Ayer salí de Melilla en avión. Por diversas razones, si bien he hecho uso de ese medio frecuente y recientemente, no lo utilizaba para salir de Melilla.
Me sorprendió muy agradablemente la amabilidad y eficiencia de todas las personas con las que tuve la oportunidad de tratar, desde el inicio en el mostrador de facturación, con Lourdes, hasta el personal de seguridad, guardias civiles y contratados y, por fin, el personal de cabina en vuelo, con Pilar.
Todos ellos hicieron su trabajo con una sonrisa o una palabra amable.
Es lamentable que esa actitud, de trabajo satisfactorio, no sea tan frecuente en el mundo en que vivimos. Por ello, quiero manifestar mi agradecimiento a todos aquellos que hicieron mi vuelo muy agradable y mi día un poco más alegre.
Ojalá cundiera el ejemplo para que todos y cada uno de nosotros, empezando por aquellos que más obligación tienen de hacerlo, al ser servidores públicos, se tomaran la mínima molestia de ofrecer a los demás lo mejor de sí mismos.
El pueblo de Melilla, entonces, será un ejemplo para España.
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