Fernando Gutiérrez Díaz de Otazu llega al mundo de la política activa con ilusión, con una clara voluntad de servicio y con el objetivo de ayudar “a los españoles desde Melilla”, el trampolín que puede hacer llegar el próximo 28 de abril al Congreso de los Diputados si recibe el apoyo de las urnas. Cuenta con la confianza del Partido Popular, cree en el mensaje renovador de Pablo Casado y defiende los intereses de una Melilla compleja que precisa de políticas que contribuyan a la generación de empleo y a abrir nuevas perspectivas de futuro. Ánimo, predisposición, preparación y experiencia en el mando no le faltan a quien defiende una España plural y abierta.
En el caso de Melilla, todo necesita ser revisado, vuelto a rejuvenecer, porque la permanencia prolongada de los mismos esquemas de gestión durante muchos años provoca rutinas, y la creencia de que no hay otras vías alternativas para resolver los problemas. Esto necesita una revisión. Creo que el PP, a nivel nacional, desde la presidencia de Pablo Casado, ha acometido este esfuerzo en todos los ámbitos y Melilla es uno de ellos y haré todo lo posible porque este rejuvenecimiento y esta revisión de las subrutinas que hemos venido manteniendo conduzca a actualizar algunas cosas.
En ese momento la Dirección Nacional del partido, que ya sabía de estas conversaciones que mantenía de forma informal con el presidente, me hicieron la propuesta de incorporarme a defender los intereses de Melilla desde el Parlamento nacional y opté por dar mi respuesta afirmativa, cosa que me ha congratulado y sé que me habría arrepentido si hubiera dicho que no. Así que satisfecho de haber dado el paso.
Tengo cierta independencia porque aporto mi experiencia personal y profesional de servicio a los españoles desde una perspectiva amplia y no vinculada a una ideología específica. Ideológicamente soy próximo al PP porque soy conservador, entiendo la vida de una manera tradicional y sin grandes rupturismos en lo que es la gestión. Creo que los españoles, en líneas generales, merecen tener un estadio de sosiego, de calma y de paz en lo que es la gestión de la cosa pública, algo que hasta el momento se ha visto un poco alterado por el actual modelo de gestión.
Coincido en lo que defiende el PP, en lo que se refiere a la recuperación de la concordia entre los españoles establecida en el periodo de la transición que se perdió como consecuencia de las iniciativas de Zapatero a partir de 2004, que introdujo en nuestro argumentario político una recuperación de una España pretérita y trasnochada de enfrentamiento entre dos formas de interpretar la realidad nacional. Volvió a traer la España de los dos bloques, el progresista y el conservador, enfrentándonos unos contra otros. Creo que ese itinerario que teníamos de encuentro entre las dos sensibilidades de entender a España mayoritariamente, debe ser retomado.
Me quiero apoyar en la experiencia que tengo de la convivencia entre diferentes que existe en Melilla, para tratar de proyectar eso en el ámbito nacional. Hemos perdido el itinerario de encuentro y de concordia y debemos recuperarlo.
No tengo aspiraciones políticas, quiero servir a los españoles y Melilla me parece un sitio estupendo para defenderles. Hay muchas cosas por hacer, y campo para hacerlas.
Entonces, considero que hay cosas que debemos asumir como ya aprendidas. La famosa frase del presidente Zapatero del concepto nación como una cosa discutida o discutible, es algo a superar, porque España es una realidad. Recuerdo las palabras del Rey Don Juan Carlos que recogen las Ordenanzas de las Fuerzas Armadas donde definió España como “el quehacer común de los españoles de ayer, hoy y mañana, que se afirma en la voluntad manifiesta de todos”.
No podemos estar cada cuatro años reinventando qué es España en la Historia de la Humanidad. No tenemos derecho cada cuatro años a poner a los españoles en un revolcón trascendental sobre de dónde venimos y hacia dónde vamos, y qué hicimos en la época del descubrimiento. La historia es lo que hay y hay que dejarlo al análisis de los historiadores. La gestión política requiere resolver los problemas actuales y no volver a revisar desde los orígenes quién fue éste o cómo se comportó, porque en ese debate perpetuo perdemos cantidad de energía.
Aquellos que llegan a lo público con el fin de hacer prevalecer sus ideas porque están convencidos de que son las únicas y válidas, incurren en el totalitarismo. Esto pasa mucho con los partidos de izquierdas, que están convencidos de que su interpretación de la sociedad es la única posible y que los de derechas son personas con ideas prescindibles, trasnochadas y pretenden llegar a las instituciones para hacer entender a todo el mundo lo bondadosa que es su ideología.
La doctrina del PP es la contraria. Tenemos unas ideas que ponemos a disposición de las instituciones a sabiendas de que no son las únicas, y de nuestra aportación esperamos que salga el bienestar para todos los españoles.
Nosotros tenemos una creencia sustancial, que es lo que aportamos a los españoles de integración de diferentes, de convivencia entre distintos, de iguales entre todos, independientemente de donde vivan o sean sus condiciones, para servir al proyecto colectivo que es España.
Si la sociedad española interpreta que es bueno, nos votará. Pero si combatimos entre izquierdas y derecha cada cuatro años para ver quién se lleva el gato al agua, entonces convertiremos nuestra Democracia en una alternancia de despotismos, en la que durante mis cuatro años todo el mundo persigue religiosos y en los otros cuatro, todo el mundo va a misa. No puede ser. España es múltiple y diversa.
Estoy de acuerdo en que la administración de Melilla es muy específica, no está tan liberalizada como al PP a nivel nacional le gustaría, pero tiene los condicionantes que tiene, históricos, y de su nivel de desarrollo y tiene que vivir con él y hacerlos evolucionar; pero también es verdad que se lleva tiempo intentando hacer atractiva Melilla a la iniciativa privada y encontrando dificultades para poder llevarlo a cabo.
Hay iniciativas a desarrollar, pero también falta formación en muchos ámbitos. Hay que buscar espacios para que la iniciativa privada peninsular venga, se desarrolle y aporte su energía de desarrollo.
La inmigración ilegal, el control fronterizo, la recuperación de la figura del rechazo en frontera para mantener una frontera que tenga un determinado nivel de impermeabilidad, porque hay que lograr un control efectivo de la frontera y de la inmigración. El caso de los menores estás desbordando las capacidades de la Ciudad Autónoma que busca atender a estos jóvenes que deambulan por la calle, de una manera digna y adecuada, mientras que hay otros que tienen otra interpretación de lo que es la ayuda para que sigan en esta situación.
Hay distintos problemas que hay que resolver, como las altas ratios en educación, porque faltan plazas escolares y las superficies para construir nuevos centros. También la atención sanitaria en el Comarcal a personas de Marruecos hace que el hospital esté desbordado y también los profesionales. No hay soluciones sencillas a problemas complejos, pero sí predisposición.
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