La Semana. MH, 01/07/2024
Por: J.B.
Madrid es uno de los mejores destinos turísticos y de negocio del mundo y también es un referente en cuanto a las celebraciones y apoyo al colectivo LGTBI. Sus fiestas del Orgullo cuentan, cada año, con la participación de miles de personas. Las celebraciones comienzan todos los años a finales de junio (el 28 de junio es el Día Internacional del Orgullo, que conmemora los disturbios de Stone Wall que marcan el inicio de las reivindicaciones del colectivo LGTB) y se prolongan una semana con un amplio programa de actividades reivindicativas, culturales y lúdicas que tienen su día grande la tarde del primer sábado de julio con la gran manifestación estatal (de Atocha hasta la plaza de Colón), el momento reivindicativo cumbre de las fiestas.
Cualquier celebración no agresiva con el entorno y que promueva la igualdad de todos (en cualquier sentido) debe ser bienvenida, pero tanto bombo y ruido hace que lo que debería ser visto de forma normal (que cada uno viva su vida y su sexualidad cómo quiera o lo sienta), se vea como algo pintoresco, residual y temporal
Cualquier celebración no agresiva con el entorno y que promueva la igualdad de todos (en cualquier sentido) debe ser bienvenida, pero tengo la sensación de que, no estando en contra (más bien al contrario) de la multitud de fiestas, actos, discursos o manifestaciones, tanto bombo y ruido hace que lo que debería ser visto de forma normal (que cada uno viva su vida y su sexualidad cómo quiera o lo sienta), se vea como algo pintoresco, residual y temporal.
Creo que la normalidad no necesita autobombo, que la lucha debe ser más silenciosa (por supuesto que denunciando a los indeseables cavernícolas que atacan a los diferentes) y se debe basar en la educación desde pequeñitos. Debemos enseñar a nuestros hijos que todo el mundo es igual, sin importar el color, origen, orientación sexual o la religión.
En Madrid (y en España en general) se ve cada vez más diversidad y respeto por los que son diferentes, con deleznables excepciones. Pero no debe parecer que se promueve lo diferente sobre lo “de antes”, ni que lo de antes tiene más valor (tampoco menos). Debemos conseguir, con la educación, que la intolerancia desaparezca y no creo que hacer fiestas y manifestaciones sea el camino más importante. Llevándolo al absurdo, se podrían hacer las fiestas de los hombres explotados, de los cristianos incomprendidos, de los musulmanes marginados, de los conductores que no quieren llevar cinturón, de los niños que consideran que la escuela no vale para nada, de los gitanos incomprendidos, de los empresarios maltratados por trabajadores caraduras o al contrario, de los que se sienten explotados por el Estado recaudador, de los perseguidos injustamente por la AEAT, de los favorables al matrimonio civil o por la Iglesia, etc.
Hay más tolerancia y respeto, pero en el interior de muchas personas, aunque muchas veces no aflore públicamente, existe todavía el desprecio por el diferente, que proviene de la costumbre o la mala educación recibida. ¡Libertad, por favor!
En resumen: hay más tolerancia y respeto, pero en el interior de muchas personas, aunque muchas veces no aflore públicamente, existe todavía el desprecio por el diferente, que proviene de la costumbre o la mala educación recibida. ¡Libertad, por favor! Que cada uno haga lo que quiera (con el único límite de no meterse/molestar al que se tiene al lado).
En la rama de la electricidad, un campo muy amplio, en el que se incluye la electrónica, las energías renovables o la programación de autómatas, se necesitan con urgencia nuevos trabajadores y el sector no los encuentra pese a las buenas condiciones que se ofrecen. Hay un gran problema con la falta de renovación generacional.
No queremos que nuestros hijos se dediquen a esos trabajos “manuales” y, como consecuencia de ello, las empresas, particulares y entidades están teniendo verdaderos problemas para obtener mano de obra
Pese a la “titulitis” (solo puedes labrarte un porvenir si has estudiado una carrera universitaria) que tenemos la gran mayoría de los padres, la tasa de paro juvenil en España es del 27,7%, según los datos de enero de 2024 del Instituto de la Juventud. El paro aumentó en este primer trimestre del año en 7.189 entre los menores de 25 años y subió en 19.286 personas entre los menores de 30 años. Aún así, no queremos que nuestros hijos se dediquen a esos trabajos “manuales” y, como consecuencia de ello, las empresas, particulares y entidades están teniendo verdaderos problemas para obtener mano de obra.
España, no tanto Melilla (aunque hay un interesante proyecto privado de hacer una escuela de oficios,) cuenta con un buen sistema de formación profesional, que ya ha regularizado la formación online y semipresencial.
Tal es la demanda de este tipo de profesionales que desde la Federación Nacional de Empresarios de Instalaciones de España se está trabajando activamente en un proyecto para facilitar la atracción de mano de obra de otros países, mayoritariamente desde Latinoamérica
Muy interesante la reflexión de un participante en un Concurso de Jóvenes Instaladores: «de nada sirve que haya un gran cirujano si el quirófano no está lo suficientemente iluminado».
Volvemos a lo mismo que con los colectivos LGTBI: la costumbre, la mala educación y los prejuicios no nos dejan avanzar.
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Fiesta del Orgullo. Todos quieren trabajar de lo mismo.
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