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Enrique Bohórquez López-Dóriga

“Es duro y me resulta triste tener que escribir lo que acabo de escribir, pero me traicionaría a mí mismo y a todos los, muchos, lectores de MELILLA HOY si callase o disimulase sobre lo que es una evidencia y un sentir extendido entre la inmensa mayoría de los melillenses. Pero también debo añadir que para solucionar la presente situación, como para todo en la vida, hay remedios, y quisiera animar y recomendar a los que quieren que esta situación cambie, entre los que sigo contando al actual presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, que no se rindan, que no se dejen vencer por la catarata de denuncias judiciales que, como instrumento político, le hacen sus enemigos, los que no le pueden vencer en las urnas”

A medida que, con el transcurrir de los años, voy conociendo más cómo funciona la administración pública local, lo que se conoce popularmente como la Ciudad Autónoma de Melilla, y a medida que más y más gente, más ciudadanos melillenses, se dirigen a mí quejándose de cómo funciona "la Ciudad", voy coincidiendo más con la extendida idea de que el funcionamiento global de nuestra administración local es casi un desastre, un desastre histórico en el sentido de que se remonta a muy atrás, y que, en lugar de irse remediando con el transcurrir del tiempo, va agravándose año tras año, quizás por ese efecto de la manzana podrida que termina por pudrir todas las demás manzanas del cesto, quizás porque los problemas que históricamente lastran el funcionamiento general de la administración pública española no se han atajado con la profundidad mínimamente necesaria, ni en España en general ni en Melilla en particular.

No quiero decir con esto que todos los políticos y todos los funcionarios locales, que son multitud (algo más de 1.000), sean malos. Al contrario, muchos son buenos, se esfuerzan, intentan hacer las cosas bien, son honrados e incluso, en algunos casos, brillantes. Pero el tono general, el resultado global, es manifiestamente mejorable y los dañados en primer lugar como consecuencia de ese mal resultado son ellos mismos, algunos de ellos, los que quieren trabajar y tienen claro que están al servicio de los ciudadanos, no al contrario. Aunque los más gravemente dañados son los ciudadanos melillenses, que viven sin vislumbrar desde la CAM un futuro ilusionante y comprobando/padeciendo un presente decepcionante.

Es duro y me resulta triste tener que escribir lo que acabo de escribir, pero me traicionaría a mí mismo y a todos los, muchos, lectores de MELILLA HOY si callase o disimulase sobre lo que es una evidencia y un sentir extendido entre la inmensa mayoría de los melillenses. Pero también debo añadir que para solucionar la presente situación, como para todo en la vida, hay remedios, y quisiera animar y recomendar a los que quieren que esta situación cambie, entre los que sigo contando al actual presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, que no se rindan, que no se dejen vencer por la catarata de denuncias judiciales que, como instrumento político, le hacen sus enemigos, los que no le pueden vencer en las urnas, acciones apoyadas con frecuencia por "investigaciones" judiciales tan inconcebibles, por no utilizar otro adjetivo mucho más duro, como las lideradas por el capitán de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Melilla, que causan un gran daño, dicho sea de paso, al merecido buen nombre de ese Cuerpo.

Son esas denuncias de tinte político y esas "investigaciones" infames, si todas son como las del Campo de Golf son aún peor que infames, las que han contribuido poderosamente a la actual casi paralización de la administración pública local y de las actividades económicas lícitas (la droga y el tráfico ilegal van bastante bien en nuestra ciudad). Aquí ya casi no queda un funcionario local de alto nivel que quiera firmar un papel y mucho menos una orden de pago a tiempo, y el resultado es la desesperación de algunas y la ruina de otras muchas de las empresas proveedoras de servicios a la Ciudad Autónoma, que hoy en día dan trabajo a más de 2.000 melillenses, nada menos, y la renuncia de muchas de ellas a seguir tratando con la Ciudad e incluso a permanecer en Melilla. Aquí, ahora, no quiere venir casi nadie, ni funcionarios ni empresarios. Es triste, pero es la realidad, una realidad triste contra la que hay que luchar, no rendirse, porque si luchamos, no me cabe duda, la cambiaremos.

Oigo en una emisora de radio al alcalde de la ciudad norteamericana de Miami, convertida ya en una de las ciudades más ricas de Norteamérica, nada menos. El alcalde es cubano, aunque ahora tenga la nacionalidad norteamericana, claro, y lo primero que dice, para explicar el impresionante aumento del número de trabajadores empleados en su próspera ciudad, es que el Gobierno, cualquier gobierno, no crea puestos de trabajo, que eso lo hacen las empresas, los ciudadanos. Con esa mentalidad se puede crecer y, de hecho, como Miami también demuestra, se crece. Con la mentalidad, predominante en Melilla, de colocarse, como sea y donde sea, en la administración pública, se languidece y la ciudad se termina por morir, de aburrimiento, además. Se crece y se vence al paro con la mentalidad con la que Ronald Reagan consiguió para Estados Unidos su mayor crecimiento histórico: " Las palabras más peligrosas del idioma inglés son: soy del Gobierno, y vengo a ayudarle". Pues imagínense cuando, en vez de ayudarte viene a fastidiarte.

Esa, la de depender de lo público y no hacer nada, es la regla general en Melilla, pero las excepciones no faltan. Como, por citar un solo ejemplo, la que me comentaba el martes pasado la consejera de Cultura, Fadela Mohatar, con su imaginativo taller de moda ética para mujeres Lal la Buya, el nombre de una mítica reina beréber. Después eso terminará, o no, en éxito, pero sólo intentarlo es ya meritorio y más que necesario en nuestra ciudad, en la que la innovación empresarial hace más falta que el comer.

También es de agradecer, y mucho, la visita a Melilla, el jueves, de Mariano Rajoy, presidente del Gobierno y candidato del PP a repetir como tal presidente. Va a ser, casi con toda seguridad, el único candidato a la presidencia que visite nuestra ciudad, en la que los tres candidatos de su partido, Dueñas, Imbroda y Acedo, van a obtener sus escaños, según la última encuesta del oficial Centro de Investigaciones Sociológicas. El mismo CIS que augura que el PP ganará las elecciones del 20 de este mes, con una ventaja notable sobre el PSOE y Ciudadanos, pero muy lejos de la mayoría absoluta, lo cual alienta múltiples especulaciones en unos momentos en los que España se juega mucho, su unidad incluida.

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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