Juan Roosevelt Aguilar Gámez, mejor conocido como Mr. Juan, es un músico caribeño que ha encontrado en Melilla un hogar acogedor para sus melodías y aspiraciones. Originario de Cali, Colombia, y criado en la isla de San Andrés, Juan nos cuenta sobre su viaje musical y personal, y su esperanza de brindar un futuro mejor a su hija.
Juan no es un extraño en la carretera. A lo largo de su vida, ha viajado por diversos países trabajando como músico. «He trabajado en Dubái, en Turquía, en Asia Menor… Decidí venirme a España porque quiero que mi hija estudie aquí», compartió.
En Melilla, Juan se ha hecho un nombre tocando el saxofón en las calles, especialmente en zonas donde la gente desayuna, llenando el ambiente con melodías de Titanic y Frank Sinatra. «La música para mí es meditación. Podría no darme dinero y aun así me sentiría bien», comenta. Pero la realidad es que la música también es su medio de sustento. «Desayuno, toco para ver qué almorzaré, almuerzo, descanso y vuelvo a tocar para ver qué cenaré y dónde dormiré. Vivo el presente, día a día», explica.
Desde que comenzó su viaje musical en 1984, ha encontrado inspiración en algunos de los más grandes iconos de la música. Entre sus principales referentes se encuentran Ray Charles, James Brown y Michael Jackson. Además, Juan guarda un especial lugar en su corazón para Bob Marley, cuya música y filosofía de vida han sido una influencia constante en su carrera. Estos artistas no solo moldearon su estilo, sino que también le enseñaron la importancia de la autenticidad y la pasión en cada interpretación.
Juan no siempre fue saxofonista. De hecho, su relación con el instrumento comenzó por necesidad. «Estando en Turquía, mi saxofonista no quería tocar la canción de Despacito. Tuve que aprender en una semana y, desde entonces, el saxofón se volvió esencial para mí» asegura”.
A pesar de las dificultades, Juan mantiene un repertorio impresionante, fruto de años de experiencia y viajes. «Tengo un repertorio de más de 12 horas, con música de todo el mundo. Sé cómo agradar a la gente a través de la música», afirma convencido. Aunque se siente bien acogido en Melilla, aún enfrenta desafíos como la regularización de su estatus migratorio. «Estoy trabajando en mi NIE y sigo indocumentado, lo que me impide ser contratado formalmente en bares y otros lugares», comentó.
Sin embargo, sueña con tocar en los mejores lugares de la ciudad.
Para Juan, la música es más que una profesión; es una forma de vida. «La vida de un músico callejero es complicada. Hay que levantarse, tocar para ver qué se va a comer, y seguir así. Pero siempre hay que estar presentable, como si fueras a presentarte ante el mismísimo rey de España», aconsejó a otros músicos.
El principal motor de Juan es su hija. «Quiero que mi hija termine sus estudios aquí en España. Estoy juntando dinero para traerla», dijo con determinación. En un entorno donde las sonrisas de los niños y las monedas de los transeúntes marcan la diferencia, Juan encuentra la motivación para seguir adelante.
En conclusión, Juan Roosevelt Aguilar Gámez no solo lleva música a las calles de Melilla, sino también un mensaje de resiliencia y esperanza. Con su saxofón y su espíritu indomable, Mr. Juan es un testimonio vivo de cómo la música puede trascender fronteras.
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