Párrafos entresacados del diario El Mundo del 8 de junio: “Fue el historiador Thomas Macaulay el que pronunció la frase «el periodismo es el Cuarto Poder». Aquella expresión que vinculaba a la prensa con el poder, atribuyéndole el cuarto rango, generó tanta fortuna que, nacida y próspera durante todo el siglo XIX, navegó triunfal por el XX. Y se quebró en XXI… ¿O no? A pesar de todo, (irrupción de internet incluida) todavía se puede seguir acuñando la famosa frase de Macaulay. Así lo refleja el Estudio sobre pautas de consumo y de información realizado por la Fundación BBVA, que concluye que la mayoría de los españoles reconoce el papel fundamental de los medios para entender la actualidad, orientar la toma de decisiones y controlar al poder político.
Existe un consenso entre los españoles sobre la relevancia de estar informado –un 75% lo califica como «muy importante». Los españoles quieren y necesitan estar informados, y no es precisamente la política lo que más interés les genera. Los temas sociales (83%), salud (81%), educación (79%), asuntos locales (77%) y medio ambiente (74%) son los que más atraen.”
Leo, conecto con lo anterior y coincido con la idea de que las ideas están en el aire, están en todas partes y son las ideas las que cambian el mundo (Cartas de Rusia -Rusia en 1839, la Rusia de Nicolás I- del marqués de Custine, que anticipó en un siglo la crítica del bolchevismo, o cómo se pudo convertir la pesadilla de 1839 en la realidad de 1939 y de 1969). Las ideas no surgen y se difunden por generación espontánea, sino a través de los medios de comunicación responsables, no a través del incesante tráfico de las redes sociales, aunque a algunos partidos políticos les pueda parecer lo contrario: precisamente a los que, utilizando y priorizando tales métodos, acaban de fracasar estrepitosamente en las recientes elecciones municipales y autonómicas.
Bueno es recordar que ignorancia y estupidez suelen ir unidas y son los grandes males de la humanidad. Toda forma de estupidez es expresión de temor. El racismo, por ejemplo, no deja de ser el sentimiento de temor ante una amenaza colectiva, otra forma de estupidez, aunque la forma más costosa de estupidez es la del papeleo, la burocracia que nos invade y atormenta, como escribe Paul Tabori en su ‘Historia de la estupidez humana’, que proporciona muchos y curiosos ejemplos históricos del daño producido por el papeleo, la burocracia excesiva, atosigante, estúpida e incluso ridícula, en muchos casos.

Comunismo gubernamental melillense
Recurro de nuevo a un Editorial de nuestro periódico, concretamente al del pasado viernes, sobre el asombrosamente alto nivel de malestar que existe en nuestra ciudad. “No se conoce en Melilla, al menos hasta donde alcanza nuestra memoria, que en una misma jornada tres colectivos tan importan¬tes como los que represen¬tan los médicos, los efecti¬vos de la Policía Nacional y Guardia Civil y los inspec¬tores de Trabajo y Seguri¬dad Social, protesten al uní¬sono contra el Gobierno de la Nación”.
La sabia sutileza del pueblo italiano lo tiene claro: ‘Piove, porco governo’. Si llueve, la culpa es del gobierno. Los españoles no estamos muy lejos del sentir popular de los italianos. Los melillenses quizás hemos sido, hasta ahora, demasiado pasivos con el Leviatán que nos ha venido gobernando, con un gobierno -público, naturalmente- que lo invade todo y del que todos terminamos dependiendo, queramos o no. Padecemos un sistema claramente comunista -todo es público- que no podía terminar de otra manera más que con un profundo malestar, como el que ahora se manifiesta.
Me comentaba el jueves un amigo la enorme diferencia de renta per cápita de Gibraltar versus Melilla. Melilla tiene una renta por persona de 17.686 €. El contraste con la gibraltareña, de 73.300 euros, habla a las claras. La economía de Melilla es de las más flojas de Europa. Son datos de 2018, que han variado muy poco a día de hoy. La extensión de Gibraltar es menor que la de Melilla y su número de habitantes también. Los gibraltareños no son de una raza distinta de la de los españoles. La diferencia económica no se debe a la naturaleza de los habitantes de las dos ciudades, sino a la forma de Gobierno entre ambas. Detectar el problema es muy fácil, resolverlo ya no lo es tanto. Pero, ¿es imposible? No, yo estoy seguro de que no… pero ya me estoy cansando de tanto luchar, como les está pasando a muchos melillenses.

Posdata
¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia?» pronunció Cicerón, siglos ha. ¿Hasta cuándo tendremos que seguir padeciendo los melillenses a un tal Carlos Rolín, que actúa -mal y sin tener el título oficial- como Interventor en esta maltratada Melilla?

Enrique Bohórquez López-Dóriga

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El cuarto poder

Enrique Bohórquez López-Dóriga

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