A los mediocres

A pesar de lo que diga la ministra Mato y compañeros, este gobierno de la derecha con sus recortes, acaba de inaugurar en España, “El Coto de la Hermandad de la Roña”, “retestín”, que da la impresión que un día lo declararán: “Real Cuerpo de Pordiosería y Mendicidad”; organismo estatal con cuerpo de aspirantes de ingresos por oposición, con escalas cerradas a todos los niveles, jubilaciones con los derechos pasivos máximos; todo según los destinos y plazos posesorios de “perros-flautas”, y “durmientes en cajeros bancarios”, peticionarios en puertas de Iglesias, puertas del Corte Inglés, Mercadonas, o esquinas de calles peatonales muy transitadas; también limpiezas de parabrisas y venta de pañuelitos en semáforos, y además, todo ello, con el derecho a vestir uniformes, como cualquier otro cuerpo oficial del Estado; como el uso de gorras de plato de los antiguos aparcacoches, (de ahí la palabra gorrilla). Hay mucha gente que cree que en España, lo malo de algunos políticos sinvergüenzas, no es lo que roban, sino que lo robado es la mínima parte del daño que han causado. Es como si para robar un reloj de 100 € destrozas, por medio del “alunizaje”, un escaparate de 5.000 €. O sea que para que un político haya “trincado”, por ejemplo, una comisión de varios millones, se construye el aeropuerto “del abuelo” de 1.000 millones, en el que solo aterrizan los gorriones y algunos más de sus congéneres. Dice Fernando Sabater, que a pesar de todo también hay ciudadanos tontos que siguen votando a partidos que acumulan escándalos financieros; y considera que lo malo de la corrupción no es tanto el corrupto sino la impunidad con que actúa. También “Forges” dice que hemos creado una cultura en la que los mediocres, son los alumnos más populares en el colegio, los primeros en ser ascendidos en la oficina, los que más se hacen escuchar en los medios de comunicación, y a los únicos que votamos en las Elecciones, alguien cuya carrera política o profesional desconocemos por completo. Ningún país alcanza semejante condición de la noche a la mañana. Tampoco en tres o cuatro años. Es el resultado de una cadena que comienza en la escuela y termina en la clase dirigente. Mediocre es un país que en toda la democracia no ha dado un solo presidente que hablara inglés, cuando a una azafata o a un camarero se les exigen varios idiomas. Mediocre es el único país del mundo que, en su sectarismo rancio, ha conseguido dividir, incluso, a las asociaciones de víctimas del terrorismo, que ya es decir. Mediocre es un país que ha reformado su sistema educativo varias veces en tres décadas; y yo digo que puede ser motivado por tener 20 siglos de cristianismo, en vez de 20 siglos de literatura. Mediocre es un país que tiene dos universidades entre las 10 más antiguas de Europa, pero, sin embargo, no tiene una sola universidad entre las 150 mejores del mundo y fuerza a sus mejores investigadores a exiliarse para sobrevivir, mientras que los comentaristas de programas de casquería en tv, se forran. Mediocre es un país en cuyas instituciones públicas se encuentran dirigentes políticos que, en una mayoría de los casos, jamás ejercieron sus respectivas profesiones, pero que encontraron en la política el más relevante modo de vida. Mediocre es un país que ha hecho de la mediocridad la gran aspiración nacional, perseguida sin complejos por esos miles de jóvenes que buscan ocupar la próxima plaza en el concurso “Gran Hermano”; con políticos que insultan sin aportar una idea, conociendo solo los intereses de sus familiares, sin otra patria que la de sus insaciables estómagos. Como muchos españolitos, yo pienso que el político honrado solo debe tener una ambición como hombre libre, y es contribuir con su esfuerzo, por modesto que sea, al progreso de la justicia. Mediocres son los jefes que se rodean de mediocres, para disimular su propia mediocridad; y por estudiantes que ridiculizan al compañero que se esfuerza. Es también mediocre, el país, para qué negarlo, que para lucir sin complejos su enseña nacional, necesita la motivación de algún éxito deportivo. Y yo digo que si la muestras en el coche, en la correa del reloj, o en la ventana de tu casa, muchos gilipollas te tildan de fascista, aunque muestres la constitucional, y no la de la dictadura. Pero lo más absurdo es que a una persona de izquierdas, que escribe, y enaltece a los que ofrecieron sus vidas por la Patria, como son nuestros Héroes, lo tilden también de facha, como algunos hacen conmigo, cosa que me importa una mierda. Y también es una mediocridad, si lo que la prensa dice de un señor, nombrado a dedo por Rajoy, que será el próximo jefe de su partido en una Comunidad Autónoma, que de ser su curriculum, en el año 2000, Licenciado y poseedor de un máster, en 2004 solo era estudioso de esa licenciatura. Yo no voy a desconfiar de los títulos que este hombre haya podido presentar en el Congreso, pero sí que debiera dilucidar, para acallar bocas, y que nadie crea que su carrera política es igual al personaje de Scott Fitzgerald, “Benjamín Button”, que David Fincher llevó a la gran pantalla, en la que la vida de ese personaje transcurría al revés: de viejo a joven.

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