrique Bohórquez López-Dóriga
La afiliación de empleadas de hogar y el campo es la más baja en 11 años, tras la subida del salario mínimo (ABC del jueves). Tras saberlo, la comunista Yolanda Díaz, vicepresidenta y ministra de Trabajo, anuncia que el salario mínimo subirá “mucho” en 2024. Conclusión evidente: la afiliación– empleados públicos excluidos, colócanos a todos!, de nuevo- bajará aun más este año en España, que se seguirá pareciendo cada vez más a la actual Venezuela, también comunista y con millones de venezolanos huyendo del “paraíso comunista”, como lo hicieron -aunque no tantos, porque muchos murieron en las alambradas que “protegían” el paraíso- los alemanes del Este hacia el “explotador capitalista Oeste.
Prefiero no entrar en los datos de las bajas médicas en Melilla, un lugar privilegiado para los que se especializan, con gran maestría, en cobrar sin trabajar
Más madera, como dirían los hermanos Marx: Las bajas médicas se disparan, en España, hasta el 36% de los trabajadores (El Mundo, 2/1/2024). Prefiero no entrar en los datos de las bajas médicas en Melilla, un lugar privilegiado para los que se especializan, con gran maestría, en cobrar sin trabajar, a los que, cuando les recuerdan que tienen que trabajar y cumplir con sus contratos, les ataca una súbita e insoportable depresión laboral, que el médico acepta y premia con la baja laboral, de inmediato y dentro de los diez minutos que el médico tiene asignado para tratar a cada uno de los numerosos “depresivos”. La coincidencia en el tiempo, en el instante, entre la comunicación de que cumpla con su contrato laboral y la súbita, grave e insuperable depresión, no acostumbra causar duda alguna en el atascado galeno, que con frecuencia está pensando marcharse de Melilla lo antes posible, quizás huyendo cuando lea lo que dice sobre los médicos melillenses la delegada, eternamente sonriente, del Gobierno en Melilla, la sin par -menos mal- Sabrina Moh.
Así, no debería extrañar que el pesimismo y la fatalidad predominen en nuestra ciudad. No se puede hacer nada, es el triste pensamiento dominante. Pero, quiero creer y creo, sí se puede hacer algo y hasta mucho, en esta nuestra melillense ciudad laboratorio. Hay que luchar, hay que esforzarse, hay que producir e inventar. Hay que crear -insisto y seguiré insistiendo- un estado de opinión nuevo y aplaudir -en vez de perseguir y maltratar- las iniciativas de los ciudadanos que no se rinden, que incurren en la -según los comunistas y sus burócratas- terrible manía de pensar y en la aún más horrible pretensión de actuar.
Hay que crear un estado de opinión nuevo y aplaudir -en vez de perseguir y maltratar- las iniciativas de los ciudadanos que no se rinden, que incurren en la -según los comunistas y sus burócratas- terrible manía de pensar y en la aún más horrible pretensión de actuar
Por eso considero una obligación dar voz y aplaudir a los que creen en el futuro y actúan para intentar cambiar, mejorar, el presente. Un último ejemplo es el de África Star Press, otra -además de la nuestra- editorial melillense de libros, que aspira a algo muy antiguo que es, al mismo tiempo, una idea innovadora y genial: volver a lo analógico, al libro de papel. Ya es ingenioso el mismo nombre de la nueva editorial, que coincide con el de una extinta cerveza melillense, además de ceutí, que, como tantas otras cosas valiosas y queridas, ha desaparecido en y de nuestra ciudad.“Es un gusto, el poder tocar la hoja, el poder apreciar lo que es una fotografía o un texto impreso, dice Lu Martin, una de las impulsoras de la editorial, que fue entrevistada el jueves pasado por nuestra nueva redactora, Elsa Almendros (página 12 de nuestro periódico del viernes). Es una muestra más de que hay talento en Melilla, como comentaba yo el viernes con la extraordinaria directora de la Escuela de Arte de nuestra ciudad, Bárbara Judel.
Considero una obligación dar voz y aplaudir a los que creen en el futuro y actúan para intentar cambiar, mejorar, el presente. Un último ejemplo es el de África Star Press, otra -además de la nuestra- editorial melillense de libros
Vi hace unos días en el establecimiento comercial de un buen amigo un libro muy gordo, 956 páginas, de nombre “1001 Libros que hay que leer antes de morir”, que coincide, y no por casualidad, con la maravillosa joya literaria árabe, a pesar de su origen pérsico, que es “Las mil noches y una noches”, traducción íntegra, directa y literal del árabe, realizada por el Doctor J.C. Mardrus, de un monumental tesoro de leyendas, cuentos de harén y tradiciones árabes.
El párrafo final de la Introducción del libro que compré -tengo muchos de los 1001 libros que menciona, pero no todos, y me fastidia- termina con un frase que se me ha quedado grabada: lo contagioso que es el amor a los libros y la pasión, amistad y placer que producen. Así que, mi felicitación y apoyo a todos aquellos que se adentran en ese universo del libro.
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