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De mala política y peores resultados

Pedro Sánchez en el congreso de los diputados

Por: Gonzalo Fernández

En la ciudad de Melilla

La acción política, todas las acciones, deben perseguir la consecución de unos objetivos definidos y medibles. En el ámbito internacional, para identificar esos objetivos se utiliza la expresión nemotécnica SMART, o sea, los objetivos deben ser específicos, medibles, alcanzables, realistas y delimitados en el tiempo.

Ya dijimos con anterioridad que los planes estratégicos para la ciudad, incluido el del gobierno local, no cumplen con estas características, sino que se empeñan en lanzar al aire objetivos inalcanzables o inútiles o desmesurados y en todo caso inespecíficos en cuanto a recursos de todo tipo precisos para desarrollarlos y, lo que es aún peor, no se corresponden con las reales necesidades de desarrollo para la ciudad.

La causa principal de todo ese despropósito es que los miembros del gobierno, la coalición de partidos más el tránsfuga, constituyen de hecho una alianza contra natura, sin otra idea en común que la perpetuación en el poder. Se han juntado una persona sin principios, el presidente, con un partido sin otros principios que obtener el poder y disfrutar de sus prebendas aún a costa de la desintegración de España, el partido socialista y, por fin, un partido religioso que resulta incompatible con la laicidad necesaria en cualquier sociedad democrática, al limitar su representación a un grupo determinado de personas, excluyendo a otras.

 Además, en su mayoría carecen de la necesaria preparación técnica y de la experiencia necesaria en gestión de proyectos mínimamente complejos. Por si fuera poco, de la información disponible se deduce que cada una de las consejerías actúa sin coordinación con las demás, como consecuencia de la ausencia de un presidente con la autoridad o prestigio necesarios y de que cada uno de los partidos busca emplear el presupuesto a su disposición para obtener votos partidistas en las siguientes elecciones. No están gobernando para obtener resultados para la población de Melilla ahora, sino para obtener resultados para su partido en las próximas elecciones.

En España

Centrándonos en España, es obvia la falta de prestigio de España en el mundo, como consecuencia de la inexistente política exterior del actual gobierno, que está centrado en conseguir la permanencia en el poder a cualquier coste, incluyendo la desintegración de España, la ruina económica y el desencanto de la población.

Nuestros “amigos” tradicionales nos han abandonado, cuando no se han puesto en nuestra contra. Los países hispanoamericanos nos ignoran, nos denostan y nos exigen que les pidamos disculpas por supuestas afrentas. Marruecos nos hace una “mini-marcha verde” en Ceuta, recordando lo bien que les fue en el Sahara español y muy posiblemente felices con el apoyo de los Estados Unidos, como ocurrió entonces. De nuevo los Estados Unidos no invitan a España a conferencias internacionales, a pesar del apoyo (mínimo por otra parte) que se les dio durante la operación de evacuación de Afganistán. Francia está muy ocupada tratando de desbancar a Alemania como líder de Europa y por tanto no se acuerda de su “amigo” del sur, del que tan solo es amiga cuando le conviene o lo necesita.

Pero es claro que ningún país con peso en el mundo puede tener en consideración a un país amigo del régimen dictatorial de Venezuela o de Cuba, sin que debamos confundir al gobierno de esos países con su población. Tampoco ayuda la filiación comunista de parte del gobierno. El comunismo ha quedado tan desprestigiado por la realidad histórica que parece incomprensible que alguien con un mínimo de cultura política se atreva a sugerir que sus principios son de aplicación. Iba a escribir en la actualidad, pero la realidad es que nunca pasaron de ser un sueño igualitario sin aplicación práctica, incluso en los países que lo adoptaron con pésimos resultados económicos y humanos. Sus dirigentes fueron los primeros que los ignoraron, enriqueciéndose a costa de la población.

En cuanto a la política interior de España, aun habiendo quedado atrás las peores consecuencias de la epidemia de COVID, muy poco se ha hecho para impulsar la recuperación de la economía. La población lo ha olvidado mientras ha estado centrada en subsistir en ese ambiente, pero ahora se hace evidente que los presupuestos del estado han ninguneado a las PYMES, a la investigación y desarrollo, a la mejora de la enseñanza aplicando las lecciones aprendidas proponiendo por contra la mediocridad, el pasar de curso con asignaturas suspendidas. Por el contrario, el gobierno social-comunista (¡qué engendro!) se ha centrado en distribuir el poco dinero existente en ayudar a su permanencia en el sillón, dando preferencia a Cataluña y el País Vasco y negándoselo a Madrid, motor actualmente de la economía española.

Podemos negarnos a admitir que cualquier situación, por mala que sea, es susceptible de empeorar. Pero es la población de Melilla, de España, la que debe alzar la voz, la que debe implicarse en la política para que se escuchen sus demandas. La que debe acudir en masa a votar, castigando a los que han demostrado sobradamente que no son dignos de nuestra confianza.

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Redacción

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