Desde el cierre fronterizo en marzo se ha acabado la excusa de que quienes rompen las bolsas de basura y arrojan restos en los alrededores de los contenedores son los rebuscadores del país vecino. Queda de manifiesto que la falta de civismo no entiende de colores ni nacionalidades, y que los melillenses nos bastamos y sobramos para manchar, ensuciar y después quejarnos. En una época de pandemia la limpieza y la desinfección son cuestiones fundamentales, y a la labor de la Ciudad Autónoma hay que sumar el apoyo de los ciudadanos porque también es nuestra responsabilidad cuidar de Melilla. Un poco de civismo, por favor.
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El incivismo de los melillenses
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