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China y el Covid atacan de nuevo

“China, otra vez”, gran artículo de Francisco Robles el que publicamos el lunes pasado, el día habitual de sus publicaciones sobre temas médicos. Si hay algún asunto médico de importancia mundial, en todos los órdenes de la vida, ese es el covid, al que Paco dedica su artículo. Y el covid y China son, desde el origen de la pandemia, términos inseparables.

Para aumentar la incertidumbre y el temor por la situación -del peligro de una repetición de la pandemia- la falta de trasparencia y de información fidedigna de lo que está pasando (con el covid) es la norma por parte de las autoridades china, dice Robles al inicio de su artículo. China es una gran potencia económica, no en otro tipo de actividades, pero es una país comunista, aunque permita la economía capitalista, dirigida por quienes los dirigentes del partido comunista permiten y quieren. Evidentemente, en un país comunista no hay libertad de expresión, así que esperar que sea fidedigna la información sobre el covid en ese país, más que sospechoso de ser el origen del desarrollo universal del virus, es como pedir peras al olmo, o sea, un imposible.

Después de 7 millones de fallecidos y 659 millones de contagiados por covid en el mundo, hay que estar más que preocupados por lo que, otra vez, nos puede venir desde China. Paco Robles acierta al prevenirnos sobre lo que puede pasar.

El único y su propiedad

Creo que, afortunadamente, cada vez estamos más hartos de aguantar al Gran Hermano, las mentiras y el ansía de controlar todos los aspectos de nuestras vidas. Hubo un pensador que pasó casi desapercibido en vida y pasó a tener influencia después de muerto: Max Stirner, santo patrón de los nietzerianos, según algunos, precursor del anarquismo, según otros. En su libro más influyente, “El único y su propiedad”, sostiene que las religiones e ideologías no son más que creencias, fantasmas, pensamientos abstractos destinados a perpetuar el estado de servidumbre y a estar por encima del individuo y concluye que el Estado descansa sobre la esclavitud del trabajo.

Algo así, como a esclavos del trabajo, nos trata el actual fisco español, que nos arruina. Con un gobierno socialcomunista-separatista como el que tenemos/padecemos no se podía esperar otra cosa. Es la consecuencia esperable de las decisiones de una Agencia Tributaria (elimino lo de Independiente, por razones obvias) dedicada a esquilmar a los “obligados”, que somos todos los españoles que producimos algo, a los que se nos considera culpables mientras no demostremos lo contrario, e incluso aunque lo demostremos. Como resaltaba el diario El Mundo el miércoles pasado, “La competitividad fiscal se hunde. España se desploma 11 puestos en el ranking de la Tax Foundation y es el quinto país menos competitivo de la OCDE. El IEE (Instituto de Estudios Económicos) avisa también de que los españoles hacen un esfuerzo fiscal un 52% superior a la media europea… Durante la presidencia de Pedro Sánchez, España se ha desplomado 11 puestos, lo que muestra una pérdida notable de competitividad fiscal en el país, que ya se encontraba en posiciones rezagadas en el entorno internacional y que va a peor y seguirá empeorando si se continúa con persistentes subidas de impuestos y creación de nuevas figuras tributarias», que es exactamente lo que está ocurriendo con este gobierno. Quizás tenía razón Stirner y el Estado nos trata como los esclavos del trabajo.

¿Lo cambiará un nuevo gobierno? Ya veremos, pero no está claro. “La vuelta del Sorayismo, regalo a Vox”, escribe Jiménez Losantos. “Las democracias suelen favorecer a los moderados y castigan a los extremistas”, escribió Norberto Bobbio, a finales del siglo pasado. El centro político siempre como objeto de debate. El giro al centro, o al centro-izquierda, que ve Federico en Alberto Núñez Feijóo es un error y un regalo para Santiago Abascal. El extremismo, a la derecha o a la izquierda, es un error, según resaltó el maestro Bobbio en su libro “Derecha e izquierda”. Las dos opiniones, contrapuestas, no pueden ser ciertas al mismo tiempo. Lo importante es decidir quién acierta, en este tiempo y en esta España, de nuevo partida en dos. Como ocurre en Melilla, aunque aquí el sujeto de la división no es tanto la confrontación derecha-izquierda (una izquierda que en Melilla está al borde de la desaparición política) sino ese peculiar y famoso choque de civilizaciones del que escribió Samuel Huntington.

Para consuelo de pobres y desafortunados terrenales siempre queda el recurso de leer al cordobés Séneca, que decía, en sus Cartas a Lucilio, que la riqueza y el poder generan falsas ilusiones. Abderrahman III, que tuvo todas las riquezas y poder imaginables durante cincuenta años de reinado, anotó cuidadosamente los días de auténtica felicidad que disfrutó durante tan largo período: sumaron solo catorce.

Enrique Bohórquez López-Dóriga

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China y el Covid atacan de nuevo

Enrique Bohórquez López-Dóriga

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«Enshittification» y «Weaponification» en Melilla: Reflexión sobre los ataques a Guelaya-Ecologistas en Acción Ricardo Dominguez Llosa El pasado 19 de diciembre de 2024, Juan Carlos Montoya publicó un artículo titulado en Tribuna de opinion, en el que vertió duras críticas hacia la asociación Guelaya-Ecologistas en Acción, una ONG que lleva años trabajando de manera activa y comprometida en la defensa del medio ambiente en Melilla. Este tipo de ataques no solo desvirtúan el trabajo de una organización que ha demostrado con hechos su compromiso con la sostenibilidad y la justicia climática, sino que también representan un fenómeno más amplio y preocupante que podríamos calificar como «enshittification» y «weaponification» del discurso público. ¿Qué significa «Enshittification» y «Weaponification»? El término «enshittification» se utiliza para describir el proceso mediante el cual algo que inicialmente tiene un propósito positivo o constructivo se degrada hasta convertirse en un espacio o herramienta tóxica. Por otro lado, «weaponification» hace referencia a la instrumentalización de ciertos discursos o ideas para atacar, desacreditar o deslegitimar a individuos o colectivos. En este caso, ambos conceptos parecen aplicarse al contexto de las opiniones vertidas por Montoya, que no solo atacan sin fundamento a Guelaya, sino que también reflejan una tendencia preocupante hacia la polarización y la desinformación en temas tan cruciales como el cambio climático y la protección medioambiental. Guelaya-Ecologistas en Acción: Una labor encomiable Guelaya-Ecologistas en Acción lleva años trabajando en Melilla para promover la sostenibilidad, proteger la biodiversidad local y concienciar a la ciudadanía sobre la importancia de actuar frente a la crisis climática. Su labor incluye actividades de reforestación, limpieza de entornos naturales, campañas de sensibilización y propuestas de políticas públicas orientadas a la sostenibilidad. Estas acciones no solo benefician al medio ambiente, sino que también contribuyen al bienestar de la comunidad melillense. La ONG forma parte de una red nacional de Ecologistas en Acción, que se rige por principios de transparencia, participación y rigor científico. Sus informes anuales y actividades están respaldados por datos y análisis que buscan incidir en la toma de decisiones políticas y sociales. El ataque de Montoya: Una crítica sin fundamento En su artículo, Montoya recurre a un lenguaje incendiario y descalificativo, calificando a los miembros de Guelaya como «provincianos», «terraplanistas» y «negacionistas del cambio climático». Estas acusaciones no solo son infundadas, sino que también resultan irónicas, dado que Guelaya ha sido una de las voces más activas en Melilla en la lucha contra el cambio climático. Este tipo de críticas parecen más bien una estrategia para desviar la atención de los problemas reales que enfrenta la ciudad, como la falta de políticas públicas efectivas para abordar la crisis climática o la degradación de los espacios naturales. Al atacar a quienes trabajan por el bien común, Montoya no solo desacredita su propia posición, sino que también contribuye a perpetuar un clima de desinformación y hostilidad que dificulta el progreso colectivo. No matar al mensajero, pero sí escuchar el mensaje El título del artículo de Montoya, resulta paradójico, ya que su texto parece precisamente un intento de desacreditar al «mensajero» que trae un mensaje incómodo pero necesario: la urgencia de actuar frente a la crisis climática y la necesidad de proteger nuestro entorno natural. En lugar de atacar a quienes trabajan por el bien común, sería más constructivo abrir un diálogo basado en el respeto y la evidencia científica. La crisis climática es un problema global que requiere la colaboración de todos los sectores de la sociedad, y descalificar a quienes están en la primera línea de esta lucha solo nos aleja de posibles soluciones. Reflexión final El caso de las críticas de Montoya a Guelaya-Ecologistas en Acción es un ejemplo de cómo el discurso público puede ser utilizado de manera tóxica para atacar a quienes trabajan por el bien común. Sin embargo, también es una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de defender a las organizaciones y personas que, con esfuerzo y dedicación, luchan por un futuro sostenible. Es fundamental que, como sociedad, aprendamos a distinguir entre las críticas constructivas y los ataques infundados, y que apoyemos a quienes, como Guelaya, dedican su tiempo y energía a proteger el planeta y garantizar un futuro mejor para todos. En un mundo donde el cambio climático es una realidad innegable, no podemos permitirnos el lujo de desviar la atención de los problemas reales con discursos vacíos y descalificaciones sin fundamento.

Por Ricardo Dominguez Llosa   El pasado 19 de diciembre de 2024, Juan Carlos Montoya…

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