Carlo Ancelotti: Un valor social del fútbol.

Decir que el fútbol es algo más que un deporte es ya una perogrullada, es más aproximado a la realidad calificarlo de industria y hasta de negocio, porque a sus efectos directos e indirectos sobre la economía –en España supone del 1,5-2% del P.I.B.-, los avances tecnológicos trajeron el mercadeo de las retransmisiones primero – en España mueve 2000 millones de euros al año- y las apuestas después, que multiplicaron hasta alcanzar los 8000 millones de euros y casi 200.0000 empleos (directos, indirectos e inducidos), son datos económicos ligados al fútbol profesional.

Con este escenario de cifras mareantes y crecientes –quién sabe si hasta la caída al abismo-, en esta sociedad actual tan carente de valores a lo que el gobierno que nos ha tocado padecer colabora y no poco, hallar personajes como Carlo Ancelotti es un rara avis –más en el circo futbolero que algunos de sus tótems y popes se empeñan en convertirlo -; porque Ancelotti actúa de bocanada de aire fresco o de bálsamo social emoliente, que ayudar a evitar que nos convirtamos en seres coriáceos, impertérritos ante una sociedad tan desencantada y tan falta de auténticos líderes y ejemplos sociales a seguir, porque no ha dejado de ser y comportarse como una persona normal.

Y Carlo Ancelotti es todo menos un persona normal, ya que el exfutbolista y técnico italiano –y soy testigo de todo ello, porque compartimos anno di nascita-, a su brillante trayectoria como jugador en los mejores clubes italianos y participar en dos mundiales con Italia, en 1992 dio el paso al banquillo; como ejemplo de su extraordinario palmarés sirvan dos datos, es el único entrenador en el mundo, que ha ganado las cinco mejores ligas de Europa –lo que es decir del mundo-, con los mejores clubs de la talla del Real Madrid, AC Milan, Bayern Munich, PSG y Chelsea. No está el Barcelona. Y es el único que ha ganado cinco Champions. Dos récords que posiblemente se mantengan durante mucho tiempo, e incluso por siempre.

Con lo descrito, convendremos que Ancelotti es todo menos una persona normal, lo que no quiere decir que no se comparte como tal, y es más, lo conocen como el hombre tranquilo, y estoy convencido de que hubiera hecho sombra al gran Jhon Wayne para protagonizar el film del mismo nombre de Jhon Ford; porque todo en Ancelotti es normal, sin aspavientos, con las debidas formas y la adecuada energía, nacidas de su conocimiento y dominio del medio. Y por último en esa normalidad, su familia, la natural y expresiva comunión permanente con su hijo Davide –su ayudante-, expresa que Ancelotti es un hombre de familia en el amplio y positivo sentido de la palabra.

A este merecido panegírico a su trayectoria sólo cabía una despedida acorde a ella, aderezada con la despedida de Luca Modric y Lucas Vázquez por si faltaba algo, y el Real Madrid se la ha hecho -aunque tenía mis reservas, por tantos madridistas brillantes que salieron por la puerta de atrás-; Florentino Pérez le ha dado el reconocimiento público que esta extraordinaria persona merecía, por respeto a Ancelotti, a la afición que tanto lo quiere y al propio club.

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