Danos tu Victoria

Tengo ganas de otro 8 de Septiembre, único. Empezando la mañana al lado de tu Trono, rodeado, en estandartes bordados, de pasión y gloria, de banderas azules y amarillas de La Salle, o de símbolos del Colegio de las Monjas. Ahí encontramos esfuerzos, alegrías, amor, fe y enseñanzas, plegarias de un pueblo como ayer y como siempre. El poeta dijo que tu casa es un rincón humilde donde la fe de España está arraigada, como una roca desnuda, como un velero azul. Así te cantaron Gambero, Sos y Salgueiro. Natividad de María, 8 de Septiembre, Misa mayor a la hora del Ángelus y de nuevo, Melilla te ratifica como Patrona, simplemente porque tus hijos quieren devolverte tu Sí incondicional al Padre y el deseo de quedarte aquí, entre nosotros, dejando para otra advocación la gran tierra americana. Todo un año esperando que salgas cuando el reloj marca las seis y media de la tarde y se abra de par en par las puertas de la Iglesia de la Purísima. Estas en la calle, Virgen, que eres Madre y protectora de Melilla. El Convento guarda silencio. Las campanas tañen alegría y, dejas por unas horas tu barrio para volver a un llano que espera la Victoria ante el paro, la salud, el terrorismo, el maltrato, la familia, ante la soledad del anciano o el olvido o el abuso a los más pequeños. Volvemos la mirada a quien nos mira y pedimos por esta tierra y todos los que la habitamos. Tu caminar se estrecha junto a la batería real y arriba, la torre de la Vela. Pasas ante el fundador Estopiñán, los almacenes y quieres adentrarte en el túnel que mira al mar que te trajo de Sanlúcar. Su olor y la brisa hacen que los portadores aligeren tu paso, mientras los hombres y mujeres de vida consagrada elevan oraciones. El paseo del general Macías sirve de descanso y honores. Regulares acompañan como Hermanos Mayores honorarios. El día va de caída y el sol da ese tono dorado a las murallas que te sirven de fondo. A tu llamada, abogada nuestra, van llegando más bienaventurados, que te esperan mientras Melilla ofrece el mejor de los atardeceres para la Madre. Y se hace teología tu imagen, nos muestras a quien nos dio la vida y como nos recordaban en una homilía de estos días de Novena, tú María escuchabas y meditabas en tu corazón. Vuelven a repicar campanas en la Castrense, en el Sagrado Corazón y seguimos orando. En esta tarde de Septiembre, el Centro de Hijos de Melilla, se convierte, para los portadores, en pozo donde reponer fuerzas. A tu hijo le pedimos que nos conceda el agua para no volver a tener jamás sed. Por la Avenida tu caminar se hace lento, entonces recordamos como te encontramos al implorarte fuerzas ante un temporal de la vida o por un ser querido o por ese examen. Ya entre dos luces regresamos a tu Parroquia y seguimos mirándote. Hoy, tengo la certeza que tenemos otra Madre celestial, que se quedó en la Vieja Melilla, que es María y nos da la Victoria.

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