En una actitud totalmente incomprensible e inasumible por la ciudadanía, el gobierno del presidente Sánchez ha dilatado hasta la irresponsabilidad, la aprobación del único escenario legal para la adopción de medidas restrictivas de derechos fundamentales-el estado de alarma, al menos actualmente y fuera de interpretaciones jurídicas; sólo el cálculo del coste político para el gobierno, se evidencia como su mayor motivación, y ello ocurre en las semanas más críticas de esta epidemia para la Salud Pública de España, en la que un día significa miles de casos y cientos de muertos.
El presidente Sánchez ha perdido una oportunidad única en hacerse eco de las verdaderas prioridades de los ciudadanos, y no me vale la moción de censura pendiente; muchos países europeos-la mayoría incluso con datos mejores de la epidemia que España-hace semanas que adoptaron ese tipo de medidas, y los efectos positivos los tendrán semanas antes que España.
Pero en este momento, cuando un día de retraso supone miles de infectados, de hospitalizados, de ingresos en las U.C.I.s, y de cientos de muertes, es criticable también el comportamiento “tacticista" de la oposición; por que ahora mismo sólo dicho estado de alarma, garantiza la adopción de las medidas necesarias, dejándola fuera de la interpretación judicial de las normas. Pasó ese momento, como el de cumplimiento de la promesa del presidente Sánchez de junio pasado-la de aprobar legislación ordinaria al respecto-, aunque siga vigente esa imperiosa necesidad, y espero que a partir de mañana se empiece a elaborar su borrador de forma urgente.
Finalmente la solicitud de la mayoría de las C.C.A.A. y el anuncio del apoyo de Ciudadanos-sin obviar la bendición e iluminación papales-, ha satisfecho la estrategia del gobierno de cubrir los costes políticos, y el estado de alarma es una realidad, con la posibilidad de una aplicación asimétrica, y sin tutoría centralizada en base a las necesidades de cada comunidad autónoma.
El Estado ha dispuesto la “estructura del edificio” con la declaración del estado alarma, y las C.C.A.A. diseñarán los pisos y sus “modificados" acorde a sus necesidades/intereses; el riesgo es que los pisos se repercuten entre sí y sobre el conjunto del propio edificio, y el gobierno ha renunciado al papel de “dirección facultativa” que la Constitución, el mandato ciudadano y la legislación vigente le otorgan.
En Melilla, como la situación sanitaria, el panorama político es incluso peor que a nivel nacional, ya que el gobierno no tiene grietas sino francas roturas-y al parecer insalvables-, que hacen inviable la acción de gobierno, definida bajo los imprescindibles ejes de la coordinación y del eficaz+eficiente uso de los recursos en el logro del objetivo del bienestar de los ciudadanos; sólo así cabe calificar hechos como la desatención del presidente ¡hace más de un mes! a la solicitud del estado de alarma por parte del consejero, y el posterior bloqueo por aquel de la adopción de otras medidas propuestas por éste. Pero no se salva de la crítica el consejero de salud pública, por su inacción en este largo período, ni otros consejeros-Deporte, Distritos, ..-, que han ido por su cuenta, usando recursos públicos que sin duda hubieran sido más eficaces y eficientes en una estrategia coordinada. Y aquí está la gran cuestión, ¿quién coordina el gobierno de Melilla?
El último capítulo de esta situación-asimilable a una comedia bufa sino fuera por sus dramáticas consecuencias-, lo han sido el cómo y el cuando de la solicitud del estado de alarma por parte del presidente De Castro; sin conocimiento de su consejero de salud pública, ni de su gobierno ni de los partidos de la coalición que lo mantienen en el cargo, y tarde, muy tarde, porque los efectos de las medidas no se verán antes de 7 a 10 días ( Europa es un ejemplo de ello).
No veo más solución de esta situación, que la de una medida rupturista, y haciendo un símil futbolístico, siempre es más fácil cambiar al técnico que a la plantilla, pero en este caso no veo que el “técnico” quiera asumir responsabilidad alguna para esperar una dimisión, y al equipo le veo poca voluntad de renovación para nuevos fichajes, queda pues mirar a las “directivas” para que tomen las decisiones debidas, porque algo hay que cambiar… ¡pero no para que nada cambie!. Es mi impresión, ojalá me equivoque, porque va en ello la estrategia para que Melilla salga de la crítica situación sanitario-económica y desastrosa situación económico-sanitaria ( tanto monta, monta tanto ..).
N.A..- El estado de la epidemia en Melilla, y con ello de nuestro hospital, por la consideración que debe actualmente dársele a todo el personal sanitario como “bien estratégico esencial”, obliga a declararlo como “territorio COVID”; lo que debería de conllevar las medidas preventivas más exigentes para todo el personal sanitario, haciéndolas extensivas de forma gradual y ponderado al resto del personal, lo que significa estar a las indicaciones de los técnicos, en este caso de los buenos técnicos (preventivista y de salud laboral) que disfruta nuestro hospital.
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El estado de alarma asimétrico de la España invertebrada
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