Con la aguja de coser el cuero…

JESUS (mirando a todos fijamente exclama): -Con la aguja grande de coser el cuero. Enhebrada está. El cabo encerado corta la piel y le da brillo. Yo sé que tú dialogas con las hadas y Miguel Arcángel te consiente a su lado algunas veces. Tu pecho es una luminosa coraza y Thules llama sin cesar a tu casto corazón de hombre elegido. Pero… mi caverna huele a sudor, a orín y a sangre reseca. ¡No clamo nada!… ¡No pido nada! Clamar no es voz, sino sonido de trompeta de latón y aire de rosas. Pedir, es olvidarse de uno mismo, para poner delante el cadáver del otro.
Con la aguja grande. Con la más grande aguja de coser el cuero. De mi piel reseca. De mi torpe piel oscura y maloliente, me coso los muñecos que me animan y comprenden mis cosas. He intentado poner en la parte más digna de mi cueva una pizarra azul. Y he conseguido escribir algunas frases. Palabras. Nombres… Desde allí me pregunto: ¿Para qué? Y entonces la tierra, no es lo que expreso en la pizarra sino lo que me rodea.
Y siento su sudor sucio confundirse con el mío. Y sus ojos temerosos se cruzan con los míos en la oscuridad y me dicen que no. Que ella no entiende un idioma tan limpio. Tan fresco y oloroso. Y me vuelve a mirar con temor a que la deje.
Rompo la pizarra y me quedo con ella. Oculto y miserable. Olvidado y oscuro.
¡No quiero ser un ángel, mientras la tierra sea una acobardada y famélica criatura!… ¡yo estaré con ella, te lo juro, con la aguja más grande de coser el cuero!
No importan los siglos ni las vejaciones. Yo estaré con ella, ajenos al honor y a los cielos prometidos. Yo estaré con ella en esta cueva. No puedo, ni quiero, abandonar el pesebre todavía.
(Calla Jesús y salen todos).
VOZ CELESTE; Por eso eres quien Eres.
Buenos días y Buenas cosas buenas

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