Cementerio Nacional de Héroes Nº 19

Hojeando la hemeroteca de “El Telegrama del Rif”, del 12.07.1912, leo el titular: “Rasgo de un Soldado”; y en síntesis dice que llegó a conocimiento de aquélla redacción el “rasgo nobilísimo” de un Soldado de 1ª, del Batallón de Cazadores de Cataluña, que después de haber concurrido a dos campañas, marchaba licenciado a su casa, y que tan pronto salió de la oficina de la Representación, con el permiso que les dan para hacer sus compras en los Viveros de la Junta de Arbitrios;…
… preguntó allí por el encargado de los jardines, solicitando que le hicieran una corona de flores naturales. Al preguntarle de qué precio la quería, manifestó que solo contaba con 3´80 ptas., las que le habían entregado como “socorro”, hasta que llegase a su pueblo, pero que pensaba dejar un recuerdo en la tumba de su Capitán, muerto gloriosamente frente al enemigo, y dispuesto a gastarse ese dinero en una corona. Mientras los jardineros le preparaban la corona él, con lágrimas en los ojos, iba refiriendo los valientes hechos de su Capitán, al que le mostraba un inmenso cariño. Contaba que para los soldados era como un padre, un hermano: “….Con él salimos de Jerez, y desde que llegamos a Melilla, fue nuestro defensor y nuestro guía”. Cuando los jardineros acabaron la corona, pagó el muchacho las 3 ptas. y marchó al Cementerio. A poco de salir de los Viveros, un jefe de aquélla dependencia, y enterado de lo sucedido, mandó a buscarle, devolviéndole el dinero. Muy agradecido el Soldado, se encaminó al Camposanto y allí, sobre la tumba del heroico Capitán D. José Acame Romero, rezó una emotiva oración a su memoria. Dicho Soldado, aunque se negaba a decir su nombre, era Manuel Chaves de la Torre. Y como figura al final del artículo: “Quien honra a los suyos, se honra a sí mismo”. Sobre el Capitán de Infantería D. José Acame Romero hay que decir que en el combate del 13.05.1912, en el poblado de Haduya, fue gravemente herido; no obstante continuó en el avance, luchando al frente de sus tropas, a las que alentó con su ejemplo y valor heroico. A consecuencia de las heridas sufridas falleció al día siguiente, y poco después condecorado con la Cruz Laureada de San Fernando.

Yo creo, que hazañas como la del Capitán Acame, aumentan el patrimonio de nuestros Héroes y Mártires, con su hidalguía, su nobleza, su generosidad, y sobre todo por el valor de su patriotismo en defensa de España, y por ende de nuestra ciudad, Melilla; por ese motivo, es mi humilde y ferviente deseo, como un simple españolito de a pinrel, que más pronto que tarde, nuestro Glorioso Cementerio sea denominado: “Cementerio Nacional de Héroes”.

La tumba de este Héroe, donde aquél Soldado depositó su corona hace más de un siglo, se halla a la derecha de la Capilla. La lápida es de un mármol blanco, y aunque parezcan las letras grabadas con trazos compungidos, y descoloridas por el tiempo, hay que imaginarse que es debido por la sal de las amorosas lágrimas que resbalan escurridizas sobre ellas.

Decía la sueca Selma Lagerlöf, que hay que tratar con sumo cuidado las historias viejas, porque se parecen a las rosas secas y marchitas que se deshojan al menor contacto. Yo, señores lectores, como podrán comprobar, no solo cuido y hablo, de nuestras historias, como son las de nuestros Héroes y Mártires, sino con toda la humildad, el cariño y el máximo de los respetos que son merecidos.

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