Resulta incomprensible que un gran agujero que se encuentra en la calle La Espiga del Polígono SEPES lleve cerca de un mes sin que lo arreglen. El boquete, de grandes dimensiones, tan solo dispone de una ligera valla de plástico de Bomberos que casi nunca está en su sitio, ya que la noche y por efecto del gamberrismo la suelen retirar dejado el agujero sin ninguna señalización con el consiguiente peligro para peatones y vehículos.
Otro lector señala el caso de un ficus gigante, que después de haber intentado durante varios meses sobrevivir a la poda mortal que le practicaron, al final no ha podido superarla y ha muerto. El denunciante “con cada árbol muerto en la ciudad a manos de los jardineros”, se pregunta si realmente merece la pena seguir plantando árboles en Melilla, “¿No sería más interesante, -dice-, y práctico formar en condiciones a los jardineros y darles los conocimientos precisos y justos sobre cómo se realizan las podas y cuál es el sentido de éstas?.
El denunciante finaliza con la siguiente reflexión. “Con cada árbol muerto siento en esta ciudad creo que es como aquella canción del mundo al revés donde las sardinas van por el monte y las liebres por el mar, pues bien en Melilla aquellos que deben proteger la vida de los árboles, son precisamente quienes los matan -el mundo al revés-. Un sinsentido, una incongruencia, y una gran pena”.
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Agujero peligroso y árbol muerto
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