Yo pienso que por mucho que se empeñe Arturo Más y su "santa compaña", de la Plaza de San Jaime, jamás los catalanes serán mis enemigos, y mucho menos los odiaré. Estos son mis pensamientos, y si alguien quiere apuntarse, pues que lo haga, y si no, me importa un bledo estar solo, me da igual. Cuando alguien te dice que fulanito es tu representante, la verdad es que te jode, porque como está nuestro querido país, yo no me siento representado por aquéllos a los que un día voté, y mucho menos por los que jamás voté, ni votaré, como los del "tancredismo" que se sientan ahora en el "banco azul". Por eso me pregunto si nuestros representantes, todos, tienen el talento político oxímoron, qué palabra más rara, como decir de una dulce derrota, o de un silencio escandaloso. Hay gente que cree que debemos agradecerle al que se sienta en una de las poltronas del municipio, bien remunerado, que nos haya colocado unas baldosas en la acera, porque en las que existían ya se han resbalado mucha gente; cuando era su obligación haberlo hecho antes, porque para eso cobran de lo que nosotros pagamos con nuestros impuestos. Y si les fastidia que escriba tal y como lo vengo haciendo hasta ahora, sin duda alguna, me parece bien, y que se jodan. Cree Mejide que Cataluña (él escribe Catalunya) tiene problemas graves, urgentes e importantes, que se llama corrupción, paro, deuda, déficit, financiación, y yo añado que también padecen de almorranas "floripondias".
Seguramente comparten toda esa mierda con el resto del Estado, y quizás sean más graves, y profundos de lo que se atreven a mostrarnos. También como españolito, me siento vejado y ofendido profundamente, que me tomen por tonto, porque a mis años, decirme que la única solución posible a todos esos problemas se llama independencia es tomarme por gilipollas; y yo seré todo lo que quieran, pero gilipollas, nada. Que se haya dejado de hablar de Barcelona como ciudad universal y la hayan circunscrito a su absurda batalla cegatona y reduccionista con la capital del reino, yo me pregunto: dónde está la Barcelona que saludaba al mundo. Dónde la que se miraba en Ámsterdam, y en Nueva York. Quisiera tener fe en el futuro, y no en el que nos quieren endiñar, como aquéllo de que "el buen paño en el arca se vende", sino en el que decidamos y queramos comprar donde nos de la gana. Dice Montoro que "España está en movimiento y será capaz muy pronto de asombrar otra vez al mundo, como ya hizo en la segunda mitad del siglo pasado, que se convirtió en el éxito económico del mundo". Bueno pues, como dice otro catalán: "Yo confío más en las putas, que en los políticos, porque ellas son las únicas que me fiaría para que gobernasen cualquier país, porque si nos van a joder, como mínimo que sean profesionales, y no una panda de embusteros "ganapanes".
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Algunos catalanes, no todos
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