En una ciudad golpeada por una emergencia hídrica sin precedentes, con cortes constantes de agua y una desaladora a medio gas, cuesta entender —y aún más justificar— que hayan desaparecido del presupuesto 16 millones de euros destinados a dos infraestructuras clave: los emisarios norte y sur de Melilla. Cuesta entenderlo y, sobre todo, aceptarlo.
Lo ha denunciado con contundencia el consejero de Medio Ambiente y dirigente del Partido Popular, Daniel Ventura, poniendo el foco sobre una realidad que preocupa y, sinceramente, indigna: la falta de compromiso del Gobierno central con Melilla. En los presupuestos de 2021, había dos partidas claramente reflejadas —una de 7 millones y otra de 9— para sendos emisarios. Existía el proyecto, los informes medioambientales, el consenso político y social, incluso el apoyo de grupos ecologistas. Entonces, ¿por qué no se ejecutó la obra? ¿Y por qué, sobre todo, desaparecieron los fondos?
El silencio de la Delegación del Gobierno y del Ministerio para la Transición Ecológica es ensordecedor. Y lo más preocupante es que, a pesar de los requerimientos para recuperar esta inversión estratégica, no ha habido respuesta ni voluntad de actuar. Melilla no puede permitirse más negligencias, más abandonos. Porque no hablamos de caprichos ni de obras decorativas: hablamos de saneamiento, de salud pública, de futuro.
Pero la denuncia de Ventura va más allá. Acusa con razón a la delegada del Gobierno, Sabrina Moh, de tener la desfachatez de responsabilizar a la Ciudad Autónoma del caos hídrico cuando es el Estado quien tiene en su mano las soluciones técnicas y económicas más urgentes. ¿Dónde está la nueva red eléctrica que permita operar los cuatro módulos de la desaladora a pleno rendimiento? ¿Por qué se paralizan obras clave sin dar explicaciones? ¿Qué pasa con el Pantano de las Adelfas, que podría ser una garantía en caso de avería y que “está muerto de risa”?
En resumen: mientras el Ejecutivo central se enreda en excusas, Melilla sigue perdiendo el 65% del agua potable que produce, y la ciudadanía paga las consecuencias de numerosos cortes que originan duchas racionadas y grifos secos. Y mientras tanto, 16 millones de euros se esfumaron de los presupuestos sin que nadie haya dado aún una explicación.
La pregunta de Daniel Ventura resuena como un eco incómodo: “¿Sabrá la delegada qué ha pasado con esos 16 millones?” Y si lo sabe, ¿por qué no lo dice?
Melilla no puede seguir siendo una ciudad olvidada en lo más esencial. Exigir explicaciones y transparencia no es una opción: es una obligación.
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¿Dónde están los 16 millones de euros?
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