En el Salón del Automóvil de Shanghai 2025, BYD presentó una ofensiva tecnológica y de lujo, desafiando a fabricantes europeos. La marca muestra innovación en eléctricos y híbridos, mientras conquista segmentos con propuestas competitivas, marcando un avance imparable en el mercado automotriz global.
Salón del Automóvil de Shanghai 2025. BYD asusta: poder tecnológico, lujo estratégico y conquista global.
La preocupación entre los fabricantes europeos de automóviles no para de crecer. Hasta hace bien poco, la gran diferencia era el precio (no pueden competir en este tema con los coches chinos) y los coches de alta gama o de gran lujo se libraban de la competencia China. Ahora, BYD (también otros fabricantes chinos) se ha lanzado a la conquista de todos los segmentos, e incluso los coches fabricados en China superan las prestaciones tecnológicas y mecánicas de las grandes marcas europeas (también de las americanas). El mercado europeo no está, todavía, suficientemente bien preparado para que los coches eléctricos puedan circular sin problemas de carga (pocos puntos de carga, sobre todo en España), lo que hace que la amenaza de los coches eléctricos chinos se vea un poco más lejana; pero BYD (y otros fabricantes chinos) tiene respuestas para todo y apuesta también por coches híbridos, con lo que la amenaza es creciente y se espera se materialice de forma rápida.
En el Salón del Automóvil de Shanghai estuvieron presentes 70 marcas de coches. La gran mayoría fueron a presentar coches, pero BYD fue a mostrar poder.
En la feria de coches más grande del mundo, sus marcas –la general BYD, la ultrapremium Yangwang y la recién llegada a Europa Denza– estaban, más que alineadas, orquestadas. Y cada modelo no parecía una simple propuesta, sino una ofensiva. Los visitantes, al verlos, imaginaban sus posibles víctimas.
Al igual que Huawei con los móviles, BYD no busca competir sino ir conquistando mercados. BYD busca la hegemonía en el sector mundial del automóvil.
Su conferencia fue la más seguida, con permiso de la de Chery, y la más jaleada.
La BYD de siempre, con sofisticación
La base de BYD sigue siendo la del “coche para todos”, pero lo hace con una sofisticación cada vez más atractiva para sus clientes y peligrosa para sus rivales.
En la feria presentaron cinco modelos de la serie Ocean, todos eléctricos o híbridos, y todos con avances que los sitúan por encima del precio que ostentan. Es el principal truco de BYD: darte al precio de un generalista lo que otros llaman premium.
El Sealion 06, por ejemplo, llega como un SUV compacto con diseño atlético, de músculo largo. Su sistema de asistencia “Ojo de Dios” viene de serie, y tiene compatibilidad con la nueva red de carga ultrarrápida de 1.000 vatios. Promete 400 kilómetros de autonomía con cinco minutos de carga. Y todo por menos de 20.000 dólares. El Seal 06, su versión de entrada de gama, replica esta lógica en una carrocería más ligera, pensada para flotas, carsharing y mercados emergentes.
Y la renovación de modelos ya clásicos como los de la serie L ilustran la maduración del núcleo de BYD: no solo han actualizado sus motores (las nuevas unidades eléctricas alcanzan las 30.511 rpm), sino que incorporan tecnologías propias de gamas altas recientes:
Suspensiones adaptativas Disus-M.
Conectividad total.
Y hasta funciones de conducción autónoma nivel 2+.
BYD quiere volumen, pero también prestigio. Por desgracia para sus rivales, no solo lo desea, sino que está dispuesto a hacerlo, marca por marca, segmento por segmento, país por país.
Denza, elegancia como arma
Si hablamos de prestigio, Denza es la primera línea de choque y la avanzadilla del lujo eléctrico chino. Concebida inicialmente como experimento conjunto con Mercedes-Benz, hoy es controlada al 100% por BYD. No compite en volumen, compite en percepción. Y en Shanghái llegó su ofensiva más seria: el Denza Z.
Este coupé eléctrico de dos puertas y cuatro plazas parece un misil. Bajo, musculoso, con una línea de cintura marcada y un diseño que recuerda más a un concept de salón que a un coche de producción. BYD ha confirmado que llegará pronto al mercado.
Incorporará dirección por cable, volante plegable, suspensión magnética inteligente y materiales premium. Todo envuelto en una carrocería que recuerda a Stuttgart (donde se fabrican coches de Mercedes y Porche).
También brilló el Denza N9, un SUV de gran tamaño y diseño elegante, refinado. Interior espacioso, pantallas inmersivas, asistencias de conducción avanzadas. Ya está a la venta en China desde 389.800 yuanes —unos 47.000 euros—, y se espera su llegada a Europa a finales de año con un precio más enigmático que nunca. Y el N7, un viejo conocido que parte de los 260.000 yuanes, unos 36.000 euros, acaparó menos miradas premium pero más generalistas.
En un mercado que comienza a mirar con recelo los sobreprecios alemanes, Denza propone algo inquietante: lujo, pero lógico.
Completa la ofensiva el Denza D9, un monovolumen de lujo que ha pasado de ser curiosidad a superventas en el mercado chino. Diseñado para ejecutivos y familias de alto poder adquisitivo, el D9 ofrece una experiencia de cabina que rivaliza con la de un jet privado: dos butacas traseras con masaje, ventilación, pantallas individuales, techo panorámico, aislamiento acústico reforzado y puertas correderas automáticas que convierten el acceso en una ceremonia.
Su doble motorización —eléctrico puro o híbrido enchufable— ofrece versatilidad sin sacrificar estatus. En un mundo donde la categoría de monovolumen parecía extinguida por los SUV, BYD la reinventa con un propósito: convertir la movilidad premium en espacio, silencio y prestigio.
Pese a todos sus argumentos, en Densa saben que va a ser difícil penetrar en Europa. Su propuesta, basada en ofrecer un Porsche o un Maserati al precio de un Audi de gama alta, tendrá que superar el “valor de marca”.
YangWang: el vértice del lujo nacional
Es la marca de ultralujo diseñada para competir con Rolls-Royce, con los Range Rover prohibitivos o los Maybach, a los que reinterpreta, con un estilo chino.
El larguísimo YangWang U8L fue uno de los modelos más visitados del salón. Es una versión extendida del ya imponente U8. Mide 5,4 metros, ofrece tres filas de asientos y una estética de lujo ceremonial. Las insignias, como ocurre con el SU7 Ultra, están disponibles en oro de 24 quilates.
El portón trasero se abre en dos mitades verticales. Si tenemos en cuenta los precios que maneja esta marca es inevitable ver el maletero abierto como un cofre.
Y luego está el interior, una mezcla de una nave espacial y un salón de té. Tiene pieles nobles, iluminación ambiental inspirada en caligrafías antiguas y compartimentos ocultos bajo patrones de jade. El sistema de infoentretenimiento, powered by chips Qualcomm de 4 nm, es el cerebro de una suite con tres LiDAR, doce cámaras y capacidades de navegación urbana autónoma.
En carretera, puede girar sobre su eje, conducir con una rueda reventada o flotar en caso de inundación.
Junto al coloso U8L, otra modelo atrajo todos los flashes: el Yangwang U9, un superdeportivo eléctrico rojo fuego, bajo y radical, que parecía recién salido de un videojuego.
Cuatro motores eléctricos, más de 1.000 caballos de potencia combinada, tracción total inteligente, y un sistema de suspensión que le permite —literalmente— saltar. No es un experimento técnico: es una declaración estética, cultural, casi ideológica.
El U9 no es para todos los mercados, pero cumple su función: mostrar que BYD no tiene miedo a ningún segmento. Ni siquiera al más simbólico.
YangWang, más que igualar a rivales, quiere sentar un precedente. Y su autoconfianza solo es posible con un control vertical, casi absoluto, de la cadena de producción.
Plan sin fisuras aparentes
BYD no es tanto una empresa de coches como una arquitectura de conquista. Su dominio vertical –fabricación de baterías, motores, semiconductores, software– le permite actuar más rápido que nadie, lanzar casi un modelo al trimestre y mantener a raya los costes en un entorno de constante negociación con proveedores.
Eso, sumado a su presencia en casi todos los segmentos, le da una gran capacidad de presión que no debe ser ignorada.
El siglo del dragón parece empezar
Shanghai 2025 le sirvió a BYD como marco para un despliegue imperial. Los viejos nombres titubean ante un avance que parece imparable. Europa observa sin saber bien cómo reaccionar, Japón se prepara y Estados Unidos se atrinchera tras aranceles.
Pero BYD no es lo única amenaza para los fabricantes europeos o estadounidenses. Xiaomi, con su increíble SU7 Ultra, es la prueba de que, al menos actualmente, China empieza a jugar en otra liga.
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