Categorías: Opinión

El pacto con Ciudadanos

Sabiendo como sabemos a qué juegan los separatistas y lo que está en juego en Cataluña no se entiende la posición de Pedro Sánchez rechazando (antes de conocer los resultados de los comicios del 21D) un pacto entre el PSC y Ciudadanos. El desconcierto se amplía al observar que según las encuestas la lista de Inés Arrimadas encabeza los sondeos (a un solo punto de ERC) y dobla en porcentaje de votos y escaños al PSC y que Iceta lleva de acompañantes a ex dirigentes de Unió, la derecha democristiana. Por no hablar de Andalucía, donde el PSOE gobierna gracias al apoyo de Ciudadanos.
El "primer" Sánchez, el político anterior al penoso episodio de su defenestración, no era un tipo sectario. Tras más de una conversación, nunca dudé en situarlo en el centro del ideario socialdemócrata. Lo que no era poco en tiempos de indefinición, ambigüedad y oportunismo político. Debo reconocer que el "segundo" Sánchez, el que con harto coraje e inopinado éxito recuperó la secretaría general del PSOE, es otro. Doctrinario donde antes no lo era o no lo parecía. Quizá como concesión al ala izquierda del partido ha hecho suyos los prejuicios de los herederos de aquellos socialistas de los ochenta que le echaron pulsos a Felipe González primero por la renuncia al marxismo y después en aquél drama político que fue el referéndum de la OTAN. Los mismos que en Cataluña, paradójicamente, siempre iban a las manifestaciones del brazo de los nacionalistas que hoy son abiertamente separatistas. De aquella promiscuidad nació la consigna del "cordón sanitario" que perseguía la estigmatización del PP. Una iniciativa impropia del juego democrático. Después vino el "tripartito" con ERC. Con José Montilla en la "Generalitat" y con el artero Carod-Rovira viajando a Perpiñán.

Al decir que Ciudadanos era "la media naranja del PP" y que no habría pacto con ellos es probable que se haya dejado llevar por la inercia tonta de las campañas en las que los asesores se ganan la vida buscando titulares en los medios. Sánchez debería recordar que Albert Rivera (Ciudadanos) le apoyó cuando quiso ser Presidente del Gobierno y no lo fue porque Pablo Iglesias votó en contra. Y, lo más importante, debería tener presente que tras el 21D, lo que podría volver a estar en juego es el ser o no ser de España tal y la conocemos.

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