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Al amparo de la Victoria

nuestra señora de la victoria

Por Ángel Gil

Septiembre al toque de campanas o de una sola para mecer a la Madre entre piedras y gentes. Llegó a Melilla y permanece en los interiores de quienes conociendo la Verdad la practican a diario. Lo natural es aquello que en estos tiempos de pandemia más se valora y la lejanía física se salva por Aquel que dándonos la vida nos enseñó que esas vigas que son las difamaciones, la condena pública y la ausencia de perdón no son obras de la misericordia ni de la hermandad.
“Tratad a los demás como queréis que ellos os traten”. María con su sí abrió a todos la esperanza y sigue dando Luz a un mundo que sigue en las tinieblas del pecado o del dinero o de otras dependencias. La literalidad o lo que nosotros interpretamos como cierto, es planteado por Jesús: “¿qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal, salvar una vida o destruirla?”.
No minimicemos a Dios, no le hagamos a nuestro capricho o movidos exclusivamente en intereses. Vamos a abrirnos a la realidad, escuchemos al de al lado. La bendita entre las mujeres creyó sin ver y jamás tuvo miedo aún en soledad por su Hijo.
No es casualidad la postura de María y de Jesús en la imagen de la Virgen de la Victoria y entonces escuchamos las palabras de San Juan Pablo II “parece invitar a ver en María a la primera evangelizadora, difundiendo la buena nueva, comenzando los viajes misioneros del Hijo divino».
San José y la Virgen, se dieron cuenta de que Jesús no estaba con ellos. Por este motivo, preguntaron a familiares y amigos en las caravanas y regresaron a Jerusalén en su busca. Cuando le encontraron, la Virgen María le preguntó «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? mira que tu padre y yo, angustiados, te buscábamos».
Él seguía los designios de Dios. Al amparo de María, hoy nos acogemos para pedir la salud que anhelamos y el trabajo que dignifica al ser humano. Ella nos da la Victoria de una Vida sin final.

Redacción

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