Categorías: Opinión

¿Cuánto vale hoy una empresa, en plena fiebre FOMO?

Por Fernando Vega Gámez (Doctor Cum Laude en Economía)

Para tener beneficio en la compraventa de cualquier bien, ya sea un inmueble o una gallina, lo realmente importante es conocer su valor real e intentar comprarlo por debajo de ese precio para luego venderlo con una ganancia. Decía Warren Buffet, uno de los mejores inversores de la historia, que el precio es lo que pagas y valor es lo que obtienes a cambio. Pues bien, cuando estudié en la universidad a finales de los 80’, nos enseñaban que el análisis financiero se basaba en fórmulas. No existía Excel, así que lo más socorrido era aprender a utilizar la mítica calculadora financiera HP 12C, que hallaba valoraciones de bonos, de flujos futuros e incluso se podía programar de manera básica. Recuerdo que la mía la conseguí en un viaje a Nueva York, regateando con un comerciante hindú en un colmado de una pequeña calle detrás de Times Square, y ya pensaba que con eso tenía la bola de cristal para valorar activos. Pero cuando comencé a trabajar en los mercados financieros me di rápidamente cuenta de que la valoración de empresas estaba lejos de basarse en unas cuantas fórmulas. Y es curioso, porque en nuestra sociedad está generalizada la idea de que lo que funciona en este ámbito son las “recetas mágicas”, de tal manera que el común de los mortales piensa que una empresa no cotizada vale 7 veces su EBITDA y una cotizada 16 veces beneficio, que es la media del múltiplo que han tenido las compañías del índice norteamericano Standard & Poors 500 en los últimos 100 años. A partir de ahí, podemos escuchar afirmaciones sobre lo barato o caro que está una compañía. Una auténtica temeridad.

Lo primero que me enseñaron en el Banco de Inversión en el que comencé mi carrera profesional es que el crecimiento de beneficios es importante para la valoración de una empresa. ¿Cuánto estaríamos dispuestos a pagar por ejemplo por la empresa que gestiona el Gran Premio de Fórmula 1 de Cataluña que, aunque ha ganado un buen dinero en los últimos años, está abocado a desaparecer de la mano del Gran Premio de España en Madrid? Si calculásemos su valoración con una fórmula sobre sus beneficios de este año 2025 o de los últimos años estaríamos cometiendo un grave error, ¿verdad? De igual manera ocurre con compañías que crecen mucho frente a otras que crecen poco. El consenso de analistas piensa que ASML puede hacer crecer sus beneficios un mínimo de un 15% anual en los próximos 5 años. Eso quiere decir que, si todo va como piensa el mercado, por la magia del interés compuesto, ASML duplicará sus beneficios actuales en el año 2030. Por el contrario, el mercado piensa que Nestlé puede hacer crecer sus beneficios alrededor de un 3% anual en los próximos 5 años. Eso quiere decir que, si todo va como piensa en mercado, la compañía tendrá un beneficio un 16% superior que el actual en el año 2030. ¿Sería lógico que valorásemos ambas empresas a un múltiplo sobre sus beneficios actuales de 16 veces? Yo creo que no. Desde luego, yo estaría dispuesto a pagar un múltiplo mayor por las acciones de ASML que por las de Nestlé, sin duda.

Otro tema importante es el valor residual que tengan las compañías al cabo del horizonte temporal de previsiones. Puede haber crecimiento, pero si no hay posibilidad de continuidad del negocio más allá del tiempo estudiado la valoración no puede ser alta. De hecho, el valor residual pesa aproximadamente un 50% del valor de una compañía, que normalmente se enjuicia con los beneficios previsibles, y estos nunca pueden ir más allá de 5 años porque el futuro a partir de ahí es muy incierto. Por eso es importante para invertir en una compañía cotizada conocer la continuidad y, por tanto, el valor residual que tendrá al final de ese periodo previsible. Esto se ve de manera muy ilustrativa en el sector farmacéutico, porque las patentes de los medicamentos tienen una caducidad y a partir de perder la exclusividad los márgenes bajan de una manera drástica. Dicen que, en los mercados financieros, cuando uno se aprende las respuestas le cambian las preguntas. Y es que, cuando llegó la brutal expansión monetaria de los últimos 15 años, obviamente cambió la base de cálculo de todo lo que hemos visto en los párrafos anteriores. Ello obligó a los gestores más pulcros a tener en cuenta este efecto a través de la conocida “K Marshaliana”, entre otros métodos. Este es un concepto de la teoría cuantitativa del dinero introducido por el economista Alfred Marshall a finales del siglo XIX, que mide cuánto dinero debería tener la gente, en promedio, en relación con su renta anual. De esta manera, cuando la K aumenta significa que la gente tiene mayor preferencia por la liquidez, lo que reduce la velocidad de circulación del dinero, y si la K disminuye, la gente prefiere gastar más rápido su dinero, es decir, la velocidad de circulación aumenta. La K Marshaliana, por tanto, está directamente relacionada con el exceso o escasez de liquidez en una economía, lo que le da al analista la pauta de cuánto debe incrementar la valoración de su activo por el deterioro del poder adquisitivo de la base sobre la que lo está calculando.

Y una vez que parecía que ya tenemos de nuevo claro lo que deberían valer las compañías, dos economistas norteamericanos, Rob Arnott y Edward F. McQuarrie, publican en febrero de este año 2025 un estudio académico titulado “Fear, Not Risk, Explains Asset Pricing” (“el miedo, no riesgo, explica la valoración de los activos”; y en mayo de este mismo año los profesores británicos Mohammed Kaddouhah, Simon Rudkin y Wanling Rudkin publicaron el estudio “A FOMO-based Capital Asset Pricing Model” (“un modelo de valoración de activos basado en el FOMO”). Ambos estudios han roto de nuevo los esquemas de la valoración de activos. FOMO son las iniciales de “Fear Of Missing Out” (“miedo a quedarse fuera”) y es de lo que habla todo el mundo en nuestros días en los mercados financieros. Lo que tratan de demostrar dichos artículos es que, frente a la estructura en la que históricamente hemos valorado los activos financieros, que es básicamente en sopesar la expectativa de rentabilidad del activo frente al riesgo que conlleva su inversión, hay que eliminar de la ecuación el riesgo. ¿Y por qué? Pues porque ellos piensan que a los mortales nos pesa más la envidia que el miedo. Para demostrarlo los autores argumentan que los mercados se mueven principalmente por dos emociones: el miedo a perder (FOL) y el miedo a quedarse fuera (FOMO), que influyen de forma asimétrica en las decisiones de inversión. Y concluyen que el miedo a que nuestro vecino gane dinero en sus inversiones y nosotros no estemos invertidos mientras tanto, es lo que nos empuja a tomar decisiones, dado que el miedo a quedarse fuera es un factor emocional clave en la formación de precios. Así que, todo lo estudiado anteriormente lo podemos tirar a la papelera.

Menos mal que por lo menos el mítico inversor Howard Marks, co-fundador y co-presidente de Oaktree Capital, que cada cierto tiempo publica sus famosos ”Memos”, que son tomados como escritos bíblicos en el Sector Financiero Global, mantiene su cordura. En su último artículo “The Calculus of Value” (“El Cálculo del Valor”) del pasado mes de agosto explica que el valor de una inversión proviene de sus fundamentos y capacidad de generar beneficios futuros, mientras que el precio refleja las percepciones y emociones de los inversores. Marks sostiene que las fluctuaciones del mercado se deben más a la psicología (optimismo, miedo, FOMO) que a cambios reales en el valor intrínseco. Y advierte que, aunque los mercados estadounidenses siguen fuertes, las valoraciones están elevadas y el optimismo excesivo las hace “preocupantes”, recomendando prudencia dado que el margen de seguridad es limitado.

Por cierto, por curiosidad he visto que en ebay se venden las calculadoras HP 12C vintage alrededor de los 200€, así que creo que por fin he encontrado el mayor beneficio que le podía dar ese cacharro.

Acceda a la versión completa del contenido

¿Cuánto vale hoy una empresa, en plena fiebre FOMO?

Redacción

Entradas recientes

Consulte la portada de MELILLA HOY del martes 14 de octubre de 2025

Ya puede realizar su compra en la “Versión Digital”, en formato PDF, a través de…

2 horas hace

DON JOSÉ MATEO MORALES

DON JOSÉ MATEO MORALES DEP Melilla

2 horas hace

Zara reabre su tienda en la ‘Milla de Oro’ de Madrid e inaugura el primer espacio ‘El apartamento’ en la capital

Inditex ha reabierto de su tienda Zara en la calle de Serrano, en la 'Milla de Oro' del distrito…

6 horas hace

El Real Jardín Botánico celebra, desde este lunes, su 270º aniversario con visitas, exposiciones y conferencias

El Real Jardín Botánico (RJB-CSIC) celebra, desde este lunes, su 270º aniversario con un programa de actividades durante toda la…

6 horas hace

EL ENIGMA ALEMÁN

Por Victor Javier Becerra Martínez   Kaspar Hauser Me alegro de volver a verle, espero…

7 horas hace

Ábalos renuncia a su abogado por «diferencias irreconducibles» dos días antes de declarar ante el Supremo

José Luis Ábalos renuncia a su abogado, José Aníbal Álvarez, antes de declarar como investigado…

8 horas hace