Por Juan José Oña Fernández (Historiador)
Autor de “La subversión contra la Dictadura de Primo de Rivera”
Un equipo de expertos (“Comisionado” con rango de Subsecretaría más su Oficina de en funciones de apoyo técnico), bajo la dependencia del Ministerio de la Transformación Digital y de la Función Pública, perteneciente al gobierno central español presidido por Don Pedro Sánchez Pérez-Castejón, ha diseñado un conjunto de celebraciones a desarrollar en 2025 bajo la denominación “50 años de España en Libertad” para, con base al “Deber de Memoria” de la Ley 20/2022 de Memoria Democrática, “conocer la trayectoria de nuestra democracia, desde sus orígenes a la actualidad, así como los sacrificios de los hombres y las mujeres de España en la lucha por las libertades y la democracia”; en sí “un deber ineludible”, según recoge el BOE del 8 de enero de 2025.
Y es que, el jueves 20 de noviembre de 2024 representó para el actual gobierno una fecha simbólica: la del cumplimiento del cincuentenario de la muerte del dictador Francisco Franco. Independientemente del sustancial error de identificar democracia española (¿la II República no lo fue?) con la liquidación física (por causas naturales, al igual que Stalin, Chávez o Castro) del creador de un régimen, aquellos técnicos, asesorados por un “Comité científico compuesto por académicos de reconocido prestigio” parecen haber olvidado u obviado –negligente o intencionalmente-, otra fecha de este mismo año, vinculada directamente a tan nefasto personaje, quien por lo tanto desfilará doblemente (¿éxito de la iniciativa del Gobierno de España?) con su credencial histórica por la rutina social gracias a la insistente, obsesiva y parcial visión oficial. Resulta que, ni el presidente Sánchez Pérez-Castejón, ni su equipo ministerial, ni esos comisionados, ni esos científicos parecen haber caído (esta es la segunda gran torpeza del conglomerado artificioso institucional anunciado en el BOE), en que otros 50 años antes del distinguido como el del óbito dictatorial, el titular del régimen (D. Francisco) precedió en cuanto figura (la prensa de entonces lo plasma por doquier: revísenla tales expertos), dentro de lo que constituyó la más trascendental, reconocida y exitosa operación militar española (francesa en parte) desde el arranque de la Historia contemporánea, y con resultado victorioso (calificativo belicoso que amargará sensibilidades…¡pero es lo que hay!).
Y es que, D. Pedro, recuerde, mal que a usted y al Equipo “interdisciplinar, internacional e intersectorial” les pese, el resaltado e inmortalizado (en estos fastos oficiales que usted en persona ha impulsado) jerarca, encabezó el 8 de septiembre de 1925 la jornada épica (adjetivo calificativo apropiado para describir sucintamente una huella imborrable), del desembarco en Alhucemas, participando relevantemente –como ya lo hizo en 1921 en el puerto de Melilla- en el episodio preliminar del final de una pesadilla social y política nacional arrastrada desde el comienzo del siglo XX. Final que, por cierto, ha sido de los pocos alcanzados por una potencia mediante total derrota militar adversaria (un concepto que parece agitar a las mansas, buenistas e hipócritas conciencias de algunos).
Al respecto, con ese D. Francisco siempre como referente gracias a la fobia y manía de sus diseñadores, resulta que dentro del programa de actos que usted ha presentado, y que comprende “más de un centenar de actividades para aprender, reflexionar y disfrutar en museos, bibliotecas, centros culturales, colegios, universidades, cines y calles de nuestro país”, se difundirán en septiembre de 2025 “unidades didácticas sobre mujeres y represión” y se mostrará la exposición “Nosotras, las europeas”. Sin embargo, no hay una sola referencia ni recuerdo en tal mes (¡y menos a lo largo de todo el año!), relativo a aquella jornada en la que 13.000 españoles e indígenas (sí, término empleado coetáneamente) irrumpieron brillantemente en la historia para, precisamente, cerrar una parte de ella, subrayando así uno de los pocos episodios del llamado “colonialismo” liberal del siglo XX que finalizaron resueltamente por la autoridad de la metrópoli.
Y yo, entonces, me hago una pregunta: Doña Margarita Robles Fernández, la titular del Ministerio de Defensa, presente en la mediática inauguración de los “actos conmemorativos de los 50 años de España en libertad” ¿recuerda ese episodio protagonizado por las fuerzas armadas españolas? Parece ser que ni el Ejército de Tierra, ni el del Aire y el Espacio, ni la Armada –excepto un congreso genérico sobre operaciones anfibias-, tienen prevista sobre aquel hito con firma española de excelencia (algo estudió al respecto un tal Dwight David Eisenhower), una simple y -ni de lejos- tan solemne y dilatada rememoración al estilo de esos fastos programados del Ministerio de la Transformación Digital y de la Función Pública vinculados a despertar o retener la muerte del dictador Franco.
¿Quizás Doña Margarita no sabe de historia?¿no se acuerda? ¿la elude? Mientras que en 2021 el Marruecos de Mohamed VI emitió un orgulloso sello ensalzador sobre el centenario de la –incuestionable- derrota de Annual infringida por los rifeños; puso bocabajo la bandera española delante de las narices del señor presidente del gobierno central de España; y le exigió la entrega subordinada del Sahara, que tal mandatario español le cedió sumisamente, la titular y sus técnicos del Ministerio de Defensa obvian, precisamente en 2025, el centenario del éxito de aquella inmemorial operación militar hispana dirigida por un tal Miguel Primo de Rivera (¡vaya, otro dictador!), y en la que participaron algunos militares renombrados por entonces (acuda el Comisionado a revisar en hemeroteca los calificativos sobre un tal Saro, un tal Sanjurjo, un tal Goded, un tal Muñoz-Grandes…¡vaya personajes para la II República!). Y, casualidad, acto histórico en el que -lamentablemente, supongo- también estuvo -y sobresaliendo- el que fuera coronel, jefe del Tercio y mando de la primera columna de desembarco de la brigada de Ceuta: D. Francisco, el Franco tan profusamente recordado en los fastos del Ministerio de la Transformación Digital y de la Función Pública.
Así que, a usted, D. Pedro, doy gracias por levantar en 2025 el telón de la fama inherente a tan resucitado D. Francisco por la Memoria Histórica, conectándolo espectralmente mediante lapsus gubernamental (fatal olvido) con el papel que ejerció en aquel momento inolvidable de hará 100 años. Desde luego que este 2025 será, como el de todos aquellos españoles que intervinieron en la célebre jornada anfibia, la evocación del Franco como militar (¡vaya, otro fallo de diseño experto mientras no se demuestre lo contrario!), pues si al morir como dictador en 1975 “España inició un largo y difícil camino para conquistar la libertad y la democracia” (así lo expone el portal “España en Libertad” de las celebraciones institucionales), en 1925, con él, España inició el periodo terminal conquistador del territorio del también dictador Abd-el-Krim (figurón que, derrotado y rendido, abandonó a su gente en 1926), para finalizar contundentemente (diríase militarmente) un par de años después la llamada Guerra de Marruecos. Siete cruces laureadas, cuatro medallas navales, veinticuatro medallas militares, 200 muertos y la compleja coordinación directora y logística de una imponente masa de medios terrestres, aéreos y navales, como tiempo hacía no se había organizado ni en España ni en el mundo, acreditaron la excepcionalidad de la centenaria jornada del 8 de septiembre, muy extrañamente omitida en el argumentario ideológico gubernamental español de 2025.
Para acabar, un apunte personal a modo de sentencia: curioso es que, más allá de las distintas aspiraciones o concreciones autoritarias demostradas por Don Pedro (el “puto amo” según admitió en abril de 2024 su adulador ministro de Transportes), y Don Francisco (el caudillo dictador), se perciban entre distantes corrientes de aguas unas sutiles diferencias de actitud que, seguro, no habrán de pasar desapercibidas para el equipo de expertos del “Comisionado” de los repetidos “actos conmemorativos de los 50 años de España en libertad”: Franco, entre la nube de proyectiles lanzados por los rifeños en La Cebadilla, mandó y se lanzó en vanguardia contra la playa; Sánchez, en el temporal –natural y humano- de Paiporta, también avanzó pero en sentido retrógrado, cubierto de un paraguas.
Diferencias constan, D. Pedro.
¡Loor a los héroes! (a los de Alhucemas, me refiero).
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