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Carta desde la Purísima XXXV

La “Carta” de hoy, por los detalles, tan concretos y precisos, que da este soldado que la escribe, merece que mucha gente en Melilla, sepa de la verdadera Historia, y dice así:
“Queridos melillenses: Me llamo José Estela Martínez, y pertenezco al Rgto. Infantería Melilla 59. Nací en Valencia, hace 21 años. A las once de la noche, del 16.08.1909, fallecí en el …

…Hospital Militar, a consecuencia de las heridas que me infringieron los moros en Sidi Musa. El motivo de esta carta, aparte de poder saludarles, al igual que muchos otros compañeros, lo vienen haciendo, desde hace varios meses, me he tomado la libertad de dirigirme a ustedes. Muchos de ellos, que cayeron después que yo, me han comentado que el 29.09.1909, cuando el Coronel, de mi Rgto. D. José Benedicto, al ascender a General de Brigada, y despedirse de la tropa, en el hermoso patio del Cuartel de Santiago, ante el General de Brigada, D. Pedro del Real y Sánchez Paulete, citó mi nombre, diciendo que pocas horas antes de que yo falleciera, estaba cantando el Himno de mi Regimiento; y la verdad es que fue así, ya que, en aquéllos momentos, unos enfermeros me miraban muy contentos, porque si estaba cantando era señal de que mi estado mejoraba; pero lamentablemente aquí estoy desde entonces. También me dijeron que quien lo relevó fue el entonces Coronel Primo de Rivera. Ben Aisa Mohatar, Mohamed Asmani, y los hermanos Falku, y Mohamed Amar, soldados de la Policía Indígena, muertos a finales del mes de septiembre, cerca de Sidi Musa, cuando nos visitan, desde su Cementerio, de Sidi Guariach, nos han comentado que Amadi, un paisano suyo, nacido en Farhana, condecorado con la Cruz del Mérito Militar, ese mismo día 29, cuando, montado en una mula, se encaminaba hacia su vivienda, ondeando una bandera española, para colocarla en la fachada de su casa, se la encontró ardiendo, pero el Capitán González Nandín, con una compañía del Rgto. África 68, le ayudó a sofocar el fuego. Me dijeron que este Amadi, era pariente de otro amigo de España: Mohamed Aguari. También tengo que decir que como fui mecánico tornero, he hecho amigos civiles, y solemos pasear juntos por estos preciosos patios, y hablar de cosas de nuestros trabajos. Yo me encuentro en el Panteón de Margallo, y algunos de ellos, muertos varias décadas después que yo, y enterrados con sus familiares, a veces nos invitan junto a ellos. Hay un grupo muy simpático que trabajaba en el Ayuntamiento de la Ciudad, en la sección de mecánica; y aunque no recuerde todos sus nombres, al menos mencionaré a Manuel Añón, Hilario Castillo, Francisco Aranda, Mariano, e Imbroda; todos ellos buenos profesionales, ya que sin tener apenas piezas, ellos se las apañaban muy bien para hacer funcionar los automóviles del Ayuntamiento. Tengo que decir que la diferencia de edad no importa, ya que ellos fallecieron cuando contaban más de cincuenta años, y algunos mucho después de su jubilación, parecen que son como mis padres, cuando realmente, pueden ser mis hijos; porque si cuando me mataron los moros, en 1909, yo contaba 21 años, algunos de ellos, eran unos críos, o niños de teta. Me parece algo inverosímil, como raro, que yo los trate como si fuesen mis maestros. La verdad es que este grupo de trabajadores del Ayuntamiento, todos ellos son muy agradables, y siempre andan de bromas entre ellos; siendo su gran pasión el juego del dominó. A pesar de encontrarme tan a gusto contándoles estas vivencias, se me ha ido el santo al cielo, y no tengo más remedio que despedirme, rogándoles a los familiares de estos amigos, chóferes y mecánicos, que cuando los visiten, no se les olvide de hacer una parada en nuestro Panteón; porque tanto ellos, como todos los que caímos en defensa de Melilla, siempre se lo agradeceremos. Reciban un fuerte abrazo, con mi sonrisa más sincera”.

Yo creo que estarán de acuerdo conmigo, en que los nombres de estos héroes, mezclados con los civiles, que yo voy desgranando en estas páginas, son como luces radiantes, cargadas de proezas. A pesar de estar enterrados en sus tumbas remotas y silenciosas, sujetos por cadenas de flores y laureadas esperanzas, humildemente es mi deseo abrir un camino de comunicación entre ellos, y los lectores de buena fe, y llenarlo con la gran riqueza de nuestra Patria.

PD Debo decir que el nombre de Francisco Aranda, que se refiere este soldado, es mi padre.

Y para tener encendida la llama de mi perenne petición, repito que el Cementerio de La Purísima, debe denominarse: “CEMENTRERIO NACIONAL DE HÉROES”.

También si desean leer el “Pedimento de la Virgen de la Victoria”, solo deben escribir: http://.pedimento.blogspot.com.es/

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Carta desde la Purísima XXXV

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