Categorías: Opinión

Alberto Cohen Z.L.

El amor que nuestra familia nos inculcó, la sangre y el trato han logrado hacer en nosotros un bloque entre la familia y los amigos, éste a veces es tan perfecto que confundimos a los unos con los otros y con ello nos alegramos o entristecemos con sus noticias. Estamos conscientes de que no podemos vivir eternamente pero con todo y ello no nos acostumbramos a recibir malas noticias de nadie y menos de aquellos que por su manera de ser, dejaron una impronta que por consistente dejaron rastros en nuestra personalidad y manera de ver a las cosas y por ende al mundo. Hoy vengo a despedirme públicamente de mi amigo Alberto Cohen, sí, lo dije bien, mi amigo, ese es un título que otorgamos a los seres queridos y cercanos tal y como en vida nos mostró con su afecto, respeto y amistad.

Mi buen amigo Alberto Cohen nació en la misma ciudad en la que nacimos mis abuelos, mis padres y yo, en mi buena y noble Melilla. Él, por venir del mediterráneo poseía un carisma muy peculiar, una simpatía que brotaba de sus poros y se sentía en las miles de expresiones positivas sobre las cosas y la gente. Alberto demostraba su otro amor, el amor al mar, a los recuerdos de niño que ambos tuvimos y a esa Melilla grande en la que nuestros abuelos se destacaron por su entrega a la religión y a la comunidad. Alberto Cohen como buen sibarita poseía en su habla los gustos exquisitos de la buena tertulia, el sabor que por bueno era insatisfechos de los cuentos de antaño, aquél olor a primavera de las historias que uno no deseaba terminasen y por supuesto, dominaba el verbo, acompañado de la más elocuente descriptiva que uno pudiera imaginar. Con mi buen amigo Alberto Cohen pasé cientos de horas en unas charlas que poseo grabadas en mi alma, horas de una tertulia en las que discurríamos de todos los temas. Pues bien es sabida su cultura, capacidad, honorabilidad y pasos por todos los estratos de nuestra sociedad, que para él era muy suya como todo lo que se le acercaba. Puede que alguna vez concordáramos o no en lo referente a la visión de futuro de nuestro país, de la comunidad, de los resultados a ver en nuestros descendientes y demás, pero lo que no dudo era de que al hablar del pasado y de las vivencias, se entremezclaban las suyas con las mías y en un paso acompasado solía ocurrir que uno comenzaba un cuento y el otro lo terminaba o viceversa.

Debo mencionar que su amor por Melilla, por España y por todo lo que ello representa era infinito que sus mejores recuerdos son de allá y que podía soltar un canto gitano del mismo modo que un meldado de los antiguos (antiguos cantares de los rezos judíos) y dejarnos boquiabiertos. Del mismo modo que cuando nos hacía referencias a su paso por lo industrial, lo comercial y las diferentes y maravillosas maneras en las que tuvo que adaptarse a nuevos mundos, nuevas culturas, costumbres y hasta otros idiomas. Alberto Cohen puedo decir que hizo de casi todo, desde destacarse en ventas, maestro, industrial, comerciante, religioso, constructor y sabía hacer que nos enamoráramos de las cosas que él había vivido. Lo hacía tomándose todo el tiempo y era tal la fogosidad que los que lo acompañábamos nos convertíamos en escuchas fanáticos de sus andanzas y vivencias. Alberto amó a su esposa Malka de un modo muy especial, al igual hizo con sus hijos de los que nunca dejó de hablar de ellos, de sus capacidades, ni qué hablar de sus nietos, o de aquella nieta artista que pintaba como una diosa. Todos eran parte de él y estoy seguro que él es y será una buena parte de ellos como ya me siento, como siempre hice al quererlo como persona, como paisano, amigo y consejero.

Que mis palabras sirvan para que sea recibido en el Cielo con la más grande admiración y respeto que se ganó por esfuerzo propio, que Dios lo llame a menudo para que le haga compañía y lo alegre con sus historias y que desde el Paraíso se acuerde de nosotros y nos ayude a encontrar lo que él mismo siempre buscó para nuestra Patria.

Con amor absoluto a su viuda, hijos y nietos,
Samuel Akinin Levy

PIE DE FOTO:
Alberto Cohen

FRASE:
Mi buen amigo Alberto Cohen nació en la misma ciudad en la que nacimos mis abuelos, mis padres y yo, en mi buena y noble Melilla. Él, por venir del mediterráneo poseía un carisma muy peculiar, una simpatía que brotaba de sus poros y se sentía en las miles de expresiones positivas sobre las cosas y la gente.

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