La Semana. MH, 01/09/2025

Por: J.B.

 

Cuando nos anestesian para una operación, la duración de los efectos y su intensidad dependen del tipo de anestesia y de nuestro estado de salud. Los efectos colaterales de la anestesia normalmente desaparecen rápidamente en las horas posteriores al procedimiento. No obstante, podría tomar varios días hasta que el cuerpo se recupere del estrés de la cirugía y la anestesia.

Dentro de los efectos secundarios más comunes de la anestesia están los cognitivos, que pueden afectar temporalmente a la memoria, la concentración y a la capacidad para tomar decisiones.

Es evidente que (al menos en el caso de la anestesia general), durante el periodo en el que la anestesia está haciendo su efecto, se genera un tiempo de stand-bye en los recuerdos: cuando nos despertamos, no recordamos nada anterior al “pinchazo anestesiador”.

Estamos/pertenecemos a un mundo, una sociedad, un país y una ciudad anestesiados. Parece que no vemos, no escuchamos (oímos sin atención, eso sí), no sentimos y, lo que es peor, no sufrimos

Estamos/pertenecemos a un mundo, una sociedad, un país y una ciudad anestesiados. Parece que no vemos, no escuchamos (oímos sin atención, eso sí), no sentimos y, lo que es peor, no sufrimos.

Nos resbalan los temas que no nos afectan directa e inmediatamente (los que nos puedan afectar a largo plazo los obviamos: ¡en el futuro ya se verá!), aunque les arruinen la vida y su hacienda a miles, millones, de personas.

Veamos algunos ejemplos (podría escribir los Episodios Nacionales, de Benito Pérez Galdós, con ejemplos, pero me limitaré a algunos ilustrativos):

A Melilla y Ceuta nos quiere hundir, económica y socialmente, un vecino malcarado, y no pasa nada, más allá de protestas aisladas. Es cierto que nada podemos esperar del gobierno de “Pinocho” Sánchez (con perdón, por la comparación, al pobre y adorable muñeco de madera), pero la pasividad y resignación, que se observa cada día en nuestra ciudad, a nuestra suerte, es una clara manifestación de anestesiamiento colectivo: no sentimos, no padecemos, nos importa más bien poco (ya nos iremos a otro lado), no luchamos (porque estamos paralizados por nuestra auto-anestesia), etc.

Hay una guerra en Ucrania (con muertos y sufrimiento diario) y parece que no nos afecta más allá del miedo a que Rusia pudiera llegar más lejos o a que Trump nos obligue a un cada vez mayor gasto en defensa (algo que debería ser asumido y liderado por los propios europeos, para su defensa frente a amenazas externas y para conseguir una deseable independencia de EEUU-basta de llamar siempre al hermano mayor para que nos arregle los problemas-). Nuestra actual dependencia es muy cómoda: mientras dormitamos anestesiados, EEUU nos arregla los problemas; ahora con Rusia, en el pasado con Alemania, en el futuro ¿con China?

Nuestro país (antes llamado España y en breve, si las urnas no botan pronto a Sánchez y sus compinches, “Unión Nacional de Estados Ibéricos”) está siendo despedazado, ideologizado, enfrentado…

Nuestro país (antes llamado España y en breve, si las urnas no botan pronto a Sánchez y sus compinches, “Unión Nacional de Estados Ibéricos”) está siendo despedazado, ideologizado, enfrentado (por un lado, los que apoyan al dictadorcillo Sánchez y, enfrente, los “otros”), cercenadas muchas libertades (las de los jueces, las de la Prensa, las de los ciudadanos, perseguidos por Hacienda para quitarles hasta el último céntimo) y arruinado para varias décadas. Pese a todo los anterior, todos (o al menos la gran mayoría) miramos impasibles y decimos “Bueno”.

Bueno, bueno, bueno, bueno,… ¿Eso es lo que queremos?

Ya terminé un libro, sobre un ficticio país sudamericano gobernado por un dictador tras otro (que llegaba siempre con promesas de libertad, derechos y prosperidad) al que hice referencia en otro artículo. El pueblo asistía atónito e impasible a las luchas por el poder, que se hacían en su nombre, con una resignación que sólo se veía, hasta ahora, en Suramérica. A cada cambio, a cada promesa incumplida, a cada atrocidad, respondía con un “Bueno” (me resigno porque no hay posibilidad de mejorar: a uno malo, le sigue otro peor que, eso sí, empieza con muy buenas intenciones).

Bueno, bueno, bueno, bueno,… ¿Eso es lo que queremos?: que nos manejen como a corderos y hacernos los anestesiados. Así no habrá futuro. Abramos los ojos y luchemos por lo nuestro y por lo de nuestro vecino/amigo/pariente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Anestesiados

JB

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