Las hermanas Sájara y Marian Vendrell han trazado un relato conmovedor en el mundo de la cerámica melillense. Desde sus inicios hasta su impacto en la comunidad artística local, su viaje refleja una profunda conexión con el arte como una expresión de la identidad y la sanación personal. Exploramos las raíces de su amor por la cerámica, sus desafíos como emprendedoras y su mensaje inspirador para los soñadores de Melilla.
Para Sájara, el amor por la cerámica comenzó hace ocho años, cuando buscaba su propia voz artística después de estudiar Bellas Artes. Experimentó con diversos medios antes de encontrar en la cerámica una forma de expresión que resonaba profundamente con ella. Su viaje la llevó a través de continentes, desde Vietnam hasta Taiwán, donde se sumergió en técnicas tradicionales y contemporáneas, explorando el potencial infinito del barro.
Marian, por otro lado, se unió al mundo de la cerámica hace apenas dos años, siguiendo los pasos de su hermana mayor. Aunque inicialmente ajena al arte del barro, descubrió en él una pasión latente que la llevó a embarcarse en un viaje de autodescubrimiento y crecimiento personal.
Para Sájara y Marian, la cerámica es más que una forma de arte; es una terapia, una manera de conectarse consigo mismas y con el mundo que las rodea. En su taller llamado Mil Cien Grados, ofrecen un espacio seguro donde otros pueden explorar su creatividad y encontrar sanación a través del trabajo manual y la autoexpresión.
«La cerámica es mucho más que crear objetos; es un viaje de autoconocimiento y sanación», comparte Sájara. «Cuando estoy modelando la arcilla, siento una conexión profunda conmigo misma y con el universo que me rodea. Es un proceso terapéutico que me permite expresar mis emociones y explorar mi creatividad de una manera única». Marian añade con entusiasmo: «Cada pieza que creo tiene una parte de mí en ella. Es como si mi energía y emociones se transfirieran al barro, creando algo que trasciende lo físico y se convierte en una manifestación de mi ser interior. Es una experiencia verdaderamente poderosa».
A pesar de los desafíos de emprender en Melilla, las hermanas Vendrell son un faro de esperanza para los jóvenes artistas locales. Invitan a otros a descubrir la riqueza y la belleza de la expresión artística, alentándolos a perseguir sus sueños y a encontrar su propia voz en un mundo lleno de posibilidades.
Sájara y Marian son un recordatorio viviente de que el arte trasciende las barreras geográficas y culturales, y que la creatividad es una fuerza poderosa que puede transformar vidas. Su mensaje para los jóvenes melillenses es claro: nunca subestimen el poder de sus sueños y nunca teman explorar su creatividad. En un mundo lleno de posibilidades, el arte ofrece un camino hacia la autoexpresión y la realización personal.»Emprender en Melilla no ha sido fácil», admite Sájara, «pero cada obstáculo que hemos superado nos ha fortalecido y nos ha recordado por qué amamos lo que hacemos. Estamos decididas a seguir adelante, inspirando a otros a perseguir sus sueños y a encontrar su voz en un mundo lleno de posibilidades».
La historia de Sájara y Marian Vendrell es mucho más que un relato sobre cerámica; es un testimonio de la capacidad humana para encontrar belleza y significado en el mundo que nos rodea.
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