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De Joya del Rif a ciudad mafiosa

Nada más poderoso que las ideas, nada más destructivo que las ideologías, o el fanatismo. El escritor Amos Oz, nacido en Jerusalén en 1939, Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2007, publicó a principios de este siglo un libro corto y extraordinario: “Contra el fanatismo”. “El fanatismo es más viejo que el islam, que el cristianismo, que el judaísmo. Más viejo que cualquier Estado, gobierno o sistema político. Más viejo que cualquier ideología o credo del mundo”. Oz hace una defensa de la expresión, “llegar a un acuerdo” -hoy tan desprestigiada- y dice que llegar a un acuerdo, a un compromiso, es sinónimo de vida y que lo contrario de comprometerse a llegar a un acuerdo es “fanatismo y muerte”, aunque no haya acuerdos felices, porque “un acuerdo feliz es una contradicción, un oxímoron”. Para evitar o al menos disminuir el fanatismo y la muerte, Oz propone dos Estados, judío y palestino, coexistiendo en el mismo territorio, y aguanta estoicamente que le llamen “traidor”.

De las noticias de Melilla resaltadas estos últimos días dos llaman especialmente la atención: los ataques desde ciertas zonas concretas de la ciudad a bomberos y policías locales cuando acuden a apagar los incendios de contenedores provocados para atraerlos, y las detenciones practicadas por la Guardia Civil entre yihadistas y traficantes de droga. Melilla, con el fondo añadido de los saltos de la valla, parece más una ciudad mafiosa que una con ley.

La falta de aplicación eficaz de la ley y el dominio del submundo derivado del fanatismo y del dinero proveniente del tráfico de drogas, tiene, inevitablemente, efecto sobre la política, sobre las elecciones locales próximas, que van a condicionar, queramos o no, nuestro futuro. Lo del uso excesivo del voto por correo -ahora el mercado de la compra del voto por correo está a 100 € por cabeza, me decía hace unos días un destacado político melillense- es una muestra más de la deriva mafiosa de nuestra ciudad. Un ambiente nada democrático, escasamente crítico, por cierto.

MELILLA HOY, a pesar de todos los pesares, del peso de una burocracia lenta, injusta, pesada, sigue vivo y creciendo en el mundo digital. A modo de ejemplo, señalar que nuestra página web tuvo 3.460 usuarios activos en el último día registrado; las sesiones en nuestra web se producen mayoritariamente en España y Marruecos. Esto quiere decir -como me señalan nuestros analistas digitales- que “en comparación con nuestros ‘comparables’, tenemos más visitas de calidad y no de países terceros raros. Es decir, nuestras visitas son reales en su inmensa mayoría, mientras que otros pueden tener muchas visitas de países extraños”.

El escritor Lorenzo Silva publicó hace nueve años un libro, editado con el patrocinio de la Consejería de Cultura y Festejos de nuestra Ciudad Autónoma, con el título de “Siete ciudades en África. Historias del Marruecos español”. El capítulo 5 del libro está dedicado a Melilla, a la que Silva describe como “La joya del Rif”. Los otros 6 capítulos son para Ceuta, Larache, Tetuán, Xauen, Nador y Alhucemas.

El origen de Melilla es púnico-fenicio, en el siglo III a.C. Su primer nombre fue Rusadir, nombre griego que significa Cabogrande. Tras el hundimiento de Cartago la ciudad pasó a manos de los reyes púnico-mauritanos. Después, como parte de la Mauritania Tingitana, pasó a manos romanas. En el año 859 Melilla fue saqueada, incendiada y destruida por los vikingos. Hacia el 890, ya con el nombre de ‘Malila’, lo beréberes la refundaron. Occidente regresó a Melilla a finales del siglo XV, tras ordenar el Rey Fernando el Católico al duque de Medina Sidonia que ocupara la plaza. A su vez, éste se lo ordenó a don Pedro de Estopiñán, que, en 1497, reedificó la ciudad -con no poco ingenio y con nocturnidad -y convirtió a Melilla en una ciudad española. Después “la historia de Melilla desde 1497 hasta finales del siglo XIX viene a ser el relato de un prolongado asedio. A lo largo del siglo XIX, Melilla fue ampliando su perímetro, más allá de lo que ahora conocemos como Melilla la Vieja. El 22 de julio de 1921 se produjo el desastre de Annual, que cambió España.

Esa es, en síntesis, la historia antigua de nuestra ciudad, “la joya del Rif”. La moderna, la que empieza en 1985 con el nacimiento del periódico MELILLA HOY, es la que empecé a relatar con el primero, ya publicado, de los tres tomos de los que constará mi libro “Historia vívida de un Editor. Melilla, España, en peligro”, que cubrirá el período abril 1985-mayo de 2023, tras conocerse el resultado de la importantísimas elecciones locales de ese mes.

¡Gloria a Ucrania! No quiero terminar esta Carta sin un recuerdo admirado al pueblo de Ucrania y su resistencia a la agresión rusa. No quiero contribuir a que Ucrania caiga en el olvido. Me decía hace unos días mi amigo Rafael Guerras, buen conocedor de Rusia, que esta agresión va a ser no solo el fin de Putin (‘dimitirá aduciendo enfermedad’, me aseguraba Rafa) sino de la idea de la Rusia imperial e incluso de una Rusia poderosa e históricamente brillante, ahora arruinada, con un ejército también ruinoso y sin países satélites.

Posdata

Un funcionario de segunda fila de Marruecos ha enviado una carta a un estamento de la ONU asegurando que su país no tiene fronteras terrestres con España y que Melilla es “un presidio ocupado”. Otro funcionario marroquí se ha apresurado a medio desmentir lo del anterior. Es impensable que cualquier funcionario marroquí actúe por su cuenta, sin contar con el permiso de Mohamed VI y su entorno próximo, así que este episodio no es más que una nueva demostración de que oficialmente Marruecos quiere anexionarse Ceuta y Melilla. Tanto antes de la entrega, por parta de Sánchez, del ex Sahara Español, como ahora, después de tan vergonzosa rendición… a cambio de nada para España (para Pedro Sánchez probablemente sí).

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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