Categorías: Opinión

Festina lente

Meritxell Batet, la nueva ministra de Administraciones Territoriales, viene con prisa. Tiene encima de la mesa un reto que supera en dificultad y riesgo al peor de los trabajos de Hércules. Nada menos que conseguir que el Govern de la Generalitat presidido por Quim Torra renuncie a una agenda que reafirma la validez de la consulta (ilegal) del 1 de octubre y la proclamación (también ilegal) de la república realizada por el hoy prófugo Carles Puigdemont el 27 de octubre de 2017. Quizá porque, como digo, tiene prisa, en un acto organizado por el PSC ha dicho que la reforma de la Constitución era "urgente, viable y deseable". Muchas cuerdas para un violín tan valioso.
Que sea deseable, es opinable. Que sea viable, es dudoso. Que sea urgente es discutible en la medida en la que los separatista han cruzado el río de la legalidad y se han salido del marco constitucional, circunstancia que ofrece algunas pistas acerca de que rechazarán cualquier reforma de la Carta Magna que no incluya el reconocimiento del derecho de autodeterminación, lo que ellos llaman"derecho a decidir", un eufemismo que ampara una pretensión que el Derecho Internacional recoge para territorios coloniales o en los que una minoría pudiera estar sojuzgada, que en ninguno de los dos supuestos es el caso de Cataluña. Dados los pasos que la propia Constitución establece para proceder a su posible reforma, un camino muy prolijo dictado por la prudencia, no parece que el voluntarismo que desprenden las palabras de la ministra se corresponda con la iniciativa que dice querer impulsar.

Recordemos los pasos que habría que dar para proceder a reformar la Constitución. El primero de todos la aceptación del principio de reforma por dos tercios del Congreso y el Senado, después vendría la disolución de las Cortes, una convocatoria de elecciones y la posterior formación de la nuevas Cortes, ratificación la decisión y proceder al estudio del nuevo texto objeto de la reforma, que, debería ser aprobado por mayoría de dos tercios del Congreso y el Senado, y, por último, convocatoria de un referéndum para su ratificación por mayoría de los votos de la población.

Volviendo a las palabras de la ministra -"Urgente, viable y deseable"-, no parece, ni de lejos, que en lo que queda de Legislatura pudiera no ya llevarse a cabo la reforma, ni siquiera dar el primer paso. Cuesta imaginar al Partido Popular y a Ciudadanos apoyando una propuesta de reforma de la Constitución en la línea de lo que podría satisfacer a los partidarios de la secesión. Por Suetonio conocemos una frase que bien pudo ser el lema del emperador Augusto. "Festina lente", apresúrate despacio. Debería hacerlo suyo la ministra Batet.

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Festina lente

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