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¿Es la gente realmente culpable de mis desgracias?

Muchas personas sufren por su egoísmo, otras son conscientes de lo absurdo y vacío de su exis¬¬tencia egoísta, de la que resulta su comportamiento, luego corren donde el psiquiatra porque su ego no recibe la resonancia esperada. Pero muchos podrían ayudarse y sanarse si ayudasen desin¬te¬resadamente a sus semejantes, pues quien piensa sólo en sí mismo se aísla y pierde la comunicación, es decir, el ac¬ceso a su prójimo.
Muchas personas que se encuentran de paseo con su ego, no saben qué hacer con su vida inútil y creen que el psiquiatra les debería ayudar a tener una vida con más sentido. En esas consultas se culpa de muchas maneras a los demás de la soledad y del vacío de la existencia de uno mismo, pero todo el que se apegue a la idea de que el otro es culpable, sigue ad¬herido a la «cinta velcro» de su des¬gracia.

En cada etapa de la vida toda per¬sona tiene altibajos. Precisamente cuan¬do nos sentimos hundidos deberíamos dirigirnos a la fuen¬te interna de fuerza, que nos ayuda a re¬co¬nocer las depresiones, que son un con¬cepto equivocado de nuestros pensa¬mien¬tos, para disiparlas con la ayuda del Espíritu y volver así a un nivel más alto, de modo que de nuevo nos ilumine el sol de la vida y podamos dar nuestros pa¬¬sos siguientes hacia la existencia su¬perior. Por eso estimado lector, si usted tiene una depresión, no cavile mucho tiempo, ¡diríjase a Dios en una oración! Él le ayuda a sondear dentro del ensimismamiento, para subsanarlo.

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