- Comentaba la importancia del papel de los medios en la reproducción de los estereotipos machistas y la visibilización de las reivindicaciones de las mujeres, pero hay tareas pendientes también en la industria musical, ¿qué papel juega? ¿Cómo está la situación?
La música como los medios de comunicación o como la sociedad se rige por el mismo modelo patriarcal. Yo hice un trabajo de análisis del que se sustrajo que el 80 por ciento de la música son canciones de amor. En ese porcentaje, siempre las mujeres aparece la palabra amor relacionada con sufrimiento, con dolor, con la palabra muerte y con ese imaginario de quien te quiere te va a hacer sufrir, y que el sufrimiento es algo ligado al amor.
En la mayoría de la producción artística, los discos que más se consumen son discos de hombres y además los hombres compran más los discos de los hombres. Definitivamente, las canciones románticas no generan mensajes positivos que refuercen un modelo de amor diferente. Actualmente, los colectivos de mujeres han detectado esta situación y hace que en todos los sectores eso se replante.
Aún así, el sector de la música es curioso porque es un sector masculinizado (técnicos, productores o directores), pero las mujeres artistas si tienen una identidad. Lo decía Marcela Lagarde, “cuidado no olvidarse de las mujeres artistas porque cada una de ellas son en ellas mismas una revolución”.
Madonna, con todas las cuestiones que podamos decir, es una mujer que ha hecho una revolución, sexual desde un juego, pero lo ha hecho. Las mujeres artistas tienen una identidad propia y están empoderadas y creo que es importante tener ese referente.
Aún así, veo que lo más peligroso es lo que está apareciendo ahora de determinados tipos de música como el reguetón donde la liberación de las mujeres se está relacionando con la sexualización de nuestros cuerpos que al final termina siendo una cosificación.
