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Aquí podía haber introducido muchas más estrofas de esa gran canción ¡El emigrante! Que creo, han cantado diferentes grandes intérpretes de la canción española << Adiós mi España querida, o mi Melilla querida, cuándo te volveré a ver>>.
El 13/10/1970 fui nombrado Cartero Urbano funcionario, perteneciente a la convocatoria de 1969, B.O.E. nº 2157 y tomé posesión el 25 de noviembre de 1970 “equivocadamente” en Manresa (Barcelona). Digo bien equivocadamente, aunque no me arrepentiré nunca, porque a dos de los tres que aprobamos de Melilla en esa convocatoria, Rafael Ramírez Rodríguez (d.e.p) y a un servidor, el Señor Don. Luís Rivas, del cuerpo Técnico de Correos, el cuál nos dio clases nos recomendó Manresa porque allí trabajaba un paisano nuestro, que además era peluquero. Pues ni corte de pelo, ni leches, su error nos llevó indudablemente a Manresa tras nuestra solicitud, cuando, como el mismo Sr. Rivas posteriormente reconoció, se trató de un error ya que este paisano se encontraba destinado en Tarrasa. Juan Román Domínguez fue el otro paisano aprobado (su hijo es el actual secretario de CC.OO. de Correos en Melilla, aprovecho para mandarles un afectuosos saludo).
Digo que no me arrepiento porque ambos, allí estuvimos como en casa, aunque en principio, sin la familia, sin los amigos dejados y sin nuestro clima norteafricano.
Como nuestra toma de posesión era ese señalado 25N del 70, creo recordar que el 20 de ese mismo mes fue nuestra partida, Rafa era unos 6 años mayor que yo, había tenido la experiencia como emigrante español en la Alemania de los años 60 (Rafa fue como un hermano mayor para mi) como tantos otros españoles de la época. Solo crucé nuestro “charco Mediterráneo” en una ocasión con solo 15 años por el bautizo de mi primera sobrina, Mari Carmen en Almería (ahora vive en Melilla), su padre, mi hermano mayor, Paco, policía nacional destinado allí. Desde Almería, con mis padres, luego visitamos Cómpeta (buen vino, aceite y suculentas pasas, el 15 de agosto se celebra la ¡Fiesta del vino! Y suben desde Málaga y alrededores muchos visitantes) en Málaga su pueblo natal y para de contar, eso es lo que yo conocía de la Península, aquello significaba el inicio de una gran aventura.
Desde la cubierta del barco o vapor correo Antonio Lázaro, veía retirarse ante mí la línea del muelle, allí dejaba en la despedida a mis padres, hermanos, tíos, primos, novia y familia, amigos (todos los que tenía o había tenido durante mis 19 años vividos allí, Paco López, Pedro Guevara, Enrique Suárez, Pepe Alonso y muchos más), a todos mis buenos vecinos y vecinas del barrio, las familias Font/Zaragoza/Veira, la familia musulmana de Hamed o “Jamete”, “Topo” (con perdón), Mimón (yo lo escribo tal como lo pronunciábamos) en fin, mucha buena gente en general que las llevaba muy presente en mi pensamiento, en mi corazón y con el transcurrir de los días, seguro, las iba a llevar siempre en mi pensamiento con gran añoranza.
Tardé en bajar al camarote, hacía una buena noche en calma y apenas se movía el barco, veía las luces de Melilla cada vez alejarse más y más, el monte Gurugú ya muy distante, nuestras playas, Melilla la Vieja ya rebasando el faro, “los Cortaos”, nuestro querido y más que bonito cementerio de la Purísima, Horcas Coloradas barrio de mi novia, el colector, las islas (piedra cuadrá y la ahogá, ¿siguen existiendo, o han desaparecido por todo el “meneo costero” producido?, pregunto) poco a poco cada vez era más la lejanía. Pero aún así, me era difícil aceptar la idea de que me podría estar alejando de todo lo que quería, quizás para siempre, solo con la esperanza de la primera visita vacacional ¿cuándo sería, qué me depararía el destino?, iba a conocer a más de mil kilómetros de distancia otra parte de España. Muchos melillenses tuvimos que partir y así continuará la cosa, supongo, teníamos que salir para labrarnos un porvenir que en aquellas fechas y ahora, al parecer, también acontece. La falta de industria y empleo estable en Melilla condicionaba la salida sobre todo funcionarial de muchos hijos de familias melillenses a diferentes ministerios, los que más a la policía nacional, a la guardia civil y otros, como en mi caso opositar a Correos. Unos años antes lo hizo también el amigo Juan Aranda que también estuvo por Barcelona. Hoy me entero por él mismo, que otro amigo colaborador, Pedro Gallardo estuvo también “tropecientos” años por Catalunya, por cierto, gracias a ambos y para no dedicarles más “loas” más que merecidas, se me vayan a “mosquear” al final, repito, gracias amigos y ya sabéis por qué, por cierto, la foto que habéis puesto como mía no lo es, error perdonado. Mi amigo Paco López, también otra oposición posterior a Cartero Urbano lo llevó a Cataluña, él ahora en Melilla en otro ministerio, aquí el único o más apátrida el que suscribe, los años que tiene mi sobrino Juan Antonio, legionario profesional en Melilla son los que por desgracia no aparezco por esa “otra orilla” ¡Vaya! Esa expresión me ha recordado un “correo muy conocido. Esa no aparición no es por falta de ganas, por supuesto.
Hoy mismo leyendo Melilla Hoy, valga la redundancia, me han dado unas ganas locas de estar por ahí y es que la foto de la gran “pinchitada” del Club Náutico melillense me han transportado su olor y su más que espléndido sabor, por favor, no juguéis con el sentimiento y gusto de los muchos melillenses que nos encontramos alejados de ese y otros platos típicos melillenses y de la gran cocina autóctona melillense y musulmana.
Aquí estamos en Castellón, hace poco, en julio hizo 37 años. Antes, 7 hermosos años en Manresa casi 45 años lejos de mi tierra melillense, a la que quiero cada día más con la lejanía.
Si es verdad que hay otra vida, yo por supuesto, con todo lo bueno o lo malo que me haya podido acontecer, me apunto a vivir la misma otra vez, repetición total de todo lo vivido y conocido ¿Alguno no se apuntaría?, bueno, sobre gustos y pareceres hay mucho escrito y lo que queda por escribir.
No se si por ser lo más lejano en el tiempo, por ser la tierra que me vio nacer, por volver a sentir y apreciar el cariño de mis padres en vida, volver a ver y disfrutar de todos aquellos familiares y amigos tan alejados en la distancia y en el tiempo, muchos por desgracia ya desaparecidos. A todos los que formábamos la gran familia de mi primer trabajo en KIRA, esa calle Margallo tan querida por mi, la Plaza, la Avenida, sus parques, sus barriadas, el muelle, sus playas y acantilados, los pinos y Rostrogordo, sus muchos y variados cuarteles, el Río de Oro de entonces, el Melilla C.F. su ascenso a 2ª división y su estadio Álvarez Claro. Nuestros bares, cafeterías y restaurantes, el colegio de Ataque Seco y el Instituto Antiguo, aquellos magníficos cines, ese Goya que estando en ese entarimado de general levantabas la mano y te salía en pantalla con la consiguiente bronca, entonces se podían comer pipas de casa Saura en los cines. Aquellos paseos Avenida abajo y arriba con miradas insinuantes a las diferentes féminas de la edad, el Club de la Juventud, el Hornabeque, otros bailes en la Hípica o en la Avenida en el Casino, los guateques, etc.
Aquellos melones y sandías que comprábamos un poco más abajo hacia el Rastro, después de la calle “Chirló” (sin tantas consonantes), los subíamos a mi calle F (Río Segura ahora) en el Monte María cristina y con el resto de amigos y vecinos/as por la tarde noche dábamos buena cuenta de ellos. Algunos, en noches calurosas, dormíamos incluso de vez en cuando en las aceras, no transitaban vehículos. El vecino Miguel nativo de Huércal Overa era uno de los habituales, yo le acompañaba en ocasiones, volver a escuchar el buen cante aficionado de Victoriano, abuelo de Manuel ángel, de sus hermanos y primos (éste, gran amigo de mi hermano Manolo desde muy niños, ahora con 57 o 58 ambos más o menos ambos).
Siendo más jovencitos, “chinorris, chavalines, chaveas, etc.” No disponíamos de tele, ni de ordenador, ni móvil, ni tableta. Jugábamos a cientos de juegos callejeros inventados por nosotros o bien siguiendo la tradición de nuestros hermanos mayores, piola, el abejorro, al pañuelo, las cuatro esquinas, a bailar el trompo, a las chapas “algunos a las llamadas querías”, donde en un agujero más bien pequeño se apostaban perras gordas o pesetas y si las colabas todas era “forrón” y todas para el ganador, aprovechábamos huesos de albaricoque, papeles de polvorones, roscos y mantecados, cajas de zapato, todo nos valía para jugar y entretenernos en las calles de nuestra ciudad.
Todos, queridos paisanos, estemos alejados o en la misma MELILLA siempre la querremos con avaricia incluso, que no le falte nadie a nuestra tierra, estemos donde estemos siempre la defenderemos como buenos melillenses.
¡Como decía en el titular, ¡VIVA MELILLA SU GENTE Y SUS COSTUMBRES!
PIES DE FOTO:
El autor del artículo con su familia en la puerta de casa, nº 6 de calle F, ahora Río Segura
Antonio Salido con el recordado Paco López, ex presidente de la U.D. Melilla
El melillense ahora residente en Castellón con sus padres, también el nº 6 de la calle del Monte Mª Cristina
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A mi Melilla querida, su gente y sus costumbres
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