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Coincidencia preocupante

Al final tendremos que decir que en Melilla hasta hemos tenido suerte de que estos dos imprudentes conductores se hayan encontrado antes con las rotondas que con un inocente peatón o ciclista, pero en realidad no somos afortunados mientras sigamos viendo con casos como estos, en los que haya personas que no son conscientes de lo grave que es ponerse al volante sin estar en plenas facultades para ello, y por supuesto, sin respetar el código de circulación Dos rotondas destrozadas por conductores ebrios en dos días consecutivos es, desde luego, una coincidencia preocupante. Porque a falta de conocer el expediente abierto por la Policía Local, a todas luces los dos vehículos accidentados excedían la velocidad máxima permitida en esas dos zonas. Una, la calle General Villalba, ubicada en el Barrio del Real, donde no se pueden superar los 30 kilómetros por hora. Y la otra en el Paseo Marítimo Ginel Cañamaque, también con una limitación de 30 kilómetros por hora.
Y decimos que es preocupante porque no es descabellado pensar ante estas situaciones que, en lugar de una rotonda, que es una construcción bien visible, el “obstáculo” que se hubieran encontrado ambos conductores fueran peatones cruzando, algo muy probable teniendo en cuenta que ambas glorietas estaban antecedidas por pasos de peatones. Estaríamos hablando de desgracias como las que esta ciudad ha vivido recientemente, hace menos de dos años, con el caso de Carlos Huelin, el joven melillense que salió una mañana de domingo con su bicicleta a practicar deporte y fue arrollado por un conductor que llegaba de fiesta y superaba, por mucho, los índices máximos permitidos en el control de alcoholemia. El segundo accidente, en la Nochebuena, tuvo lugar a escasos centímetros del carril bici que lleva el nombre de Carlos Huelin. Podría haberse repetido la historia si el coche no se hubiera quedado atrapado sobre la rotonda y hubiera perdido el control, invadiendo el carril para ciclistas.
Al final tendremos que decir que en Melilla hasta hemos tenido suerte de que estos dos imprudentes conductores se hayan encontrado antes con las rotondas que con un inocente peatón o ciclista, pero en realidad no somos afortunados mientras sigamos viendo con casos como estos, en los que haya personas que no son conscientes de lo grave que es ponerse al volante sin estar en plenas facultades para ello, y por supuesto, sin respetar el código de circulación. Hace falta incidir mucho más en la concienciación, en la prevención y en la ejemplar sanción para que todos nos sintamos más seguros ante estos casos de violencia vial. La excusa no puede ser que estamos en fechas festivas donde la ingesta de alcohol es mayor. Nadie dice que no salgan de fiesta y beban si lo desean, pero al regresar a casa, que el coche lo lleve alguien que no haya bebido o bien se opte por utilizar el transporte público. Es tan sencillo como eso.

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