Están muy cabreados

Están inquietos, y según parece incluso cabreados. Por eso han cambiado el agotado motor de arranque de la “maquinaria-establishment”, y le han puesto aceite nuevo, pistones, y flamantes bujías. Lo podemos comprobar al leer, ver y oír, y también, la que se mueve en las alcantarillas, buscando junto a las ratas, eso que buscan siempre estos roedores: la basura. A toque de clarín habrán dado órdenes de revolver donde sea para dar con alguna debilidad, porque siempre hay expertos que con una nadería construyen una calumnia cojonuda. ¡Es tan vulnerable la moralidad, como sencillo acabar con ella!. Sí señor, se ha despertado el instinto cinegético en la clase política, el período de caza al profesor de la coleta, el telepredicador, el populista, el gran demonio de izquierda, el que le ha robado la cartera a la “Casta”, delante de su mismísimo careto. Un millón doscientos mil españolitos, que no está nada mal, que ellos pensaban que no iban a ir a votar, se levantaron del sofá, y gritándoles en las urnas, les hicieron un buen corte de manga, y aún está la “Casta” con el culo al aire, pensando como si algún extraño ha entrado en su casa y ha cagado en su retrete, sin permiso, y se ha pirado sin tirar siquiera de la cadena. Y el caso es que esos extraños son solamente un grupo de profesores universitarios, bregados en los movimientos sociales, hijos de su tiempo, usuarios naturales de las redes sociales, que se han convertido en una amenaza para los “Castizos”. También resultó melodramático, y especialmente patético, escuchar al asesor mejor pagado de España, calificar de frikis a los triunfadores de las elecciones. La verdad es que la televisión a veces es cruel, porque se ve todo. Hombre, también hay que comprender que la irritación, y el cabreo, de ese super-asesor, que en cuatro meses y con un presupuesto de campaña, muy inferior a lo que él cobra en unos meses por aconsejar las comparecencias peperas en la tv, ellos van a sentar a cinco eurodiputados en Bruselas. ¡Ahí!, con dos cojones. La “Casta”, como en los tiempos de Cánovas y Sagasta, y sus arietes de toda laya, están que pegan bocados a las esquinas, nos transmiten que la maldita televisión crea monstruos. Y lo más sorprendente, y gracioso, es que lo dicen los que residen en la tele, que comen, beben, cagan y mean, en una tertulia que no tiene final: mañana, tarde, noche, madrugada, y vuelta a empezar. A veces es que llega el momento que te hartan de tanta coherencia como destilan de uno y otro bando. Yo deseo que el de la coleta, el de los cinco eurodiputados europeos, sea el “Caballo de Troya” en las entrañas del sistema, y no se incorpore, en su interior, a la casquería del poder, como el que se furrea por las patas abajo, apenas le dicen: “Manos arriba”, y lo desarman. Pero mientras tanto, sin embargo, si sigue como una mosca cojonera, versus tábano, mordiendo en todas las cuadras de la “Casta”, nos iremos enterando de algo de lo que se cuece en el “Establishment”. Tiempo al tiempo.

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