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Han pasado 66 años desde que falleciera Benito López Franco, el 'soldado de los milagros', y a pesar del tiempo transcurrido se mantienen abiertas todas las incógnitas sobre cómo se produjo aquel luctuoso suceso. Cómo murió y sobre todo, por qué, son las principales cuestiones que siguen aún sin resolverse. Lo que queda claro para su familia es que el joven militar no se suicidó, sino que recibió una fuerte paliza que le condujo a la muerte. Los melillenses guardan su memoria con gran respeto, cubriendo de flores su sepultura. También ayer, la Casa de Aragón en Melilla realizó una ofrenda floral en la tumba del soldadito. Benito López Franco tenía 22 años cuando abandonaba su hogar en Cetina, en Zaragoza, para incorporarse al regimiento de Regulares 5 de Melilla y cumplir con el servicio militar. Corría el año 1949. Benito llegaba a la ciudad junto a varios compatriotas. Pero todos sus sueños quedaron truncados en el 17 de enero de 1950 cuando le descubrían sin vida en la enfermería del acuartelamiento. La muerte se produjo en extrañas circunstancias y 66 años después, poco o nada se sabe sobre lo que ocurrió o de las circunstancias que rodearon al hecho. Lo que queda claro para los familiares es que el joven no se suicidó y la demostración más palpable de ello es que su tumba permanezca cubierta de flores a lo largo del año, depositadas por decenas de ciudadanos anónimos que lo veneran como 'el soldado de los milagros'.
Fallecimiento
Corría el año 1975 cuando en su lecho de muerte Alfredo Marruelo confesaba a Gregorio Gil, amigos ambos de Benito López Franco, que el joven militar no se había suicidado, sino que había muerto a manos de personas indeterminadas que le propinaron una mortal paliza. Ese rumor fue el que se extendió por el acuartelamiento aquella jornada de hace más de sesenta años. Pero ese 17 de enero de 1950 la versión oficial fue otra: el cuerpo de Benito había sido encontrado en el aseo del botiquín del antiguo acuartelamiento de Regulas 5 de Melilla, con la cadena del retrete atada al cuello, por lo que todo apuntaba a que se había suicidado. Sin más investigaciones, 24 horas después del hecho el soldado era enterrado en el cementerio civil. La familia de Cetina, que esperaba a Benito, recibió el anuncio de su fallecimiento una semana después.
Precisamente en el año 1975 José López, hermano de Benito, se desplazó a Melilla tras tener conocimiento de que allí se veneraba la figura de su hermano como 'el soldado de los milagros'. Sin que se conozcan las causas, lo cierto es que José encuentra la tumba de tierra de su hermano, que sólo contaba con una cruz colocada por sus antiguos compañeros de armas de Cetina, que fueron licenciados de urgencia tras su muerte. El sepulcro estaba cubierto de flores que depositaban melillenses anónimos que no dudaban "en romper la cerradura que impedía el paso" al llamado cementerio civil, relata José.
En 1977 la familia de Benito decide exhumar el cuerpo para darle sepultura cristiana. Según recuerda uno de los familiares presentes en la operación, se encontraron con que Benito había sido enterrado sin caja y además con ropa interior. Fue reconocido por los presentes porque le faltaba una muela y los botones de nácar que utilizaba su madre en la confección de la ropa interior de la familia. Pero también comprobaron que, como les había explicado el compañero de Cetina, el cráneo presentaba una rotura en la zona en la que había sido golpeado, y uno de los brazos rotos, lo que demostraba, al menos para la familia, que Benito no se suicidó sino que fue asesinado.
Los restos del joven soldado fueron depositados en una bolsa y enterrados a escasa profundidad sobre un manto de cemento y tierra. Desde entonces, hasta tres veces y gracias a donaciones particulares, se ha renovado por completo la sepultura de Benito, que permanece todo el año cubierta de flores. La familia de Benito regresa año tras año, en la festividad de Todos los Santos, para agradecer a los melillenses el cariño con el que guardan la memoria del joven Benito.
Soldado de los Milagros
Ayer, cumpliendo una tradición de casi cuarenta años, familiares del soldado, esta vez sus sobrinos, se desplazaron a Melilla para acompañarle en el Día de Todos los Santos. En esta ocasión no pudo venir José, el hermano menor de Benito, por motivos de salud.
Los sobrinos del soldadito, incluido un jovencísimo sobrino nieto llamado Eder que se mostraba muy feliz por su visita a Melilla, agradecen el cariño con el que el pueblo de Melilla venera la memoria de este joven que perdió la vida tan lejos de su familia. Ellos también traen cada año estampas del soldado, con una oración al dorso, que reparten gratuitamente entre los visitantes a la tumba.
A lo largo de la mañana decenas de melillenses se acercaron a su sepulcro, cubierto de flores, estampas, fotografías y esculturas, para rezar o depositar una ofrenda en señal de agradecimiento. La familia de Benito cuenta que son muchas las personas que les hablan de intervenciones milagrosas, entre ellas, curaciones de padecimientos de suma gravedad, pero también de hechos de menor relevancia pero de igualdad importancia. Musulmanes y cristianos, melillenses y peninsulares se acercan a visitar a la tumba de Benito para darle las gracias.
También ayer, la Casa de Aragón en Melilla realizó una ofrenda floral a la tumba de Benito, mostrando así su apoyo al joven cetinero.
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