Fermín, naciste en Virgen de la Peña (Santander), pero criado en la localidad asturiana de Mieres. “Guaje” en Melilla y de Melilla al Cielo, amigo, compañero y hermano.
Dicen que la amistad es elegida y quién la tiene, tiene un espejo de referencia, alguien que te dice tal y como eres, porque te quiere y desea lo mejor, tu amigo te acepta y sabe más de ti que nadie, es más objetivo que uno mismo. Así de bueno era mi gran amigo FERMÍN. Fermín te acogía cómo eras y te aportaba el valor que te faltaba, y con una mirada podía adivinarte el futuro sin bola ni nada. Te ayudaba a crecer.
Corría finales de los 80, cuando un hombre de cuerpo y un chaval por fecha de nacimiento, aquí el que os escribe, practicaba con sus amigos lo que era la distracción por excelencia, como ocurre hoy, todo el día dándole patadas a un balón. En la etapa de la adolescencia es crucial, cruzarte con personas en quien reflejarte y modelos a imitar, y Fermín era perfecto para ello.
Sonrisa eterna, la bondad, pasión y constancia de los paisanos del norte, la transparencia de cada una de tus palabras y formas. Como siempre estas letras, parecen que llegan tarde, cuando ya no estas cerca, pero mi alma descansa porque sé que notabas, cuanto te admiraba como persona y como te quería como amigo, cada vez que nos encontrábamos.
En mi camino deportivo, me cruce con muchos entrenadores, Alejandro Ramos (la bondad hecha hombre, fútbol igual a vida), Miguel (sonrisa y alegría), Manolo Asensio (carisma e ilusión), Vicente Ramírez (amigo y profesional como nadie) y otros tantos como, Pepe Salas (incombustible), Felipe (o el fútbol como bandera), Silva (todo corazón), D. Pedro Botello (master en experiencia y pundonor), Moya (amigo dentro y fuera del campo), Santisteban (lección de vida a chavales de 16 años que vestíamos la “roja” por primera vez) o mi amigo D. José Antonio Camacho (que me enseñó a vivir con la misma pasión el fútbol como lo hago con mi vida).
De todos y cada uno de ellos, aprendí tanto que, seguro que se me quedan destalles y personas por subscribir, pero FERMÍN tú me “empujaste” a saber que se podía, a creer en uno mismo y me animaste a vestir de “blanco”, por que, habiendo jugado en la española, palabras tuyas: … “en la casa blanca me esperaban”.
Hay personas que a lo largo de tu vida te gustaría que siempre te acompañaran y que no faltaran nunca. Esta pandemia que padecemos y que hace estragos cada día, te ha transportado a otro lugar lejano, para estar mejor, seguro que cerca de los que tanto te quisieron y también nos han dejado. Para mi, nunca nos vamos, y por lo tanto yo seguiré hablando de Fermín, mi amigo y paisano y de su pasión alegría y positividad que lo caracterizaba.
Como gran cancerbero que fuiste y has sido, este “gol”, no es para perderte sino para recordarte con más fuerza aún. Y pensar que cada día que pase, debemos de abrazar a quien nos rodeé con esa templanza, y sonrisa que nos regalabas a todos cada día.
Amigo desde dónde estés, sigue aportando tu sabiduría y templanza, que tu sonrisa de Guaje sea el faro que nos guíe. Hasta luego Fermín, con cariño Manuel Ortega Caballero, tu amigo.
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“Guaje Fermín” en Melilla y de tu Melilla al Cielo
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