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Alpargatas para Kabul

Pedro Sánchez en el congreso de los diputados

Uno de los mayores problemas que dan los tontos es que no descansan ni en vacaciones. Este mes de agosto está siendo extraordinario en lo que a tonterías políticas se refiere, lo que obliga a resumirlas.

   El primer puesto corresponde a la socialista Amelia Valcárcel, consejera de Estado, según la cual en el nuevo Afganistán de los talibanes los homosexuales no corren el menor peligro. La única explicación lógica de ello sería que todos los homosexuales afganos hayan sido ya exterminados: muerto el perro se acabó la rabia. En el país vecino, Irán, basado también en el integrismo islámico, los homosexuales son ahorcados en la plaza pública mediante una grúa. Y también, por cierto, las mujeres adúlteras son lapidadas hasta morir. Este régimen es el que durante años ha financiado el programa de televisión que dirigía el fundador de Podemos, Pablo Iglesias.

   No queda muy lejos su amigo Juan Carlos Monedero, según el cual la responsabilidad de lo sucedido en Afganistán corresponde a José María Aznar. Lo mismo podía haber dicho que a Don Pelayo o a Indíbil y Mandonio. Puestos a decir tonterías, cuanto mayores sean más llaman la atención, que es de lo que se trata.

   La última ex (por ahora) de Pablo Iglesias, la ministra de “igual da” Irene Montero, ha salido al quite afirmando que las mujeres afganas también estuvieron maltratadas durante los últimos veinte años, con la presencia de Estados Unidos y otros países de la OTAN, entre ellos España. Son ganas de hacer el ridículo. ¡Con lo bien que estaba esta mujer de cajera en un supermercado de barrio!

   Y no olvidemos a la alcaldesa de Gijón, la socialista Ana González, que ha prohibido las corridas de toros porque no le gustaban algunos nombres de los astados. Es una medida autoritaria y posiblemente ilegal, pero la señora de marras quiere imponer su criterio personal al de los ciudadanos, cuya libertad vulnera. Su modelo político es, evidentemente, Venezuela.

   Lo de Pedro Sánchez ha sido otra cosa. El esperpento de su videoconferencia desde el palacio de Lanzarote, en alpargatas playeras, forma parte de la propaganda sanchista, consistente en reclamar el protagonismo de cualquier hecho positivo, mientras guarda silencio sobre los negativos, como el alza del precio de la luz.

   En Afganistán, sin embargo, quienes han afrontado el riesgo y han llevado a cabo la tarea han sido los de siempre: las Fuerzas Armadas y de seguridad (Policía Nacional y CNI), con especial protagonismo del Ejército del Aire, cuya actuación está siendo modélica. Y muy especialmente el sacrificio del embajador cesado, Gabriel Ferrán y su segunda, Paula Sánchez, dos diplomáticos que por su propia decisión serán los últimos en ser evacuados de Kabul.

   Lo que sucede en ese desdichado país no es ninguna novedad. Se trata de otro caso de ocupación del poder por un movimiento totalitario. Los talibanes no son una fuerza política, sino una organización criminal, una banda de delincuentes que practica una violencia extrema. Los precedentes son muchos: la Rusia de Lenin y los bolcheviques, la Alemania de Hitler y los nazis, la China de Mao, la Corea de la dinastía Kim, la Camboya de Pol Pot y los jemeres rojos, el Irán de Jomeini y los ayatolas, la Uganda de Idi Amín, la Cuba de Castro, la Nicaragua de los sandinistas, la Venezuela de Chávez y Maduro, etc.  

    No hay ideología alguna, sólo poder, basado en una concepción falsa y aberrante de la religión. El destino del país es opresión y miseria. Frente a ello cabe, desde luego, una resistencia heroica como la que llevan a cabo muchos ciudadanos, pero en bastantes casos la opción más inteligente es la huida. Sean por tanto bienvenidos quienes puedan llegar a España.

   ¿Han sido 20 años perdidos, a un coste excesivo en vidas y dinero? No del todo: para las mujeres afganas han sido 20 años ganados y el ejercicio ordinario de la libertad ha dejado huella en muchos.

   Quienes ahora no aparecen por parte alguna son las farsantes del 8-M y chiringuitos feministas subvencionados, que todavía no han condenado la represión de los talibanes a las mujeres. Su miseria moral también es de las que dejan huella.

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Miguel Platón

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