Carta desde la Purísima XX

Esta carta la escribe el Capitán Laureado, D. Antonio Ripoll Sauvalle, junto al 2º Tte., también Laureado, D. Isidoro Odériz Domínguez, héroes ambos en los combates de septiembre de 1909, en el Zoco Jemís de Beni bu Ifrur. El Capitán Ripoll dice así:

“Queridos melillenses: como habrán comprobado por los libros de Historia Militar, mi nombre es Antonio Ripoll Sauvalle, y nací en Cartagena, el 22.01.1881. Soy Capitán de Infantería del Bon. de Figueras nº 6, y les estoy escribiendo desde la escalerilla del “Ángel”, en el Cementerio de La Purísima, Panteón de Héroes, fila 1, nº 1. Cuando tenía 28 años, me mataron los moros, el 30.09.1909, en el Zoco Jemis de Beni bu Ifrur. Yo estaba felizmente casado, y con dos hijos preciosos. En la Campaña de Filipinas perdí la mano izquierda, y una vez pasado el trauma de la invalidez, solicité mi permanencia en el Ejército. Cuando ya me encontraba muerto en el campo de batalla, cercano a unas chumberas, los moros descolgaron mi mano postiza de aluminio, y se la llevaron, creyendo que era de plata. Buen chasco se llevaron aquéllos saqueadores-depredadores. Años más tarde me dijeron que se encuentra expuesta en el Museo del Ejército. Buen sitio es, lo que me llena de honor y de orgullo. Junto a mí tengo a Isidoro Odériz Domínguez, 2º Teniente de Infantería del Bon. Cazadores de Chiclana, nº 17. Este casi me dobla la edad, porque tiene 44 años, y lleva en el Ejército casi toda su vida. Fíjense que ingresó como Corneta Voluntario, en el Bon. Cazadores de Barbastro, nº 4. Isidoro es un navarro, muy noble, querido por sus hombres; nació en Beruete, un pueblecito de Navarra, cercano a Igoa y a Arrarats, y murió en el mismo lugar, y día, que yo. También diré que soy hijo de militar: mi padre fue el Tte. Col. D. Luís Ripoll Palau. Como estamos casi a todas horas juntos, sabemos, por los compañeros que llegaron después que nosotros, que a ambos nos concedieron sendas Cruces de 2ª Clase Laureadas de San Fernando, cosa que nos llena de honor y de orgullo, pero como dice Isidoro: “Mi capitán, que solo cumplimos con nuestro deber”. Y lleva toda la razón. Para finalizar, nos despedimos los dos agradeciendo, desde lo más profundo de nuestras almas, los homenajes que nos rinden cada año en este bello Cementerio de La Purísima. Reciban un fuerte abrazo, y no nos olviden nunca”.

D. Benito Pérez Galdós, en su “Crónica de Madrid”, con respecto a los militares decía:
“Felices alumnos de Marte, con cuanta candidez se contonean pisoteando airosamente los adoquines. Pueden morir por una gran causa nacional o vencer por un fútil árbitro particular. Su obra es grande, sublime, inmortal o pequeña, rastrera o infructuosa, según se pongan al servicio de los pueblos o de un hombre, según apoyen la libertad o patrocinen una ambición. Comen el sustento que una mano les alarga, vístense los trajes que les dan, empuñan el arma que se les entrega, y corren en pos de la gloria, de la derrota o de la muerte”.

Yo creo que la obra de nuestros héroes de La Purísima, en estos cinco siglos, ha sido sublime e inmortal, porque como decía Galdós, era por una gran causa nacional, como mantener la españolidad de Melilla; y corrieron todos en pos de la gloria, de la derrota y de la muerte. Por eso yo, como un humilde escribidor, pienso que jamás debemos olvidarlos en la desidia del tiempo transcurrido.

Y para tener encendida la llama de mi perenne petición, repito que el Cementerio de La Purísima, debe denominarse: “CEMENTRERIO NACIONAL DE HÉROES”.

También si desean leer el “Pedimento de la Virgen de la Victoria”, solo deben escribir: http://.pedimento.blogspot.com.es/.

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